jueves, 22 de septiembre de 2011

Disidente


Cuando Rafael abrió la puerta, ya todos estaban ahí. Entró con sigilo e intentando resistir el torrente de miradas tomó asiento.

El Jefe, que de pie frente a la ventana le daba la espalda a todos, preguntó sin siquiera voltear.

-¿Ahora s podemos comenzar?

Todos los ojos brincaron hacia Rafael, quien luchaba por poner en orden el legajo de reportes que extraía de su morral.

-Sí- respondió titubeante- perdón por el retraso, fue difícil...

-Ahórranos las aclaraciones. -cortó el Señor- ¿Qué dijeron?

Hubo un silencio de apenas segundos, pero largo como la eternidad.

-Que no – Sentenció finalmente Rafael.

El Señor suspiró larga y profundamente pero sin retirar la vista del ventanal. Nadie en la sala dijo una palabra, pero todos intercambiaban miradas entre perplejos e incrédulos. Él dió media vuelta y se inclinó apoyando sus manos en el borde de la mesa. Su expresión era desconcertantemente serena.

-¿Así nada más? ¿No?.

-La trascripción de lo que dijeron está en el reporte; si me permite, Señor, procedo a leerle...

-No, no, deja el reporte en la mesa, cuando hayamos terminado lo leeré. Quiero que nos cuentes lo que pasó.

-Bueno... en realidad la reunión duro poco, cosa de una hora y nuestra conversación se dio en tono muy afable, es decir, nadie se alteró, no hubo reclamos ni se levantó la voz en ningún momento. Ellos nos escucharon con atención, tanta, que por un momento creí que aceptarían nuestra propuesta.

-¿Y entonces?

-Pues usted lo conoce, Señor, con él no se puede saber, lo mismo es un barril de pólvora que un encanto.

-¡Él no es ningún encanto! Es un traidor y un embaucador –terció Miguel, e iba a continuar pero el jefe lo detuvo en seco con un ademán.

-¿Qué fue exactamente lo que te dijo?

Rafael se puso de pie.

-¿Quiere usted que le lea la trascripción?- Todas las pupilas huyeron hacia otro lugar con un dejo de sorna. Rafael, de los siete, quizá era el más dedicado, pero a veces pecaba de cándido.

-No, Rafael, he dicho que me dejes el reporte sobre la mesa. Lo que quiero es que me digas lo que te dijo tal y como lo recuerdes.

Hubo otro silencio incomodo, Rafael pareció titubear.

-Dijo que se retiraban porque usted ha olvidado de los objetivos científicos con los que iniciaron el proyecto y que lo esta convirtiendo en un asunto de promoción personal. Dijo que no piensan participar en una investigación cuyo único fin es transformarlo a usted en una celebridad, que prefieren deslindarse del asunto antes de verlo convertido en una cuestión de culto que nada tenga que ver con la ciencia.- Sentenció de un hilo. Aunque trató de que no se notara, no pudo evitar que una sonrisa se le dibujara en el rostro cuando observo la petrificada expresión de todos. Se apoderó de su alma un sentimiento nuevo, de congoja, por permitirle a su corazón darle cabida a la satisfacción de demostrarles que podía ser duro y cruel, que podía, aunque usando palabras de otros, ponerlos a todos a en su sitio. Sintió vergüenza de, por un brevísimo instante, estar de acuerdo con la disidencia. Agacho la cabeza y volvió a tomar asiento.

-¿Y qué más dijo?-

-Nada más. Después de ello argumentó que no teníamos ya nada de que hablar y él y toda su gente abandonaron el salón.

El Jefe tomó asiento. Su rostro, a pesar de la frialdad no reflejaba nerviosismo ni enojo. Apoyando los brazos cruzados sobre la mesa, dijo finalmente:

-El rompimiento, entonces, es definitivo y nos toca actuar. Caballeros: ¿Que proponen?

-Debemos aplastarlos. –estalló Miguel- Son apenas un puñado de nosotros y están poniendo en riesgo todo el plan, no podemos permitir que lo que tanto trabajo ha costado se malogre por las cerrazón de un ato de...

-No, Miguel, -interrumpió el señor- no vamos a enfrentarnos a ellos, tenemos que ser más inteligentes, más sutiles.

-Yo propongo que los ignoremos y sigamos adelante. - intervino Uriel- Las últimas semanas, aún con tropiezos, no hemos necesitado de su ayuda para continuar. No los necesitamos.

-¿Olvidas que ellos poseen parte del código? - insistió Miguel- ¿Qué el sistema tendrá errores y fallos quizá terminales debido a ello? Además, existe el riesgo de que utilicen la información que poseen en nuestra contra y nos arrebaten el proyecto o parte de este. Hay que acabarlos.

-Dije que no los enfrentaremos, Miguel.- Repitió el jefe con firmeza. Miguel asintió levemente y guardo silencio. Ni siquiera él, el más combativo del grupo, osaba oponerse al señor cuando usaba ese tono.

-Yo creo que debemos organizar una campaña de descrédito.- Afirmó Gabriel.

- Explícate –Le requirió el jefe.

-Debemos difundir la idea de que los levantados no se retiraron, sino que fueron expulsados por insubordinación; debemos culparlos de sabotaje tras cada cosa que salga mal, a fin de cuentas no sería mentira: La parte que él diseñó es fundamental para el proyecto y sabemos que muchas cosas fallarán por su defecto.

-Muy bien.

-Debemos asegurar su desprestigio total, ponerlos en una situación de la que ya no puedan levantarse, hasta sembrar el temor hacia ellos. Podemos convertirlos en el enemigo, incluso en algo monstruoso. El caso es garantizar que si un día regresan nadie los siga, nadie crea una palabra de lo que digan.

-Perfecto. ¿Cómo comenzaríamos?

-Pienso que el primer paso es transformar su imagen. Cuando hablo de convertirlos en monstruos no lo hago metafóricamente: Hay que convertirlos en verdaderos monstruos, de apariencia y alma repugnantes, aprovechando que nadie los conoce. Si nos apresuramos a sembrar en la gente la idea de que cualquier cosa que se relacione a ellos y especialmente con él, huele a podrido, pronto todo lo que hagan o digan solo confirmará en la mente de todos que ellos son la causa de todas sus desgracias y sus penas. El beneficio sería doble, pues no solo estaríamos automáticamente exculpados de cualquier fallo, sino que terminaríamos en el papel de paladines, de defensores de la gente. Héroes, vamos.

-¡Estupenda idea, Gabriel! Miguel, tu te encargaras de este operativo, reúne a tu gente y muévanse, no vaya a ser que ellos estén pensando una ofensiva.

-Sí, Señor.

-Y, Miguel...

-Dígame, Señor

-Pon especial atención a la imagen de él: Quiero que lo despojes de todo rastro de belleza y de bondad, tiene que verse sanguinario y cruel, pero al mismo tiempo débil e impotente en comparación nuestra.

-Cuente con ello, Señor.

-Vamos, la junta terminó.

Y estaban retirándose cuando el Jefe, que había vuelto a ponerse de pie y miraba a través del ventanal, los detuvo.

-Esperen.

-Diga, Señor –respondió Gabriel

-Ustedes saben -dijo sin voltear- que Luzbel y su gente no tienen razón, que esto no es un acto de soberbia, que mí intención no es y nunca ha sido volverme objeto de veneración para nadie. ¿Verdad?

Tras una breve pausa, Rafael respondió.

-Lo sabemos, Señor, descuide.

Y Él, con una seña, los autorizó a retirarse.

10 comentarios:

NTQVCA dijo...

Bravo! Sin duda la drescripción de las reacciones de tus personajes me atrapó, un gusto leerte aquí de invitado!

la MaLquEridA dijo...

Sabía que el tema que postearas sería interesante y así ha sido.

Pienso que algo de lo que pasa en el país se puede leer entre líneas, espero haber entendido bien.


Un abrazo Araña, gracias por aceptar colaborar.

Fantasía psiquiátrica dijo...

Muy agradable su Satánica majestad.

Unknown dijo...

Sí, me sonó por momentos a asuntos políticos, de esos en los que está metido en estos momentos México.
Arquetipos, les dicen, muy bien representados, en un ambiente tipo empresarial y al final bien revelados, llamados por su propio nombre o nombre propio, que para el caso es lo mismo.
¡Vientos Araña!

Ros dijo...

Un placer leerte.

Y wow, me mantuviste en suspenso; ya quería saber en qué acabaría.

Buenos los personajes. Me gustó tu estilo narrativo. Por ahí algunos dedazos de acentos.

Siracusa dijo...

La humanización de los ángeles, demonios y el Jefe me parecio genial!! creo que pocas veces leemos esas historias desde un punto de vista frío y más práctico, a fin de cuentas, una lucha entre la ciencia (cosa que me encantó en tu texto) y la onda divina usando la frase del buen Maquiavelo, el fin justifica los medios.

saludos!!!

D. dijo...

Un gusto leerte.

Está muy bueno; te tiene atento hasta la última frase.

¿Agregar o quitar? Nada.

Por lo demás:
¿Quién puede decir que sucedió así como contás, o no?

Saludos, amigo.

Pinchesendic dijo...

que buena historia y muy bien narrada, se trata de uno de los disidentes más famosos de la historia.

Dr. Gonzo dijo...

Es original la manera en que se planteó. Hay un comic que se llama Lucifer (bueno, se llamaba, ya no sale, pero es conseguible) en el que la premisa es que Lucifer dimite de ser el jefe del infierno y baja a la tierra a vivir entre los humanos y constantemente se topa con situaciones muy similares a la de tu escrito. Fue bastante agradable leer algo así.

Capitan TINTASANGRE dijo...

El CIELO SA DE CV.

realmente trasladaste una imagen muy corporativa del cielo, con su complejidad politica y la maquinaria maquiavelica aceitandose.

excelente historia,

bienvenido al proyecto invitado.