jueves, 13 de octubre de 2011

De esas tardes





¿Por qué no has llegado? fue el último pensamiento que recuerdo antes de caer vencido por el sueño al regreso de la primaria. Los pensamientos suelen tornarse tan poderosos mientras uno duerme, acortan distancias, rompen ausencias, imagino que son desprendimientos del alma que busca. Se han convertido en mi activismo mientras vuelves a la esquina de mis vicios. Me gusta pensar así. Me gustas. Te gusto. Me gustas irremediablemente. Me gusta siempre.

Abrí los ojos a eso de las cinco y media de la tarde pues la cortina de la habitación se movía vertiginosamente, como si quisiera cachetearme, entablar un diálogo vespertino, qué se yo. Escalofríos. Recostado, aún adormilado entraba un vientecito muy fino a través de la ventana, señalando un punto en la calle pero no lo entendía, no lo ubicaba. Avanzaron los minutos mientras contemplaba la danza de la cortina al ritmo de Laureano/ángel/del/rock/Brizuela que tocaba la radio. Chamaco te habla Nelson alcancé a escuchar por el pasillo que daba a la puerta principal. Uno a uno me puse los panam azules, el short café, la playera gris ocean pacific of course y salté a la reta de los jueves. Pelotazo salver en la jeta de Martín volvía locos de risa al graderío donde Dafneojosverdesdequinceaños me observaba a la distancia provocando excesos en mis movimientos varoniles en la contienda. Barridas, rodillas desechas en el pavimento, punteadita, cepíllala, sácale la uña loco, parado-parado, te caen, te caen, ¡pinches chamacos váyanse a jugar a otro lado ya ni la chingan! espetaba doña Julia que regresaba atiborrada de bolsas del mandado.

Pero no, mi pregunta en pretérito punzaba cada vez más en el pecho, ni la bella Dafne, ni la cáscara, ni las flans, ni el tío Gamboin, ni los calabozos y dragones, ni la ignorancia de corre GC corre dejaban de lado mi terrible aflicción. Ya había pasado casi una semana de nuestro último encuentro a escondidas de mis jefes. ¡Oh! extraño tanto la dulce sensación, encuerarte de a poco, llevarme cada uno de tus recovecos a la boca, humedad, descubrir mis preferencias a partir de ti. El pitido de la combi amarilla abrió paso por media calle-cancha, se detuvo en el lugar acostumbrado, hacías acto de presencia nuevamente. De hoy no pasa -me dije- mientras las retinas se posaban allá en la esquina de nuestros encuentros. Salí disparado a casa, me bañé en chinga. Entre aromas a nalgas sudadas, ardores de rodilla, caprice y jabón escudo me dieron las siete.

Vueltas y vueltas en la habitación, ya iban a dar las ocho de la noche para emprender la caminata conocida y consumar mis fechorías como todos los jueves. Asomé la vista a la sala, mi jefa estupefacta con mi padre no cabían de asombro a lo que Jacobo denominaba la catástrofe más devastadora en la historia del país. No, no me importaba pues eso ocurría en un mundo paralelo y lejano a mis deseos, en otra galaxia. Luces multicolor llenaron mis deseos cuando mi jefecita dijo: agarra la bolsa y vámonos. Ahí iba yo pues entre aturdido, corazón en mano y el objetivo en la mirada al borde del precipicio. La bolsa se iba llenado de jamón, bolillos recién saliditos, titán de grosella, cajetilla de raleigh que Don Rube iba depositando al calor de las noticias imperantes del día. Qué desgracia le decía a doña Violeta. A veces, sólo a veces despierta algo en el amanecer que también despierta el impulso de atraparlo. Allí estabas formadito en una hilerita de ensueño, chingue su madre ahora o nunca. Un mal paso en reversible me hizo caer esparciendo el paquetito de sugus que me había llevado a la bolsa. ¡Pinche chamaco! ¡mira no más lo que me faltaba! ¡qué vergüenza! disculpe usted Don Rube ya ve cómo son estos escuincles, ahorita vas a ver cabrón cuando lleguemos a la casa, vas a ver. En fin, los trayectos hacia el pasado suelen ir acompañados de un jalón de patillas hasta el lugar común de las añoranzas perdidas…

9 comentarios:

Ros dijo...

Un gusto tenerte de invitado, buena elección del Dr. Gonzo. =)

Ay, amé esa escena pasional entre los sugus y el chamaco. Está buenazo, jajaja.

Me gustó mucho tu texto plagado de imágenes, tu estilo y el cierre que le has dado. Clap, clap.

Saludos.

Dr. Gonzo dijo...

Que siga la corrida de aplausos. Muy terrenal pero con imágenes que favorecen a un esfuerzo del lector por redondear tus palabras. Cómo se introduce finita la parte del terremoto, también me latió.

la MaLquEridA dijo...

De hablador no tienes nada y de pinche menos, me ha gustado este tu relato tan lleno de imágenes y de marcas añejas de la juventud perdida hace ya varios años.


Bien por ti.

la MaLquEridA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Sí, un relato bastante entretenido.
En la pre-adolescencia, ni un terremoto podría distraer la atención enfocada en la diversión y las nacientes pasiones.

Anónimo dijo...

Ouch, rodillas de morcilla con restos de pavimento.

Paco Payán dijo...

Ros: Me late que te haya gustado mi habladuría y de esos sugus bien podría transpolarse a una chamacona, tan lindas las chamaconas.

Dr. Gonzo: Así es mi estimado tan terrenal que hasta salí con las rodillas raspadas, gracias por la invitación carnal.

Malquerida: Tantas imágenes grabadas en la memoria, lo interesante es sacarle jugo a esos detalles. Me agrada que te haya gustado y por cierto tu pseudónimo me gusta dijeran en el feis y me alarma a la vez, suena a alguien de cuidado.

Pherro: Ni los terremotos, ni las pandemias más atroces tiene cabida cuando eres chaval y andas tras tus pasiones.

Seguiremos informando...

Augustine X dijo...

Me suenas tan familiar, tan rico... Me ha encantado su texto Sr. Invitado.

Fantasía psiquiátrica dijo...

El recorrido en vestimentas y productos, además de una promiscuidad ya de finales de los ochentas. Las calles convertidas en canchas, las banquetas en lunetas. Qué nombres tan extraños de los dueños de las misceláneas, otra constante. ¿Cada década tendrá sus constantes o será sólo neura?
Saludos padrecito.