lunes, 23 de abril de 2012

¡VIVA L'FAJES!

Hace algunos años en París, en una peña de mala muerte, alguien muy ebrio, escucho la siguiente breve conversación:

- ¿Estás decepcionado del amor?

- No, estoy decepcionado de mi mismo. ¿Sabes? Siento que actualmente las personas estamos más encajonados en la dimensión del gusto y la pasión, que en la valoración interna del ser humano. Es decir, nos casamos con un modelo de nuestro amor ideal, y no nos damos la oportunidad de conocer otras cosas que probablemente nos harían más felices. Nos quejamos de que no nos toman en cuenta, pero... no le puedes exigir a los demás lo que tú mismo no das.

- ¡Es que el amor es una apuesta!

- No, el amor deja de ser una apuesta cuando te fijas en lo que realmente importa: las virtudes y los valores de la persona. Creo que lo que nos aterra, una vez que hallamos esto, es que también se trata de un compromiso... de no lastimar a esa persona, de no traicionarla. Y hay que añadirle a este egoismo, nuestra hueva al tratar de acoplarnos con el otro. Apenas vemos algo que no nos gusta y salimos huyendo a empezar de cero con otra persona. En vez de ir tratando de arreglar las diferencias, rechazamos de tajo a la menor provocación. Queremos todo en bandeja de plata, no nos gusta esforzarnos para que una relación funcione. Que irónico que en tiempos donde la comunicación es un paradigma dominante, tanto tecnológico como social ¡No sabemos comunicarnos!

- Tú lo has dicho ¡Salud!

- Yo no sé porque todas las damas de las cuales me enamoro, resultan ser unas gatas. En fin ¡Salud!

Lleno de curiosidad, el tipo que oyó este dialogo, se levanto de su silla y busco a las personas autoras de esta plática. Para su sorpresa, lo único que encontró fue al personaje de aca abajo, tomando solo frente a un espejo:



1 comentario:

Augustine X dijo...

Jajaj buenísimo. La platíca me resuena, no sé por qué. Buenas evocaciones hanselote.