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lunes, 10 de junio de 2013

DESMONTANDO A DICK


- ¿Podría presentarse a nuestros radioescuchas por favor?

- Hola ¿Qué tal? Mi nombre es Dick Vergcock (un seudónimo como pueden notar) y soy guionista de cine porno y erótico.

- Muchas gracias por aceptar nuestra invitación a "Pervertidos y orgullos" del 69 AM, señor Vergcock. Vayamos al punto G de esta entrevista ¿Algún director le ha rechazado alguna idea? Usted es muy conocido por sus planteamientos fuera de lo convencional.

- Bueno, en una ocasión inverosímil de sequía de ofertas de trabajo en producciones heterosexuales para adultos (¿Acaso las hay para niños?), me vi en la "penosa" necesidad de acudir a la industria del cine gay. Ahí propuse yo muy quitado de la pena, una escena donde un Padre preguntara a su confesor "¿Te arrepientes de tus pecados?", y en consecuencia el otro personaje contestara "Yo no me arrepiento de nada". Acto seguido, sugerí que el irredimible penitente se bajara el cierre y metiera por la ventanilla del confesionario, su enorme bicho. Luego de una expresión de asombro por parte del cura ante el tamaño del animalejo, ¡Voala! Que comenzara una salvaje felación de antología. No apenas había puesto en papel esta secuencia, cuando ya me estaban despidiendo ¿Motivo o razón? El marica del director recién se había convertido al cristianismo, y en sus palabras: "No quería blasfemias en la película"... de seguro las hacía en la cama con tres negros, pensé yo, pero mejor preferí quedarme callado y regresar a lo mío: muchachas feas adineradas conocen a travestís con problemas financieros, estos las violan y luego las avientan desde un coche en movimiento en una avenida transitada.

- Y todo eso para quitarles los billetes ¿Verdad?

- No, solo lo hacen por diversión, terminan igual de pobres pero satisfechos de haber realizado un servicio a la sociedad. Mi saga lleva por nombre "Travestismo justiciero" y van seis entregas.

- ¿Por qué ese odio y repulsión a la fealdad femenina en sus historias señor Dick?

- Mi madre, que Dios me perdone (aunque a veces pienso debería ser al revés) parecía la suela de un zapato viejo después de haber pisado estiércol. La gente se ponía a la defensiva solo al verla pasar, lo perros se peleaban y los niños aun de brazos, inexplicablemente se ponían de pie y huían. Nunca lo supere, así que me cree esta fantasía como una acción de jurisprudencia personal.

- Bueno, a veces esas experiencias desagradables nos ayudan a descubrir nuestra verdadera vocación, en su caso, pues resulto ser su talento para la narrativa barata y de mal gusto dirigida a públicos incansablemente degenerados como la gente que nos escucha. Por cierto, tenemos una llamada de uno de sus fans ¡Sí! bueno? ¿Quién carajos es usted?

- Hola, me llamo Jimmy Puñetas y tengo 15 años. Soy seguidor del trabajo puerco del señor Dick desde su debut en "Peludas y pelones: tengo vagina y también cojones". Aaah, estoy muy nervioso ¡Diablos! ¿Qué debo hacer para escribir como usted Vergcock?

- Dejar de exprimirte los barros y salir a cazar historias hijo. Yo a tu edad ya no me la estrangulaba, me iba a los prostíbulos más peligrosos de la ciudad... y luego regresaba a casa derrotado porque no me dejaban entrar debido a lo corto de mi edad. Entonces lo que hacía, era irme a las avenidas y besarme con los putos como lo haría con la mujer de mis sueños. De ahí mi gusto por los travestís, me dieron alivio cuando todo lo demás cobraba más caro. Pero viví muchacho ¡Viví!

- Bien, tenemos otra llamada en el conmutador ¿Si? ¿Adelante? ¿O atrás?

- ¿Papá? ¿Estás ahí? Que dice mi mamá que no se te olvide la leche para la ce...

- Oooh, perdón Dick, tu sabes que esto es en vivo y a veces se cruzan las líneas... ¡Ahora sí! ¿Qué quieres desgraciado? Habla

- Hola señor Vergcock, soy un gran admirador de sus relatos. Que lastima que no pudo concretar esa puesta gay del padre en el confesionario, me hubiera encantado verla.

- Oiga, su voz se me hace familiar... ¿¡Padre Agustín!? ¿Es usted?

- ¡No! ¡No soy yo! ¿Cómo se atreve?

- Pero si acabo de oírle en el pésimo sermón del domingo pasado ¿Cómo no va a ser usted?... ¿De verdad le gustan mis películas?

- Si! ¡Digo no! Bueno, me han contado, pero yo sería incapaz ¡Pero ya le dije que yo no soy ese tal Agustín! Soy otro cura ¡Ay Dios mío! ¿Pero que estoy diciendo?

- ¡Aja!, Entonces acepta que es un eclesiástico ¡Ya lo escucharon amigos! Hasta los religiosos mas tímidos se animan a llamar a nuestra cabina ¿Podría recomendarnos con su rebaño en la próxima homilía?

- Bueno, habría que dejar una limosna más generosa, pero... ¡Cállese! Yo no soy cura ni soy nada ¡No vuelva a llamar a mi parroquia o se meterá en problemas!

- Mierda, se me olvido decirle que tenemos identificador de llamadas y por ser la número mil, ganaba de premio un privado con un enano cogedor de Chihuahuas, en fin ¿Que concluimos de todo esto señor Dick?

- No, pues no sé, estoy muy confundido. Supongo que hay terminar con algún consejo practico para todos aquellos quienes deseen iniciarse en el apasionante mundo del guionismo pornográfico... mmm, sean felices y no se arrepientan de nada.

- Señoras y señores, el fue Dick Vergcock ¡Que los arrolle un tren y hasta la próxima!

domingo, 29 de mayo de 2011


No me arrepiento de haber escrito este adefesio:

CARTA A LOS EFESIOS

Yo, OJT, apóstol del Basurero Usurero por la voluntad de Tituwutti, escribo esta carta a quienes en la ciudad de Éfeso o en algún lugar del mundo creen en el arrepentimiento.

Ustedes efesios teniendo entre sus filas a tan insigne dignidad como Heráclito, aún creen en arrepentimientos. Tremendo adefesio un arrepentimiento. Ya lo dijo su filósofo efesio: “Es como si alguno, habiéndose metido en el fango, quisiera limpiarse con fango”; fangosa situación aquella ocasión, la que involucra arrepentirse.

La pregunta cae por su propio peso ¿Por qué es un adefesio, tremendo encima? Simplemente no me molestaré en responder, no tendría sentido, sería un despropósito. Ya lo intentó ese apóstol de los gentiles, San Pablo, y no lo logró. Sino de dónde sospechan que proviene el término adefesio, ad-efesio, a los efesios. Este escogido por Jesucristo escribió varias epístolas, entre ellas una dirigida a los de Éfeso, no con buenos resultados por lo visto. Aquí, hay dos posibilidades; o Pablo estaba hablando literalmente huevadas o simplemente a los efesios les entró por un oído y les salió por el orto, no el otro. Sea como fuere, no nos vamos a entender. ¿Para qué molestarse?

FRAY MATEO DE LA CRUZ


-"Para que malbaratar mis pecados, con arrepentimientos vanos" –pensaba en voz alta cuando entré al bar.
Lo miré en un oscuro cantil, una botella y un puro le hacían compañía. Era diferente a nosotros, limpio, culto, educado, era también el mayor, y no era raro que para la tripulación fuera como un verdadero padre.
Fray Mateo de la Cruz era su nombre, pero aquí lo llamábamos el Padre Ateo.
Llegó a Duarte, hará unos cuarenta años, casi recién salido del seminario, joven e idealista se embarcó para traer la palabra de Dios a los  indios.
Pero aquí descubrió que los indios, estaban más cerca de Dios que el Papa. Así que decepcionado, desgarró sus hábitos y arrepentido de engañar con su lengua, se convirtió en un hombre de mar.
-¿Puedo sentarme Padre? –le dije.
-Mi capitán,  por supuesto  –se levantó pesadamente mientras hacia una cortés caravana.
-¿Has escuchado de “La Dolorosa”?
-Sí capitán –dio un trago a su bebida–  es la casa de las arrepentidas, mujeres que tras años de dedicarse a la prostitución y  la vida licenciosa han hallado la paz de Dios y se retiran del mundo a una vida de oración. ¡Vaya  sitio! Putas convertidas en monjas, qué locura…
-Calla, Mateo, ¿qué acaso no eres tú un converso?  
-Es diferente, sólo me di cuenta que el Camino no era el que seguía, que el amor que pregonaba no era más que una oscura maquinación.  En cambio en este paraíso, Dios está más presente en esa roca que en todo San Pedro.
En estas islas conocí el amor y supe que era incompatible con mi Fe. Así que renuncié a ella, pero no a la mujer. Mi Amada Flor que fue asesinada por los  Marinos de su Majestad. Desde ese día ganó a este enemigo  que le ha robado cuanto ha podido.
En estas islas perdí el cielo, gané el infierno y lo conocí a usted, y no sé qué haya sido lo peor.
Pero…¿Por qué la pregunta Capitán?
-Escuchad bien Mateo: atacaremos la Dolorosa.
-Pero si sólo hay mujeres ahí.
-Y oro, mucho oro, que el Intendente de la isla ha ocultado para que nadie sospeche.
-Pero ¿y las “arrepentidas”?
-De esas te harás cargo tú Padre. 
-Yo no mato inocentes…
-¿No? ¿Y los niños del “Salado”?
-Eso fue piedad, ya habían muerto sus padres ¿quién se haría cargo de ellos?
-Pero no quiero que las mates. Sólo que las ayudes a “arrepentirse” de esas ideas y que vengan a alegrar el barco,  a final de cuentas árbol que nace torcido…

Mea culpa


He despreciado a las mujeres más sensuales y me he acostado con adefesios mal olientes, he rechazado invitaciones a las mejores fiestas y asistido a los peores burdeles, he dado sobornos sin ver resultados, he chocado los mejores autos, he perdido a mis mejores amigos y conservado a los peores…
He vendido mi alma al diablo a cambio de una bolsa de cacahuates rancios, he combinado el mejor vino con refresco de naranja, he encendido el mejor puro con un periódico, me he casado 20 veces, he dado la espalda a mis hermanos, he comprado ropa mala y cara, he matado cachorros y salvado alacranes, he tomado leche entera siendo intolerante a la lactosa, he dado el indulto a Barrabás, e ko0omëtiid0 herrores ha proposíto…
He robado, me he drogado, he contaminado el agua con químicos tóxicos, he matado, he extinguido especies enteras, he jugado a la guerra, he desahuciado a la infancia, he dividido a la humanidad con izquierdas y derechas, he inventado el queso de puerco, he orinado en la pila del agua bendita, he comido tacos en la calle después de ir al baño sin lavarme las manos, he comprado productos milagro, he criticado y no me aguanto, he donado mi huevo izquierdo…
He desaprovechado ofertas al 3X1, me he levantado temprano cuando me puedo quedar hasta tarde en cama, he comido caviar en taco, he puesto hielo a mi cerveza alemana, he devuelto un monedero lleno de dinero, he cerrado los ojos en un table lleno de rusas, he votado por el partido verde, he sacado en abonos chiquitos en Elektra…
He comprado juventud en éxtasis tres veces, he comprado la saga de crepúsculo, he rechazado un diamante de regalo, he comprado un i phone a crédito forzoso e inflexible de cuatro años, he ido al cine a ver películas mexicanas en sala VIP, he pintado color zanahoria corriente mi hermosa cabellera castaña, me he tatuado en la frente la frase “puto el que lo lea”, he invertido en Monex sin tener experiencia los ahorros de mi vida y los he perdido…
No me arrepiento… con eso no resuelvo nada… mejor los afronto como son y procuro remediarlos y si tropiezo con la misma piedra, tampoco me arrepiento…
Rolas:
-Anthony & The Johnsons - Fistfull Of Love
-Pulp - Bar Italia
-Ride - Cool Your Boots 
-The Third Eye Foundation - La Dispute

sábado, 28 de mayo de 2011

¿Qué has hecho?




"When they said: repent, repent, repent, I wonder what they meant..."
Leonard Cohen, The Future

No te entiendo. He pasado noches y días tratando de entenderte y no lo logro. Y cuando creo que llego a comprenderte, regresas con algo más. No te entiendo.

Me miras ahora y desconozco los que fueran esos hermosos ojos que terminaron de completar mi enamoramiento. Ahora me retan, me insultan, me quieren herir. ¿En quién te conviertes ahora? ¿Por qué si me amas me lastimas así?

Los amaneceres que quería contemplar a tu lado, despertar y mirarte con esa paz en tu rostro, sonreír sin que me mires, dejarme esa enorme felicidad de mirarte durmiendo para mí nada más. Ese trozo de cielo que tú me dabas con tu sonrisa, con tus chistes, con tus ocurrencias, ahora se vuelve un trozo de infierno.
Sistemáticamente has ido echando por la borda la importancia que le daba a una vida juntos y eso duele. Contrasta con lo bello que es mirar tu rostro sonreír. Tu sonrisa ahora hace daño.

No me hagas pensar que jamás tuvimos un chance, que todo esto fue para nada, que no te atravesaste en mi vida para algo hermoso… mi hermoso. No me digas que todo el sufrimiento y todo lo bello que hemos tenido fueron para esto. Mi sueño y tu sueño eran uno, era nuestro, eso pensaba, ¿qué pasa ahora?

¿Quién eres? Desconozco esos ojos. No eres tú quien está hablándome ahora. Pero sé que eres tú. Yo sólo quería que fueras feliz conmigo como yo lo soy contigo. ¿Fue eso un error?

Estás sacando todo eso que guardaste durante este tiempo. No creo poder aguantar más, te has encargado de desmoronar esa magia que me quedaba. Me has dado la última estocada.

¿Tienes más? Desahógate, pero hazlo ahora, porque ya no creo aguantar una segunda ocasión, porque no te daré oportunidad de una segunda ocasión, no la soportaría.
¿Es en verdad un gran error? ¿Te has arrepentido de estar conmigo? Nunca he sabido qué mal te hice, nunca lo sabré, me parece. Nunca he querido a nadie como a ti ¿cómo es que te he lastimado para recibir esto de ti?

Creí que pasaría, porque aprendí que todo pasa. Pero no está sucediendo ahora, maldita sea, no pasa, siguen retumbando tus palabras en mi cabeza, siguen diciéndome tu enojo, tu molestia… tu arrepentimiento de estar conmigo.

Ahora desdices tus palabras, ahora tus ojos caen y titubeas. Ahora eres diferente, ahora eres tú. Pero se acabó. No hay arrepentimiento a tiempo.

Tú diles



La ultima vez que hablamos tenía tanta rabia que hasta te aventé el café que tenia en las manos, no lo lamenté, las palabras que me lanzaste tú antes dolían más que cualquier golpe. Al final dicen que así son los hermanos, hoy nos peleamos y mañana nos vamos a abrazar, pero tú y yo ya no somos niños y estoy segura que horas después seguíamos jurando cada uno por su lado que nunca nos vamos a perdonar.

Aun con todo hoy solo puedo recordar las cosas buenas, lo bonitos que tienes los ojos, tus cejas negras enmarcándolos, tu sonrisa, tus sueños solubles convertidos en música, la manera despectiva en que a veces miras a la gente por encima del hombro, tu espada laser de Darth Vader, cuando la empuñas para atacarnos y cuando es nuestro turno la guardas y nos das la espalda como si nada.

Pero no te extraño, porqué pese a todo estas aquí, nadie se ha muerto por Dios, dejen todos de verme con esa cara de angustia, dejen de llamarme para decirme que todo esta bien, diles tú, levántate ya de esa cama y desconéctate todos esos tubos, levántate y diles que se callen, que tú aún estas aquí y que no estamos arrepentidos de habernos peleado la ultima vez que estuvimos juntos.

viernes, 27 de mayo de 2011





Me enfoqué en hacer daño, premeditado, siempre bien planeado. Gocé del hecho de ver sufrir a otros. Sus ruegos, su clemencia en sollozos mi hinchaban el no sé qué, sentía algo bonito en ello. Es magnífico el pensar que alguien te pertenece, su vida, un ratito; que interpretado en ellos es eternidad. El dinero pasa a segundo plano, no digo que no se gane bien, cantidades jugosas, cada pescuezo tiene un precio, pero como dice el tendero “hay de precios”. Les decía, el dinero no ha sido –ni es- mi prioridad, los últimos instantes esos sin valiosos, vaya, invaluables ¿A poco nadie nunca te ha rogado por algo? Piensa que ese algo es su cochina (encantadora) vida; más disfrute si te arrancas la sombra de la culpa, si te destrabas el ancla del remordimiento. Tú los observas, los sentencias (desde allí empiezo a sentir un agradable cosquilleo en la nuca), el pobre no sabe nada de nada, menos que en quince minutos, dos horas, tres días, en una semana, cuándo tú quieras o cómo te lo hayan ordenado, se irá, no volverá. A mí nadie me ordena, no lo saben -hacen que no saben- yo lo hago por gusto. Un viejo ricachón rogó que no le cortará el índice y el meñique, el muy cabrón se meó entre ruegos, a mí me valió madres y le chingué la mano completa, nomas cachos entregamos. Entregaron el rescate completito. ¿Qué cómo le hago para no sentir nada?, no sé, creo que desde que estaba en la panza de mi mamá no sentía nada. A mi señora madre le decía la partera que el producto estaba muerto “nomas está flotando”, pero no, allí estaba yo calladito, cauteloso desde embrioncito. Las maestras de la escuela se sorprendían de mis dibujos: pura sangre de rojo acuarela. Me dejaron de comprar mascotas cuando a un cachorrito le di de martillazos en una de sus patas, eso no me detuvo. A los pollitos del rancho de la tía Jacinta les cortaba las patas con un hoja de rasurar (esto me llevaba tiempo), me gustaba verlos intentar andar sin sus patas. La primera vez que me cargué a alguien fue en el dispensario médico del pueblo, fue al médico (tres morunazos en el pecho), tardó horas para atender la pierna rota de mi hermano, esa también yo la rompí. Huí a la ciudad, donde me hice judicial. Nunca había tenido un arma, de inmediato hice uso de ella, tres teporochos que nadie echaría de menos, unos tras de otro. Me hice de reputación, los compañeros hablaban de mi valor, de mi frialdad, de mis huevos.
El trabajo sucio, lo que otros por sus ataduras morales no realizaban, esa era mi especialidad, casos perros para un perro. ¿Qué si me daban lastima? Un animal no siente lastima, siente hambre y yo siempre supe donde encontrar la comida. Me empezó a buscar gente que me pagaba por comer: prestamistas no remunerados, maridos engañados, locos rencorosos, cobardes que no se podían encargar de sus propios problemas y los patrones hartos ya de tanta sangre en las manos. De estos últimos me hice subordinado. Mi primer patrón me envió a la comarca, me detalló meticulosamente el encargo de ese día, horroroso para el promedio, a mí se hizo insignificante, me sentí ofendido. “Truénale un balazo en el corazón y córtale la cabeza, así aprenderá el pendejo y su gente…” dijo, en cambio los balazos se los troné a su esposa e hijo, a él lo torturé más de seis horas, le hice laceraciones y cortes en todo el cuerpo utilizando una punta hechiza, los cortes de los parpados le dolieron en serio; le puse a un lado los cadáveres de su esposa e hijo, le acompañaron durante toda la tortura. Al final le volé la cabeza de una sola tajada, un verdugo eclesiástico me sentí. El patrón me felicitó y me dio más dinero de lo pactado. Otro patrón me hizo su escolta, esa temporada en verdad qué hice daño, me iba convirtiendo en otra cosa, otro líquido me recorría las venas, ácido, ardía por dentro y encendía todo por fuera. Me desaté, mordí, trituré y escupí no tan sólo la mano que me alimentaba, fastidié su cuerpo y de paso, mi espíritu entero. Hasta ese instante supe de su existencia, el reconocerlo implicó sentir culpa y miedo. Grave –doble- error, en un mes este jefe sería ascendido a jefe único de la célula del bajío, mi vida corría un riesgo indescriptible, la escoria del país estaba tras de mí y era encabezada por el pútrido más vil, mi ser, mi yo.
¿Dolor? ¿Qué si siento dolor?, ojalá pudiese sentirlo, saben, en ocasiones me arrepiento de no sentir nada. A veces me arrepiento que no haya un dios que me castigue. Intentando escapar día a día, no de los sicarios, no de los políticos, no de los fantasmas, no, de mí mismo. Me arrepiento de no poder jalarle al gatillo.



“Yo quería una misión y por mis pecados me dieron una”



Capitán Willard, Apocalypse Now.

Mañana no es igual a ayer.


Atormentado por el vendaval de reproches,
ahogándose de temor por las noches.
Insistir en sentirse arrepentido,
de no haber advertido,
ir quedándose dormido,
el resultado no fue divertido.
Algo de que arrepentirse,
pues estuvo cerca de irse.
Hace un personal inventario,
más bien parece juicio sumario.
No hay concordancia,
entre edad e ignorancia.
Reconocerse arrogante,
dejar de ser farsante.
Ponerle sano remedio,
al motivo actual del tedio.
Mala decisión,
buscar evasión.
Todo creció,
algo desapareció,
volviéndose, necio,
no lo entendió,
hasta que decidió:
vivir reducido,
cambiar dirección,
seguir indefinido,
buscar distracción.
Así hasta el final,
no causar más mal,
poder dominar,
perder o ganar.

jueves, 26 de mayo de 2011

La monja.

El látigo de cinco puntas azotaba la espalda blanca como la nieve abriendo surcos, dejando salir la sangre que se detenía en el hábito caído a la cintura, la túnica pronto se vistió de rojo, rojo sangre de monja pecadora acosada por placeres insanos.

La claraboya del techo asegurada con una cruz de hierro forjado dejaba pasar la luz de la luna haciendo que su sombra se posara en la almohada dura de la cama. En las largas noches de soledad la cruz cubría su cara como protegiéndola de los pensamientos mundanos que últimamente la acosaban.

Los días monótonos entre cantos, rezos y loas habían quedado atrás, días en que haciendo tanto calor descubrió que bajo los hábitos de monja pura se encontraba una mujer, una mujer que había errado el camino a la gloria.

Sucedió una noche en que el calor intenso no daba tregua, el paseo por los jardines del convento no habían cumplido el cometido de serenarla, la luna llena ejercía un raro hechizo sobre su cuerpo haciendo que lenguas de fuego la quemaran por dentro.
Subió a la celda quitándose con mucho cuidado los hábitos que depositó en la silla huérfana del cuarto, la cama de tablones y el reclinatorio frente a una cruz eran el único mobiliario de la celda en la que dormía hace ya muchos años.

Acostándose, sintiendo desfallecer dejó reposar la cabeza sobre la almohada inmune a sueños de amor, al parecer una ola de calor estaba azotando la zona, ni siendo hijas de dios las monjas se libraban del calor intenso.
Limpiando el sudor que adornaba su frente bajó la mano que sin malicia tocó uno de los senos virginales haciendo que despertaran de inmediato los palomos dormidos bajo la túnica blanca. Un calor extraño viajó por todo su cuerpo posándose en el bajo vientre haciendo que una punzada la despertara de su letargo, con la otra mano tocó la zona prohibida tratando de calmar la desazón que se había apoderado de ella. Rozó el pubis parte inmaculada limpia de caricias y deseos, sintió un desconocido placer dejando que sus dedos hurgaran sus adentros haciendo que el corazón se le subiera a la garganta. Lejos de arrepentirse inició un vaivén frenético con gemidos que empezaron a escapar de su boca deteniéndolos al morder el puño de su mano libre.

Se revolcaba en la dura cama sin tratar de detener el clímax que se veía venir disfrutándolo, sintiendo como una humedad diferente invadía su cuerpo, abrió los ojos en el momento de máximo placer viendo la cruz en el techo que le recordó haber jurado ser pura para entregarse al señor y ya no le importó nada.
Su mano viajó rápidamente hasta llegar a los límites de la muerte ahogando un grito en la almohada con la cruz reflejada, con la cara roja y los ojos en blanco tocó por primera vez el placer de la autocomplacencia.

Así habían pasado muchas noches sin arrepentirse de que sus manos buscaran orgasmos escondidos en el cuerpo virgen saliendo sin control como adolescente abriendo los ojos a la vida  pero ya no podía seguir así, los azotes dados a su nívea espalda no calmaban la furia desconocida que llegaba todas las noches a posarse en su cuerpo haciendo que para calmarlo buscara autoflagelarse y no por arrepentimiento sino porque quería que la lujuria no la abandonara nunca, no después de haberla probado.

Así sin más, un mal día desapareció del convento dejando doblados los hábitos sobre la almohada con la cruz iluminada por el cuarto menguante de una luna cómplice, en el convento nada volvieron a saber de ella, intuían que se había escapado buscando una mejor vida.

Jamás volvieron a saber de ella, pero en el pueblo se rumoraba la llegada de una mujer con piel blanca como la luna a la célebre casa de citas del lugar, los hombres hablaban de ella como la más profesional habida nunca en el pueblo y las mujeres... las mujeres querían ser como ella.

La monja jamás se arrepintió de haberle dado un giro a su vida, el sexo descubierto con sus manos entre sábanas blancas le habían hecho encontrar la profesión a la que había sido mandada a este mundo, elegir ser puta era lo mejor que le habría sucedido después de ser virgen por mucho tiempo.

Entre el cielo y el infierno había elegido el infierno porque ahí era como quería ser: la mejor, disfrutando los placeres carnales, probando bocas de decenas de hombres que con sonrisa satisfecha dejaban el lugar jurando volver al infierno que ella había escogido.


















miércoles, 25 de mayo de 2011

Partir...(para volver)




Dices irte, esperando qué el final se nos concentre en el mejor de los posibles, como un vicio mutuo somos permanentes, porqué cuando el corazón nos muerde ya no suelta prenda.

...Pero ahora vuelves

¿Qué es lo qué sucede?

Pasa, entra ahora en mis terrenos compasivos,
Digamos qué el mundo está de sobra, que nos es desconocido
déjame a solas cobijarme con tu cuerpo
muéstrame esa benevolencia que palpita,
aquél secreto oculto que atesoras,
dejemos al abandono triste, ignorado,
del otro lado de la puerta.
Rompamos labios contra labios
¿Acaso ya no hay más sueños que enterrar?
¿Será que hoy nos sobro la arena?
Sin lugar para las dudas, sin lugar para salir
¡Qué más da quebrarnos las rodillas!... roguemos por ti,
por el momento…por el terror repetido entre nosotros.

Y es que la sangre, la tormenta, quieren llegar para escapar, más opuestamente nos arrastran al lado del otro, queda caos continuo, queriendo salir de ti, de aquí, hacia otro lugar.

¿Somos traición entonces?

Ignoradamente compartidos, sí, ignoradamente repetidos aunque no lo quieras. Dices quererte ir… para volver después, porqué sabemos bien qué cuando traba el corazón, también traban las piernas.


¿Arrepentido?


¿Quién dijo jugar, quién gana o quién pierde?

Ni de aquí, ni de allá


La vida de Simón transcurría lenta, sin emoción, como su pueblo: Villagrán.
Con el paso de los años se le despertaron incomprensibles deseos.
Dudaba todo el tiempo: decía sí y lloraba por ello, elegía blanco pero se quedaba con ganas de negro, tomaba un par de cervezas y se arrepentía de comprarlas.
Esto se debía a su condición de imbécil.
Si bien su retraso no era excesivo, pues trabajaba como mozo en una botica, la limitada capacidad intelectual le ocasionó burlas que de tan frecuentes se hicieron costumbre.
A los veintidós años era un tipo tímido e inseguro, de mirada escurridiza y paso lento. De no ser conocido como el tonto del pueblo, su aspecto promedio habría pasado inadvertido.
Su mejor amiga, Eumelia, la única en Villagrán que lo entendía, era su conciencia y confidente. Mayor a él por cuatro años, desde chica lo defendió de burlas e injusticias. Por eso Simón le profesaba lealtad infinita. Todas las tardes, saliendo de trabajar, iba a la panadería de su amiga. Podía quedarse horas con ella, entre plática y plática, le ayudaba a acomodar los bolillos o a limpiar el mostrador.
Extraordinariamente, además de Eumelia, lo quería –pero de otra forma– Maura, a quien desde niña le apodaron “La Chíngale”, una muchacha torpe de rodillas chuecas, nariz aguileña y rostro cacarizo, su fealdad era olvidada por la alegría que contagiaba al pueblo entero.
Simón la rechazó tantas veces que es hiriente contarlas.
No es que no deseara novia, pero quería una como las que salían en las telenovelas, o como las muchachas del pueblo que los domingos adornaban la plaza.
Era tonto pero no tanto para que encima anduviera con La Chíngale, ya suficiente imbecilidad cargaba como para todavía buscarla en pareja.
Aunado a eso, estaban las dudas por su preferencia sexual, secreto que sólo Eumelia conocía.
Una tarde, La Chíngale se apareció por la panadería, mientras escogía el pan que con cuidado vaciaba a una charola, le lanzaba coquetas miradas a Simón. Ella lo hacía temblar, en realidad hasta una mosca podía conseguirlo.
A Eumelia le divertía azuzar el fuego y aprovechaba para hacerla de cupido:
-¡Qué milagro Chíngale! Justo ahora Simón preguntaba por ti -y le daba unos codazos para integrarlo a la plática.
-Ah, sí -respondía torpemente.
Los jijijís de La Chíngale surgían de inmediato:
-¡Ay Simón! -y más jijijí- ¿Cómo estás? -entonces se retorcía todita- A ver cuándo me invitas una nieve -y manoteaba alegre.

Pasaban varios minutos en que él callaba, sudaba. En cuanto su enamorada salía del local, llegaba la lluvia de reclamos por parte de Eumelia:
-A ti lo que te falta es una vieja -le aseguraba enérgica- mira que otra Chíngale no te vas encontrar.
-Es que no la quiero, ni siquiera me gusta… no se parece a las muchachas que me gustan.
-¿Muchachas? O te refieres a los travestis que miroteas en la cantina, ¡ya déjate de juegos! Eso aquí o en China es jotería -entonces se alejaba apretando sus prejuicios y se hacía la ocupada.
-No sé, no sé -murmuraba Simón, y se perdía en pensamientos que lo llevaban a ninguna parte.
Así se le iba la vida, entre dobles deseos, anhelando tanto los besos de hombres como de mujeres. A veces soñaba con ciertos varones del pueblo que se le antojaban nada más de mirarlos, o pensaba en las muchachas, que los domingos en la plaza, tanto suspiro le arrancaban. Esas ideas contrariaban su básica mentalidad, lo hacían sentir sucio.
Un día escuchó en la radio el concepto ‘bisexualidad’ y se sintió libre. Creyó que la voz del aparato era sólo para él, que el mundo por fin lo aceptaba.
Imaginó que los muchachos lo miraban como él quería, se visualizó besando al joven sacristán, y acariciando a Juanita, a la que desde niña pretendía en silencio. Se imaginó feliz.
Pero el domingo siguiente en misa, la seguridad se le borró cuando asomó el sermón que trataba del fuego eterno al que estaban condenados los ‘anormales’, como el cura les llamaba. A su mundo regresaron las habituales dudas.
Asustado de caer en el infierno, llegó a casa con la decisión de tirar las revistuchas que tantas noches febriles le otorgaron; también devolvió al cuarto de su madre, los tacones que a escondidas por las noches se ponía.
Al final, como siempre, compraba más revistas y hurtaba un nuevo par de tacones. Pasados los meses regresaría a misa para salir con el mismo temor a condenarse.
Esa historia, Eumelia la sabía de memoria.
-Para qué vivir así, mejor salte del clóset -le decía enfadada.
-¡No! -de inmediato protestaba- ya suficiente es que me llamen tonto para que encima digan que soy puto.
Ella reía, a veces meneaba la cabeza. Así se les iba la vida.
Simón seguiría haciéndose el difícil con La Chíngale, que más tarde se cansaría de mirarle; continuaría hablando largo y tendido con su única amiga, y esta, defendiéndolo eternamente de los niños villagranenses, que apenas nacían y ya sabían de su condición de imbécil.
Pasaron los años, Eumelia y Simón seguían platicando todas las tardes en la panadería, uno de esos días pasó frente a ellos una niña de caminado torpe, rodillas chuecas y nariz aguileña, era tan fea como su madre, quien la llevaba de la mano. Junto a ellas iba don Genaro, que saludó amablemente.
Cuando se alejaron, Simón emitió un largo suspiro. Eumelia comprendió su nostalgia.
-¿Y ahora qué piensas? -le preguntó.
-Que esa pudo haber sido mi vida -y con tristeza, señaló a la familia que cruzaba la calle.

martes, 24 de mayo de 2011

Tenía pensado publicar otro post, pero me arrepentí.

Para Andrés los últimos 2 años han sido de decadencia pura. Cuando descubrió la infidelidad de su esposa Claudia fue cuando todo empezó a venirse abajo. No pudieron llegar a un acuerdo ni por tener a Vicky de 2 años, a Eduardo de 4 y a Crecencio, el querido perro chihuahua de la casa. Andrés no estaba dispuesto a perdonarla y por otro lado Claudia estaba dispuesta a seguir con sus amantes, así que empezaron con los trámites de divorcio.
El divorció le costó caro en todos los sentidos, estaba agotado mentalmente, desmoralizado y humillado, y con la cartera bastante gastada. El trabajo que antes le dejaba el suficiente dinero como para darse cierto tipo de lujos (salir de viaje hasta tres veces por año con toda la familia, vivir en una casa con espacio de sobra y hasta comer tres veces al día), se había terminado, pues era contratista. Consiguió un empleo en un Wal-Mart donde apenas ganaba lo suficiente para seguir con los trámites legales pero seguía con una vida lo que se puede llamar digna. Eso duró poco tiempo.
El problema que trajo cambiar a un empleo, significó que eventualmente perdiera la demanda del divorcio por no tener los recursos suficientes para pagar a un buen abogado (a pesar de que tenía todas las de ganar, Claudia tenía más dinero y el apoyo incondicional de toda su familia, y con el mismo, más influencias). Claudia ganó la custodia de los niños y de paso una pensión alimenticia, la casa y los muebles y a Crecencio.
Andrés ya no podía ver a los niños, pues su exmujer vendió la antigua casa y se cambió de ciudad para "rehacer" su vida lejos de sus "demonios". Aunque en realidad lo hizo para que él ya no viera a los chamacos.
Para ganar un poco más de dinero, Andrés tenía que quedarse a trabajar horas extras mal pagadas. Sin embargo, a duras penas completaba para rentar un cuarto de azotea y medio comer. En las mañanas desayunaba un café sin azúcar y una sola rebanada de pan, en la tarde comía lo que podía, a veces comía en las botanas de las cantinas y otras algún conocido se apiadaba de él y le invitaba a comer o le regalaba un plato (casi siempre sopas maruchan). Raras eran las veces que cenaba. De haber pesado 85 k pasó a los 69 k en unos meses (los peores meses... hasta ahora). Pero eso sí, siempre era puntual para depositar la pensión de los niños.
Estaba juntando dinero para poder hacer el viaje un fin de semana para ver a Eduardo, a Vicky y a Crecencio, que era a quien más extrañaba, pero al paso que iba, podría ir a verlos dentro de muchos meses. Meses que significaban chingas y sacrificios.
Una noche, estaba pensando en como habían pasado las cosas. Recordó el coraje que sintió cuando descubrió a Claudia con el vecino revolcándose en la cama. Recordó como iba al trabajo hasta en domingos para que no les faltara nada en casa. Todas las veces que no pudo estar al lado de su esposa en momentos difíciles, como cuando gracias a dios, falleció su suegra. Recordó la vez que le pego a Claudia cuando se enteró que su segundo hijo iba a ser niña, pues el quería dos varones y ella tuvo la culpa de que no fuera así. Duró algunas horas pensando en esas cosas, y después de hacer una especie de reflexión, se dijo a sí mismo: todo pasó por el pinche divorcio, maldita Claudia siempre le di todo, hasta le compre una bolsita para que paseara a Crecencio cuando salía a la calle a comprarme cerveza. Hasta la dejaba que se viera una vez al mes con sus amigas. No cabe duda que hay gente que no sabe apreciar lo que tiene.
Andrés era de los que no se arrepentían.

Confieso


"Por mi culpa, por mi culpa por mi grande culpa"
Frases repetidas infinidad de veces bajo la tenue luz del confesionario, entornando los ojos con cara de beata iluminada.
-Arrodíllate hija mía y dime tus pecados. ¿Hace cuánto que no te confiesas?.
Ensalmos repetidos desde la infancia que simulaban abrir las puertas del cielo.
"Prometo firmemente enmendarme y alejarme de las ocasiones de pecar"
Acúsome de:
...amarme con mis manos pensando en él, por las noches, la mañana o las tardes, antes del desayuno, después del trabajo y antes de dormir.
...tumbarme en una hamaca en la playa sin moverme más que para alcanzar el agua que a veces tomaba con popote por no enderezarme.
...comer chocolate y helado en exceso, ¡tan dulce, tan rico!, que no he parado hasta no sentir ganas de vomitar.
...haberlo besado con odio. De querer arrancarle los ojos con mis uñas para jugar a las canicas.
...haber querido robarle su voz, pidiéndole a mi diablo favorito dejara muda a la chica del teléfono con voz sexy.
...ansiar ser más linda, más inteligente, más coqueta, más sexy, más hermosa, más, más, más...
...de no arrepentirme de nada porque todo lo que he hecho ha sido bueno, ha sido cuando, donde, como y porque he querido.
-Entonces no te puedo absolver-. Dice el sacerdote.
-El arrepentimiento es una invención para justificar el placer que producen ciertos actos pero que no aceptamos porque han dicho que todo está prohibido. Contestó la anciana.
-¡Vete y no regreses!, cuando estés en tu lecho de muerte, te haré la misma pregunta, a ver si el abismo no te da miedo.
-La respuesta será la misma, no me arrepiento de nada porque esta es mi vida, porque cada dolor, triunfo, indiferencia o golpes ganados u ofrecidos han sido consciente de que no hay segundas oportunidades y mejor me ocupo de seguir exprimiendo el limón con cuchara mientras pueda...
“Por mi culpa, por mi culpa, por mi grande culpa..."
Salió sintiendo la mirada acusadora o ¿aprobatoria? de los santos huecos vestidos de rojo, verde o amarillo mientras la fila de reincidentes con cara de anticipada satisfacción aguardaba su turno para resarcir el alma.

Ora pronobis...

Chin chin el que se raje

"-...father?
-Yes son.
-I want to kill you.
-Mother. I wanna fuck you.."

The End. The Doors





Mi señor padre una vez me dijo "todo a su tiempo. Hay tiempo para reir, hay tiempo para llorar. Hay tiempo para estudiar, como hay tiempo para jugar. Hay tiempo para amar y tiempo para olvidar. Pero para lo que no hay tiempo es para arrepentirse". Esta frase dicha a un niño de seis años, que apenas va a entrar a su primer día de clases, se queda grabada. Sobre todo lo de "hay tiempo para jugar", pero ya después, cuando se va creciendo y (dizque) madurando, no hay tiempo para arrepentirse, no se vale, no es bueno para la salud.

Arrepentimiento. ¿Para qué? ya la cagaste, ya que chingados, a seguir con la vida, a aprender de los errores y a tratar de volver a cometerlos, pero un poco diferente. Así nadie se da cuenta. Y si se dán cuenta, pues ya que. Move on.

Pondré un ejemplo práctico. Aún no termino la prepa. Hago lo que hace un licenciado en sistemas, tengo las presiones de un directivo y me encargo de mantener tres universidades en pie, todo por el módico salario de un we de limpieza. Y a veces, llega alguien a decirme, ¿no te arrepientes de haber desperdiciado tu vida? ¿tiempo? ¿y todo para que hagas lo de un jefe y te paguen el mínimo?

Y mi respuesta siempre es la misma.
La neta no. Porque viví lo que quize, cuando quize, a la hora que quize. Puedo decir que si muero hoy, moriría satisfecho con mi vida. Y puedo jurarte que las experiencias que pase, no las cambiaría por nada.
Esto es solo una pequeñez. Es algo que me pasa unas tres o cuatro veces por semana y espero que dentro de diez o quince años, mi forma de pensar siga siendo la misma.

Porque chin chin el que se raje. Arrepentirse es para maricones.


(Y si se preguntaron por la cita del principio, es para que recuerden a los héroes ácidos de los sesentas)


Con ustedes Dark Angel,
Escribicionista.

lunes, 23 de mayo de 2011

Ensayito


Todas las emociones y sentimientos humanos sirven para algo, por mas que los protocolos de socialización nos orillen a ocultar algunos por no estar bien vistos, existen, nos afectan, nos remueven y nos sirven para algo.
Envidia, frustración, celos, tristeza, coraje, ambición, egoísmo, arrepentimiento. Hemos aprendido a matizarlos para no sentirlos mal vistos o inadaptados.
Bajo esa premisa tenemos la “envidia de la buena” “poquitos celos alimentan la relación” “La ambición también te ayuda a progresar” “el egoísmo no es malo porque tienes que pensar en ti mismo” todo es un matiz para sublimar nuestros instintos mas primitivos y todos alguna vez hemos negado sentirlos.
Yo en un acto de honestidad, les platico aquí que he sentido envidia (y no de la buena) frustración (montón de veces), celos (mas por razones parecidas a la envidia que a la relación de pareja) tristeza (las mismitas veces que alegría) coraje ( ¡puta madre!) ambición (mucha cosa material, si, la verdad) egoísmo (me costó, lo trabajé, no estoy segura de quererlo compartir) y lo que hoy nos concierne: arrepentimiento; la cuestión que quería exponer es que, de todos los sentimientos “negativos” o no bien aceptados por los clubs de optimistas y los libros de autoayuda, el arrepentimiento es el que menos me gusta y con el que menos me he visto afectada.
El arrepentimiento tiene que ver con el pasado, y el pasado es útil para aprender, nada más.Éste sentimiento junto con la culpa me parecen sentimientos que te detienen en lo que fue, y en ese otro sentido, el pasado es muy inútil pues no hay nada que hacer con lo que ya se hizo.
Una vez que resuelves aquello de lo que tienes que aprender, el arrepentimiento y la culpa se van, me parece que el sentimiento debe ser instantáneo, analítico y una vez que entiendes tu conflicto, hay que ir a otra cosa, creo que es, o debería ser, una reacción momentánea.
Escarbando en situaciones que me hubieran hecho sentir arrepentida, me alegro encontrar cosas superfluas y que se reparan fácilmente, y una por ahí que si me atormentó por algún tiempo y que tuvo su momento de reivindicación librándome de éste sentimiento.
Cada quien que haga su inventario.
Al decir que el arrepentimiento está relacionado con el pasado y que el pasado es una cosa muy inútil, pienso en un sentido mas global y en la humanidad y su historia. En ésta perspectiva resultaría revolucionario que conociéramos la historia y nos arrepintiéramos de lo que ha ocurrido; arrepentirnos significaría haber aprendido la lección, ¿imaginan lo que eso significaría?.