domingo, 6 de mayo de 2012

EL ONANISTA



Ser profesor de literatura en una secundaria nunca fue fácil. Y menos cuando tienes a cargo a todos los grupos del tercer grado. Tantas quinceañeras frente a ti, no solo es un reto, también es toda una prueba de resistencia. Afortunadamente, siempre tuve un último recurso a la tensión. Cada mañana bajo la ducha, ahí comenzaba mi drama. La luz blanca del amanecer entrando por la ventana del baño solo dejaba ver mi oscura silueta, pero aún así, era claro y nítido lo obeso y viejo de mi cuerpo. Las canas de mis 62 años, las arrugas en el rostro y las estrías en la cintura terminaban de enmarcar mi decadencia.

Para mis alumnas solo era un tierno "abuelito" pero por dentro, un tormentoso deseo hacia ellas me devoraba. En la regadera, aliviaba mi angustia, una pesada ansiedad que desde joven nunca pude quitarme. Mis tiempos fueron otros, poco liberales en esos años. Mi físico, casi igual que el de ahora, muy parecido al de un topo. Tímido, medio miope (usaba las gafas más feas del pueblo) e inseguro, y así pus cuando. Jamás me anime a hablarle a una muchacha y en consecuencia, me refugie tontamente en los libros. El tiempo no perdona y la soledad que me abrazaba, a la larga me encerró. Asiduo yo de las épicas, las grandes hazañas... hoy por las mañanas me masturbo llorando, pensando en Penélope, pensando en Astrid, y pensando en ti Carmen.

Quizás nunca leas esta nota y ojala así sea. Fuiste mi estudiante más sobresaliente, y llegue a amarte más que a mí mismo. Cada lectura que te di, la hiciste tuya con envidiable pasión... yo no te aburría como a las demás. Tu juventud, tus ganas de vivir... y yo tan lejos de eso, tan solo. ¿Por qué escribo esto si no quiero que lo leas? Me despido de mi mismo hablando de ti. Me toco una última vez acordándome de ti... abiertas ya las venas con una navaja de afeitar, me moriré recordándote.

No es la mejor estampa la de un viejo que entre lágrimas, se sublima mientras se desangra. Empero, es lo mejor que puedo darte... ¿Para qué ocultar lo que siempre fui?

1 comentario:

Unknown dijo...

y a todos nos llega la vejez...sí tan solo el deso lo supiera...