Cada vez que miro a la ventana
puedo ver su paso, con un ritmo indulgente para no llegar, una mirada fría para
no llorar, un gesto adusto para no mostrarse. Aún cuando no está frente a mí puedo ver su demonio sonreír, otro
momento de oscuridad, de no cansarse de decir que todo está bien.
Los sueños que rompió y le
reconstruyeron, las sonrisas que tejió y que se llevaron, él, que no dejó de pulir
en la faz de la noche esas estrellas que le daban luz en sus días, mi amigo que
está partiendo. Esto es un sentido adiós para él.
Cada vez que miro al cielo puedo
recordarlo preguntándose ¿es esto un milagro o es un desperdicio? Bromeando con
todo eso que sabía muy bien, riéndose en el lugar donde el eco es pronunciado, donde
los recuerdos pueden besarse libres.
La escena que protagonizó, donde
era un trovador y organizó una fiesta de desconocidos en un palco irreal,
él, que dejó salir sus ideas con llano miedo, en el momento en que se perdió para siempre,
sólo iba a dar un paseo, mi amigo que ya se fue, malas noticias. Esto es un sentido adiós para
él.
Y ahora que ya se fue, puedo
cerrar su libro, con el último recuerdo, acomodando los dobleces correctos y
jugando la tierra con sus pies descalzos mientras el reloj colgaba sus manecillas. Ahora yo también puedo ir a ningún
lugar, el camino se trazó, se mudó donde una sonrisa espera en una banca con un
lápiz y una hoja en blanco.
1 comentario:
Sentido adiós. Hay ritmo y frases que me gustaron mucho como la de "su demonio sonreír" "acomodando los dobleces correctos" que al contextualizar toma un ritmo parco, amargoso pero así son los adiós.
Saludos
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