jueves, 4 de octubre de 2012

La Catástrofe (Parte 1)



No podría ya decir exactamente cuándo fue que sucedió y no tiene importancia ya. Revisar fechas le quita al tiempo la fuerza que puede obtener al ser prolongado o breve, por eso es que he dejado de mirar relojes y calendarios. Porque el tiempo lo acomodo yo, como los dobleces de mi camisa que preserva su forma, como la arena que no puedo agarrar pero que puedo mover. Así acomodo el tiempo, porque el tiempo corroe.
Si el recuerdo lo exige, el tiempo se doblará, tan curvo que se extienda cuanto yo quiera, que se extienda el largo de mi brazo o el largo de mi mirada, una medida o dos, las que yo dicte, porque el tiempo es abrasivo, es dúctil.
Si lo que yo deseo es brevedad, que la memoria juegue al bufón de los segundos, el pensamiento se verá interrumpido por la conciencia, horrible juego de la realidad que no quiero enfrentar. Es ya un arte controlar al tiempo, y es que éste corrompe.
Por eso, para hacerle jugadas al ácido que es el ojo del sol y la luna, es que contaré todo a capricho, dentro del necesario paso a paso que ha de hilar mi historia. De eso no puedo escapar, y es que el tiempo, agrieta.
Y comienza la historia de líquidos, diluidos, de saliva, de lugares comunes y lugares desconocidos que sucedieron. Estas son las memorias borrosas de una catástrofe que todavía no pasa pero que ya terminó.

2 comentarios:

Julieta dijo...

Me gustó mucho la frase "el tiempo corroe". En mi opinión es una buena prosa poética que se saborea de principio a fin...un placer leerte =)

Siracusa dijo...

Ese dejo de nostalgia caótico de tus letras me gustó. Corto y conciso sin más que agregar solo la imaginación del lector que lo acomoda a sus propias vivencias.

Saludos