Ser profesor de literatura en una
secundaria nunca fue fácil. Y menos cuando tienes a cargo a todos los grupos
del tercer grado. Tantas quinceañeras frente a ti, no solo es un reto, también es
toda una prueba de resistencia. Afortunadamente, siempre tuve un último recurso
a la tensión. Cada mañana bajo la ducha, ahí comenzaba mi drama. La luz blanca
del amanecer entrando por la ventana del baño solo dejaba ver mi oscura
silueta, pero aún así, era claro y nítido lo obeso y viejo de mi cuerpo. Las
canas de mis 62 años, las arrugas en el rostro y las estrías en la cintura
terminaban de enmarcar mi decadencia.
Para mis alumnas solo era un
tierno "abuelito" pero por dentro, un tormentoso deseo hacia ellas me
devoraba. En la regadera, aliviaba mi angustia, una pesada ansiedad que desde
joven nunca pude quitarme. Mis tiempos fueron otros, poco liberales en esos
años. Mi físico, casi igual que el de ahora, muy parecido al de un topo.
Tímido, medio miope (usaba las gafas más feas del pueblo) e inseguro, y así pus cuando. Jamás me anime a hablarle a
una muchacha y en consecuencia, me refugie tontamente en los libros. El tiempo
no perdona y la soledad que me abrazaba, a la larga me encerró. Asiduo yo de las
épicas, las grandes hazañas... hoy por las mañanas me masturbo llorando, pensando
en Penélope, pensando en Astrid, y pensando en ti Carmen.
Quizás nunca leas esta nota y
ojala así sea. Fuiste mi estudiante más sobresaliente, y llegue a amarte más
que a mí mismo. Cada lectura que te di, la hiciste tuya con envidiable
pasión... yo no te aburría como a las demás. Tu juventud, tus ganas de vivir...
y yo tan lejos de eso, tan solo. ¿Por qué escribo esto si no quiero que lo
leas? Me despido de mi mismo hablando de ti. Me toco una última vez acordándome
de ti... abiertas ya las venas con una navaja de afeitar, me moriré
recordándote.
No es la mejor estampa la de un
viejo que entre lágrimas, se sublima mientras se desangra. Empero, es lo mejor
que puedo darte... ¿Para qué ocultar lo que siempre fui?
1 comentario:
y a todos nos llega la vejez...sí tan solo el deso lo supiera...
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