martes, 20 de septiembre de 2011

Pies para que los quiero, si no puedo correr




Esta historia se parece a muchas otras.
Las ideas infectan y gangrenan, no se sabe cuándo o porque ocurrirá, lo cierto es que también hay quién jamás siente ese bicho
¿Verdad?



La tarde era nublada, olía a pólvora, guayaba y tequila. Habían salido de la universidad debido a la suspensión por el informe del Rector. El grupo de estudiantes de Historia junto con los de Antropología, eran los encargados de organizar el mitin y acarrear a los estudiantes de la prepa.
Ofelia se encargaba de ellos, iba en el carro de Memo y los convencía previamente, de que debían exigir sus derechos y no quedarse callados ante las injusticias. Pero lo que importaba a los de la 2 de Octubre, era el hecho de poder aventar jitomates y madrearse con los de la Emiliano Zapata (que contrario al héroe eran los más fresas y mamones del sistema de media superior), correr y después celebrar secuestrando camiones, robando tiendas y licorerías para terminar en el rancho de alguno de los líderes que movían a los de la Plutarco Elías Calles, que a su vez, se odiaban cotidianamente, con los de la Benito Juárez. Odios y rencillas limadas al calor del Bacardi, Don Pedro, Presidente y una Viuda de Romero muy alegre.

El mes de septiembre era el preferido por el Rector para hacer el informe a lo grande. Convocaba al Cabildo Municipal, se adornaba el Carolino, las puertas de su entrada jesuítica se abrían de par en par para recibir a directores, decanos y gente importante que asistían a exaltar al tipo que no había hecho nada por la universidad, que solo reprimía la libertad de expresión, que los había dejado sin becas, sin revista y pronto, sin edificio donde se alojase la Facultad de Filosofía y Letras.

-No mames Memo, porque permitieron que hicieran esas pendejadas, ¿quemar la biblioteca?
-Sabes que cuando se ponen locos no le hacen caso a nadie.
-Ya estoy hasta la madre de que seamos solo un grupo que hace destrozos, hagamos algo, vayamos a donde debamos ir, no lo sé, ¿estás conmigo?
-Sabes qué sí.

El informe empezó a la hora convenida, los camiones con estudiantes empezaron a llegar, los abucheos, las consignas y los jitomates podridos llovían por todos lados. Estudiantes corriendo y gritando por los pasillos, las secretarias cerraron las puertas para que no hubiera mayores destrozos, pero las cosas se habían puesto mal. No había manera de echarse atrás. La mayoría había logrado salir, menos estos tres. –¡Ahora sí verán lo que es bueno, cabrones!- les decían los municipales mientras los subían a la patrulla. Ofelia veía al Munra y de pronto a Memo. Con sus miradas se comunicaban. Se susurraban que todo estaría bien, solo era cuestión de aguantar.

-Ofe, si nos agarran tu tranquila, no pasa nada, tu nomás déjate llevar por lo que dicen aquellos cerdos y nomás no llores, no llores-. La luz de la patrulla la enceguecía. Los tres tenían los ojos rojos debido a los churros que se habían fumado antes del informe. Los esposaron, les tomaron sus generales y los condujeron a los separos.

-Si de nuevo me llamas para que vaya por ti, mejor olvídalo, porque ahí te quedas, a ver si aprendes y dejas de andar de alborotadora.
-Mamá, es que tú no los conoces, ellos son una mierda, debemos exigir nuestros derechos, nos olvidan porque somos su conciencia. Y no me callare, total, más vale hablar que permanecer en el silencio mediocre.

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-¿Qué quieres?- Le preguntó su madre mientras desenredaba el hilo para tejer otro suéter.
-No lo sé-. Contestó sombríamente aquella mujer que se mecía sobre la silla abriendo y cerrando la hoja de la ventana con el pie. Observó sus uñas rojas y le pareció que el sol las hacía más brillantes. La que desenredaba el hilo de pronto se detuvo y reconoció el paso de los años. La de uñas rojas al sentirse observada sintió pena, tal vez, el sol de la tarde dejaría ver un corazón podrido y un alma agusanada.

-¿Qué me miras? ¿Porque quieres saber hacia dónde dirijo mis pasos?
-Respuestas no encontraras, aunque si te esfuerzas, tal vez lo sepas. Un suspiro contenido. Se levantó y violentamente cerró la ventana. El sol se esfumo por detrás de ella.
Hacia tanto tiempo que se había olvidado de los sueños, de los ideales, había olvidado el porqué de todo. Una sonrisa amarga. Todo le parecía bizarro y pensó nuevamente en aquellos años, en aquella noche donde conoció el dolor, en Memo al que no volvió a ver. ¿Dónde estás?, otra pregunta sin respuesta.

Ofelia siempre había odiado las preguntas sin respuestas, por eso, siempre las perseguía hasta quedar satisfecha y mayormente raspada por querer subir las pendientes más altas. Pero estaba cansada, eso era cierto. Había decidido dejar las botas para calzarse las zapatillas de ejecutiva que ahora tenía y la conservaba en la calma de la comodidad y las buenas costumbres, razones suficientes, le habían dicho sus padres.

Se había propuesto ser una persona como el resto de las demás. Buscó sincronizarse al reloj de la vida: con horarios para comer y dormir como todos. La rutina la amenazaba, aunque de repente asomaba la locura con sus hipnóticos destellos. Por sus venas aun corría la sangre de amazona, que le pedía recorrer el mundo y conquistarlo, un mundo que fluía por su cuerpo latiendo con mucha fuerza porque estaba viva, tanto como el color de sus uñas. Y sin embargo estaba ahí, en alguna oficina, sentada y escuchando a los demás. Del cajón sacaba una hoja de papel con las firmas de todos aquellos que en su momento estuvieron contra el sistema de cosas perfectas y acomodadas. Lo leía cada vez que se sentía hastiada por su rutina y su buen comportamiento. Tenía la ligera esperanza de que algún día las cosas podrían funcionar mejor si tan solo de decidiera, como la mañana en la que se tatuó en la espalda el símbolo de su libertad, que ahora como ella, tenía un ala rota.

10 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

La mayoría en nuestra juventud queremos ir contra el sistema, nos rebelamos contra lo establecido, negamos y nos volvemos rebeldes, pero el tiempo pasa, los ideales duermen y uno no se da cuenta cuando pasó a formar parte de ese sistema al que juramos nunca pertenecer.

Reflexivo texto.

Saludos.

Ros dijo...

Me gusta, pero antes de comentarte otra cosa, una pregunta que me saltó, puede que tonta, pero me saltó:

¿Por qué la tarde olía a guayaba?


:)
¡Saluos!

Siracusa dijo...

Malque: ciertamente, no nos damos cuenta del momento en que eso ocurre. Aunque hay quienes conservan ese espíritu de ideales y luchan porque eso siga así. :D

Ros: Porque en la universidad había dos guayabos y en las prepas que menciono también, así que había un olor muy particular. :D

Dr. Gonzo dijo...

Yo creo que escribes bien, me gusta cómo escribes y llevas una historia y el asunto, aunque manoseado, creo que vino a caerle bien al tema de esta semana. Yo soy de esos apáticos que no comulgan con nada del estilo idealista y dizque revolucionario del 68 y mucho menos con los subsecuentes, por lo que tópicamente (y típicamente) estoy no calificado para opinar en este momento.

Anónimo dijo...

Creo que es bueno, pero para ser disidente fue algo romántico (en forma personal). Y al final suelta el ideal y se amarra a lo que dice odiar. No debería, creo yo.
Comentario aparte, debes revisar bien tu ortografía; la acentuación es constantemente errónea.
Es todo lo que puedo aportar.
Saludos

Unknown dijo...

Parece que todo llega a un declive conforme pasan los años y a veces el miedo acelera ese proceso.
Sí, tu texto tiene ese aroma idealista, pero del idealismo que es llevado a cabo, no del idealismo de escritorio.

Anónimo dijo...

Ah, ya... es que yo como lectora entendí lo de la pólvora (por los alborotos que armaban y esas ondas) y lo del tequila (por lo de los weyes que se iban a pistear) pero lo de las guayabas me dejó así de ¿ah?
Quizá si se describiera cómo era el plantel me hubiese quedado claro, pero bueno, de todos modos lo de las guayabas es algo casual.

Terminando de comentar, pues me gusta el ritmo que llevas, mjú, me late tu forma de narrar.

(ros)

Siracusa dijo...

Dr. Gonzo: ciertamente un tema manoseado pero interesante, en lo personal son los temas que en la universidad solian llamar mi atención. ¡Gracias!

Anónimo: es el punto, como esos ideales al final los abandono Ofelia por vivir de acuerdo a los demás. Y de los acentos, siempre han sido mi eterno problema. Gracias.

Pherro: Sobre todo porque la chava del texto tiene que alinearse a ese sistema que no le permite seguir actuando, a fin de cuentas su decision influida por factores externos. Saludos.

Ros: que perceptiva sos y no sentí necesaria la descripción, pero si estoy de acuerdo quizá en haber dado una pista. Gracias señorita!!!

Pinchesendic dijo...

Me recontra caga que se borren mis comentarios, había hecho un chorote y se borró. En fin, me gustó la historia y fue muy buena la idea, aunque me confundí un poco con los cambios de tiempo sobre todo por la plática con la madre.

Capitan TINTASANGRE dijo...

hare mi comentario en dos partes.

primero te comentare que como historia y escrito realmente es bueno, fluido, representativo de esa etapa de juventud idealista y raeccionaria.

segundo nunca crei ni creere en la izquierda ni en la revolución ya que a mi juicio no existe tal porque afin de uenta solo persiguen objetivos particulares de los pastores. y sus borregadas.

esta opinion mia no me permitio disfrutar el texto a plenitud.