domingo, 12 de junio de 2011

MÁSCARAS VS CABELLERAS




La gente había respondido con un lleno hasta las lámparas a la lucha más grande y esperada de toda la historia del pancracio mexicano. Pues en México, si un deporte tiene arraigado tanto misticismo y solemnidad entre el pueblo es la lucha libre, que convierte a los luchadores en héroes y villanos.
Esa noche Niños y adultos vitoreaban y aplaudían en un éxtasis casi religioso a los cuatro semi-dioses que hoy darían la batalla de sus vidas. Las peleas anteriores habían calentado el ambiente con grandes combates. Pero nada comparable a lo que estaba por venir, la gente sabía que la lucha estelar sería inolvidable, cámaras de televisión y cine, darían fe de lo que estaba por suceder.
Cuando el “mucha crema”, anunciador oficial de la arena México, subió al centro del ring, se hizo un silencio casi sepulcral. Aclaró la garganta y acercó el micrófono lentamente a su boca, con la voz emocionada gritó.

–Lucharán… Máscaras contra Cabelleras… ¡A dos de tres caídas sin límite de tiempo!

–En esta esquina, por el bando rudo…el hombre más salvaje de México, el domador de dinosaurios: Rodolfo “El Cavernario” Galindo.
La luz en la arena se apagó y un sonar de tambores hipnóticos inundó el ambiente. Dos hombres portando antorchas iluminaban a la bestia humana, a uno de los rudos más sanguinarios y salvajes de la lucha libre mexicana: “El Cavernas” como se le conocía también, era temido y respetado.  Rápidamente subió al ring, cubierto con su piel de tigre y sus ansias de despedazar rivales, su cabellera larga y sucia era uno de los trofeos en disputa aquella noche.
Recorrió el ring como un cavernícola, aparte de rudo y salvaje, era todo un costal de mañas y malas artes.
La gente se levantó abucheando y gritando, mentando madres, “el Cavernario” satisfecho sólo los veía con desprecio.
–Y su compañero “El can de Nochiztlán” Pedro “El Perro Aguayo” –siguió presentando el “mucha crema”.
Las notas inconfundibles de “la marcha de Zacatecas” retumbaron mientras que el carismático y entregado rudo hacía su aparición por la entrada principal, con su sombrero de charro y sus botas forradas de piel de vaca, era inconfundible, descendió por las escaleras y la gente dividida lo aplaudía y lo odiaba. Había escalado a la cúspide con ofrendas de valor y sangre, bravo como ninguno, era el perro un ídolo.
La luz de la arena se apagó totalmente.
El “mucha crema”  anunciaba:
–Señoras y señores por el bando técnico… ¡El maestro de las llaves y las contrallaves! ¡BLUE DEMON!
Rápidamente bajó por la barandilla el gran luchador, imponente y fuerte se posó en la esquina del ring, la gente no cabía de emoción pues el demonio azul era una gran leyenda de todos los tiempos. Y qué decir de su gran pareja, amigo y rival que esta noche tendría al lado y que el “mucha crema” anunciaba así:
–Y para terminar el más grande… la leyenda, el súper héroe de carne y hueso, el más querido y respetado: SANTO, el enmascaradooooo de Plataaaa.
Así, entre música sacra y humo, aparecía el legendario enmascarado, con su capa plateada y su máscara inconfundible resplandecía entre tanta gente.
El público no cabía en sí. De emoción, porras, gritos y trompetas hacían retumbar el viejo edificio.
El ring se había transformado en el altar y campo de batalla de la guerra cósmica del bien y del mal, que se presentaba en un ritual místico al pueblo de México, como un rito ancestral, no sólo como un espectáculo teatral y deportivo.
El ambiente era insuperable, todos querían estar en la arena, afuera dos mil personas no habían logrado entrar. Y dentro los veinte mil fanáticos estaban poseídos de emoción.
Se escuchó el silbatazo inicial llamando a las acciones. El primero en ingresar fue el “Cavernario” que comenzó a amenazar al público, mostrando los dientes y paseando como loco. Mientras, por el otro bando Blue Demon ingresaba saltando ágilmente sobre la tercera cuerda. Se vieron con odio y respeto, pero sin miedo, avanzaron contra sí y se enlazaron en la “toma de referee” midiendo fuerzas. Demon atacó al Cavernas con un castigo al brazo, llave y contrallave se alternaban, eran apenas los primeros escarceos de la noche. La gente ya rugía.
Era turno para “EL PERRO” y “EL SANTO”, la primera batalla fue por el aplauso del respetable y por increíble que parezca el “can” parecía tener más seguidores que el “plateado”, la lucha entre ellos se volvió recia, sorda, sin técnica pero con mucho odio.
El santo tomó a Aguayo por el cabello y lo sacó del ring, corrió hacia el otro extremo para proyectarse hacia afuera y con un gran tope dejó fuera al rival.
Demon rápidamente acorraló al Cavernario y lo enredó con su llave favorita “el pulpo”. El referee levantó las manos con emoción y el público ovacionaba de pie. La primera caída la han ganado los buenos.
Dos minutos de descanso, hora de recomponer estrategias, Santo y Demon se toman algunas fotos y dan autógrafos, están confiados en su superioridad.
Los rudos, dispuestos a dar la vida, se concentran en una esquina.
Suena la ocarina, Cavernario sube al igual que el Santo, se miden, se observan. El Cavernas se lanza contra su rival, lo acorrala en el esquinero y Aguayo lo apoya, son dos contra uno. Ante la complacencia del referee, lo golpean.
Galindo toma al plateado y lo lleva al centro del ring, Demon nada puede hacer, sólo observa cuando el Cavernas, muerde la frente del plateado a través de la mítica máscara. Un hilo de sangre se asoma entre la tela, increíble, Santo está sangrando, eso enciende aún más al Cavernario que se prende de la frente con saña, Demon entra y rompe el castigo, pero es sorprendido por el Perro Aguayo, quien lo somete con un poderoso derechazo que noquea al demonio.
Sube a la tercera cuerda y salta cayendo con ambos pies en el estómago del azul. ·La dolorosísima “lanza” deja fuera al demonio. Galindo por su parte, arroja al Santo contra el poste y contra las butacas, lo trae como trapeador viejo, la gente enardecida se abalanza como un monstruo de mil cabezas. Gritos y porras. Parece un circo romano. Aguayo se une a la masacre y entre ambos rompen la máscara de plata. Santo se rinde. La segunda caída para los rudísimos…la moneda está en el aire.
Santo es llevado a la enfermería, está muy golpeado, Demon tendrá que subir solo a la tercera caída. Aguayo y Galindo afilan sus colmillos. Saben que nadie ha podido con sus rivales en una lucha de apuestas y que cada uno de ellos ha ganado más de cien máscaras y cabelleras; que esta noche ha llegado el momento del todo por el todo.
Suena el silbatazo de la caída definitiva, Demon desconcentrado y preocupado por su compañero, es pieza fácil para los rufianes.  Aguayo lo golpea a placer aplicando sus castigos más dolorosos.  Galindo ha sacado de entre sus ropas su castigo preferido: un chile jalapeño. Lo muerde y lo embarra con furia sobre los ojos del demonio azul, quien grita y llora con el ardor provocado. El referee amenaza al cavernas con descalificarlo, Galindo muerde la frente del demonio, quiere sangrarlo como ya lo hizo con el Santo, pero este aguanta.
Soporta tanto castigo como puede, la gente grita desaprobando a los rudos, ya es mucha violencia,  ambos luchadores atacan y martirizan a Demon, dejándolo casi inerte. En ese instante la gente grita y se pone de pie enloquecida al borde de la paranoia, el grito épico de tantas películas resuena: SANTO, SANTO, SANTO… por el pasillo corre un Santo con una nueva máscara y un renovado espíritu, viene a salvar a su compañero.
Como un superman se abalanza sobre ambos rudos. –Santo, santo, santo –sigue coreando el público.
Los saca del ring y levanta a un ensangrentado y débil compañero.  –Ánimo Demon ya son nuestros.
El Perro Aguayo sube hecho un vendaval y ataca al Santo por la espalda, toma a Demon y le aplica una poderosa “desnucadora”. El referee cuenta. Uno, Dos, Tres. La gente no puede creerlo, Blue Demon está fuera.
La cara de incredulidad se ve en toda la arena mientras Aguayo festeja, Santo lo saca del ring, va a lanzarse en tope pero el Cavernario lo intercepta, El enmascarado de plata venderá cara la derrota, así que se rehace. El grito de Santo, retiembla cuando logra pescar al Cavernario con su llave “de a caballo”. Galindo siente como cruje su espalda. –Soporta, soporta, aguanta –repite en su mente.
Pero no. No puede más.
–Bien Perro, sólo quedamos tú y yo –los gritos se dividen en la arena que se cae a pedazos…PERRO, PERRO…SANTO, SANTO… son los gritos que inundan el ambiente.
Santo se lanza en tope sobre Aguayo, el choque de cabezas abre de nuevo la herida del plateado, pero también la frente del Can. El odio deportivo nubla sus corazones, así como la sangre nubla sus ojos.
Santo aplica un fuerte “cangrejo”. Aguayo lo resiste y saca lo mejor de su repertorio. Ninguno da tregua, ninguno piensa en darse por vencido.
Demon al pie del encordado observa nervioso, sabe que su futuro ya no depende de él. El Cavernario grita a su compañero y anima a la porra ruda.
Santo salta y caza a Aguayo, lo tiene derribado, le aplica la “de a caballo”, su llave favorita. Este resiste a pesar del dolor.
Logra zafarse, Santo no puede creerlo, así que lo toma con un “suplex”. Aguayo está noqueado –uno..dos.. –el Can levanta los hombros en el último momento.
Santo lo levanta y lo lleva a una esquina, lo derriba, se prepara para lanzarse en “plancha”. Lo cubre. –Uno...dos –cuenta el referee. Y nuevamente Aguayo rompe el castigo.
Ambos están agotados. Santo levanta al Perro, lo prepara para aplicar su llave pero Aguayo lo jala y lo enreda. –Uno…dos…tres….
La arena se queda muda…el referee como en cámara lenta, alza las manos en señal de victoria.
Cavernario sube corriendo a abrazar a su compañero, la multitud grita emocionada, la mayoría llora sin dar crédito a lo sucedido.
Perro Aguayo levanta su  mano…entre la sangre de su rostro se esboza una sonrisa. Es la noche de su vida. Cavernario sabe que será una lucha inolvidable.
De rodillas en el centro del Ring, Blue Demon y Santo, bañados en sangre y sudor se despojan de sus míticas capuchas.
Esa noche Alejandro Muñoz y Rodolfo Guzmán regresaron a la mortalidad.

9 comentarios:

Pherro dijo...

Bien mi Capitán, me gustó mucho la referencia a un deporte tan popular y tan arraigado en el gusto de nosotros los mexicanos, pero, se te resbalo eso del silbatazo y la ocarina, en las luchas no se usa silbato, se usa la campana.
A menos que hayas entrelazado un elemento del futbol, que también es del gusto de la mayoría, aunque tu cuento está narrado al más puro estilo del Dr. Morales. Disculpa si te llego a contrariar, es mi humilde opinión.

LUIS TORRES dijo...

Como yo soy peruano, por aca no hay una gran fanaticada de la lucha libre, en mi opinio personal, me parece una coreografia cruel previamente preparada donde ya se sabe quien va a ganar. Tu cuento me parece correcto, me gusto leerlo, auque el tiro final pudiste hacerlo de otra forma con un final inesperado por ejemplo.

En lineas generales me parece que esta bien contado y bien descrito, no decae.

Dr. Gonzo dijo...

Como fanático de la lucha podría ponerme quisquilloso en algunos puntos, pero eso no necesariamente recae en tu labor escribicionista Capi. Me gustó mucho tu escrito porque para describir secuencias luchísticas hay que ser económicos con las palabras y debo confesar que no pensé que Santo y Demon fueran a perder las máscaras contra el Can y el Cavernas, creí que los raparías, pero qué bueno que uno de mis favoritos, Galindo, fuera el que destapó al Santo, al menos en tu relato.

Aline Suárez del Real dijo...

Yo igual que el Dr. Gonzo podría ponerme quisquillosa por detalles de la lucha, porque a mi también me gustan. Pero bueno, no se trata de eso. Me gustó el relato, aunque pienso que es mas relato que cuento, tiene su mérito porque hacer una descripcion de acciones a mi me parece complicadón. Por ahí para mi gusto sobraron comas y asi.

la MaLquEridA dijo...

Más que cuento parece una narración de cronistas de televisa (con minúscula)de luchas pasadas.

Siracusa dijo...

Esta bueno el relato de como se acomodan sus guamazos, es interesante leerte escribiendo algo diferente a lo de los piratas, me gusto, aunque efectivamente me pareció una narración de lo que he llegado a ver en la tv, pero en este caso es inevitable no remitirse a eso por las referencias previas que traemos.


saludos y larga vida Capitan!!! :D

Ros dijo...

Esta historia es un cuento pero también un relato, es así como cuando la línea es tan delgada que tiene mucho de ambos.
A mí me gustó y me atrapó, pues aunque no soy fan de las luchas me mantuvo emocionada. Me gustó el final, y también me resultó sorpresivo.
Bien narrado, y como dice Luis Torres, no decae ¡Chido!

Capitan TINTASANGRE dijo...

Pherro...en la lucha libre se marca la caida con lo que sea. no hay una regla que unifique si es campana o no, depende de la arena. y como dice otro comentario que adelante respondere, obviamente como fan de las luchas, tener en mente a los comentaristas es inevitable, eso lo hizo mas difícil de escribir. antes di que no empeze a decir...miauu.

Luis Torres. Bienvenido, no pretendo entrar en detalles sobre la lucha libre, pero no hay final mas inesperado que ese. Santo y Blue Demon son las maximas figuras y leyendas, de este deporte tan nuestro y murieron con la mascara puesta y la identidad oculta.

DR.Gonzo para desenmascarar a los grandes, no podian ser cualquiera. sino dos de los grandes idolos rudos de todos los tiempos. lastima queen la vida real el Santo si rapo al cavernario.

Ursula...vaya que bueno que te gustan las luchas, son bastante entretenidas y catárticas y como dije el reto aquí era mantener la emoción hasta el final. espero haberlo logrado.

Malquerida, que te puedo decir, ahora no te atrape, ya sera para la otra. es que las luchas no a todos les gustan.

Siracusa. efectivamente toda la semana estuve tentado a publicar mi historia pirata, (de hecho la tengo escrita, pero creo que también le faltaba variedad.) asi que quize probar algo diferente.

Ros. Es un cuento, un relato, una crónica deportiva. un híbrido extraño lleno de fantasía, mentiras y verdades.

destroyer!!! dijo...

ahhhh como me laten las luchas!!!

pero igual no me latió q perdiera blue demon :( jajajaja

saludos!!!