domingo, 19 de junio de 2011



-Buenos días –dije al tiempo que daba un sorbo a mi café– ¿Quién está a cargo de la investigación?
-Yo, Capitán Estrada –contestó ella, haciéndome voltear a verla hasta el otro lado del lobby– Detective Especializada Úrsula Cienaños, a sus órdenes.

No era la primera vez que la veía, su cuerpo y su sonrisa me habían quitado la respiración muchas veces cuando le daba clases en la academia de policía, hace algunos años, y era solo una muchachita en ciernes.
Ahora, estaba convertida en una mujer, su cuerpo voluptuoso se dibujaba a contraluz aún por debajo  del uniforme policial. Su cabello rojo como el fuego quemaba mis ganas. Me costó trabajo disimular el deseo que me invadía al ver aquella exquisita criatura.
Aun así, el deber fue primero. Así que aclaré la garganta y pregunté:

-¿Qué paso aquí? Pues es la primera vez que he sabido de una escena del crimen sin crimen.
-Pues verá Capitán –dijo Úrsula–  El joven que entrega las viandas halló a la dueña de este lugar en un profundo estado de… no sé cómo definirlo, pero era como si su mente estuviera en otro mundo.  Así que llamó a la Cruz Roja y a la Policía. Acudimos y hallamos cosas realmente increíbles. Recién  iniciamos la investigación. Acompáñeme –dio media vuelta y avanzó lentamente, yo no podía más que seguir el vaivén de sus caderas al andar, mientras imaginaba que me llevaba a su habitación en este viejo hotel–.
Hasta ahora sabemos que todo ocurrió anoche durante el terremoto. Que la mujer hallada se llama Ros, mejor conocida como “La Patrona”,  una mujer de unos treinta años, amable y solitaria, llegó aquí hará doce años y no se le conoce familia, ni origen.
Es la dueña de este lugar que, según los vecinos, es una herencia. Cuentan también que “La Patrona” tenía el don de recordar absolutamente todo, conversaciones, lugares, caras, olores, y que eso es lo que la mantenía en soledad.

-Ya veo  –interrumpí– debe ser difícil no olvidar las cosas. Es a lo que llaman “memoria fotográfica”. 
-Bueno Capitán, ahora la llaman “Memoria Eidética”, ya sabe, todo tan políticamente correcto. Pase  –me dijo mientras abría un cuarto que daba hacia una bodega, una boya dejaba entrar la luz y las paredes de piedra le daban un toque extraño, frío y húmedo, pero a la vez acogedor.  En el piso, los estantes estaban tirados entre un mar de objetos.

Ahí –dijo Úrsula señalando con su dedo– es donde la hallamos, estaba desnuda, rodeada de todas esas cosas y divagando palabras ininteligibles. Estoy segura que todo cayó con el temblor, pero estaba obsesivamente arreglado y acomodado.
-¿Qué lleva ahí? –pregunte.
-Es el diario de “la Patrona” y una lista. Voy a ver qué encuentro –se arrodilló para ver de cerca la escena, su cuerpo se tornó felino pero yo me tuve que retirar.

La Detective se quedó sentada en el piso, abrió el diario con curiosidad, ahí estaban ordenados datos, fechas, lugares y relatos. Que empataban con la lista que la detective tenía en sus manos. Al tiempo que se preguntaba ¿Si todo lo recordaba por qué escribirlo? No cabe duda –se dijo para sí misma– “Ros la patrona es una escribicionista”, esa extraña patología que obliga a escribir y a escribir compulsivamente.

-Vamos a ver –leyó con curiosidad el primer texto– “Los primeros habitantes llegaron una noche calurosa. Me dirigía a descansar cuando unos gemidos inundaron el pasillo, provenían de la habitación número doce. Sabía quiénes dormían ahí, pues horas antes había atendido a la pareja. Aún recuerdo la firma que ella garabateó: malquerida. Cuando escuché aquellos jadeos, un enorme morbo se apoderó de mí. Los observé varios minutos por el hueco de una ventana. El baile de las sábanas me atrapó. Supe que esa noche mi vida cambiaría. Nunca había visto un cuerpo desnudo, ni siquiera el mío, aprendí que era malo y nunca pude olvidarlo. Qué hermoso es ver a esa mujer cabalgar lentamente sobre su macho, disfrutar las caricias ajenas, ¿Qué le hace? Mmmmm…

Úrsula interrumpió la lectura, vio en la lista que decía: malquerida. Sábanas, lote 1, especial 00001. Revolvió las cosas y ahí estaba la sábana, la sacó de la bolsa plástica, la observó, la olió, el aroma de los cuerpos estaba prácticamente intacto aun cuando tenía mucho tiempo. El aroma a sexo y la lectura la estimularon.
Continuó leyendo: Él la tomó por las caderas y la atacó con su furia desatada, ella gemía y se retorcía, firmemente atenazada. No supe cómo mi mano llegó a mi sexo ni como lo acaricié, fue un instinto emergiendo, cuando no pude más solté un gran y orgásmico grito.  Él me escuchó, soltó a la mujer para dirigirse a la puerta, así que salí huyendo.
En ese instante, Úrsula tomó conciencia y halló la sábana entre sus piernas, mojada con sus propios deseos, con la mente nublada y la sangre a galope.

La detective tomó de nuevo la lista. Pinchesendic, Perfume, lote 1, especial 00006. Con avidez buscó el objeto y lo halló. Un frasco con esencia de maderas y sándalo. Buscó el relato en el diario. Leyó sobre el joven periodista y cómo fue su primer hurto, pero lo que más le impresionó fue como narraba lo que a solas hacía con el perfume. Cómo rociaba un poco sobre su cuerpo desnudo y con las manos lo esparcía llevándolo a todos sus rincones, “la patrona” recorría de arriba abajo su blanca piel, hasta desfallecer. Úrsula tomó el perfume rociando un poco en la palma de su mano y lo frotó por su cuello, dejándose envolver por “la patrona” y por Pinchesendic, lentamente abrió los botones de su uniforme, sintió que un calor la abrazaba inundándola, bajó su brassier y dejo escapar sus grandes senos, redondos y firmes, con sus aureolas acaneladas. Tomando sus pechos entre sus manos los elevó hasta tenerlos al alcance de su lengua, lamiéndose, leyendo, deseando.
Cogió el frasco metiéndolo entre sus senos, frotándolo, calentando el frio vidrio. Con su mano derecha alzó su falda de oficial, hizo su tanga a un lado y se acarició lentamente, mojándose a más no poder. Entre suspiros y jadeos, llevó el perfume a su entrepierna y con cuidado lo insertó en su cavidad. Metiéndolo y sacándolo al ritmo de las palabras, al igual que “la patrona” en su libro.

Al día siguiente Úrsula regresó temprano. En la comandancia no entienden por qué tanto empeño en el caso de la loca del hotel de paso. Ella corre a la bodega, abre el libro y busca el siguiente texto. Fernando, Siracusa, Pherro. Varios, lote 1, especial 00008. La detective comienza la lectura, descubre y fantasea con el trio, el aroma de Siracusa impregnado en las pantaletas, y el olor a semen rancio en los condones, es más de lo que soporta. Se desnuda rápidamente y abraza las botellas, las latas, los condones. Se deja arrastrar al triangulo, son dos contra dos en la misma cama intercambiando de amantes, a veces la empala uno, a veces el otro,  a veces ella los sodomiza, a veces ella penetra con su mano a su compañera. Al final, como siempre, abre los ojos y se halla tirada a media habitación escurriendo satisfecha.

-¿Por qué? –se pregunta– Por qué si hay tantos objetos en los estantes, estos que dicen “especial” en la tarjeta son más importantes. Tendrán algún significado específico –veamos.
OJT, bolígrafo de plata, lote 1, especial 00010. Ella lo tomó entre sus manos, mientras leía sobre ese regalo, pensaba que hacer con él, lo imagino fálico, así que lo lamió, lo pasó por sus mejillas, por su rostro, imaginaba que la tinta era semen a punto de estallar, lo pasó por su pelo, por su pecho, lentamente se reclinó y comenzó a acariciarse, a dibujarse entre los vellos, caracolas y sin sentidos. Mientras leía el perverso desvarío del libro, se decidió a seguir al pie de la letra los consejos ahí vertidos por “la patrona”:
“…lentamente me desnudé y pasé la pluma por en medio de mis nalgas, la tinta olía a deseo, me acaricié de arriba abajo, mientras mi cadera se desbocaba. Tome el bolígrafo que me dieron, lo lamí una y otra vez hasta empaparlo, me acomodé sobre mis rodillas, alzando el trasero, con cuidado y sin prisa comencé a meter el objeto en mi apretado ano, lo acaricié con él, mientras lo devoraba con gula y morbo, recordando a mi viajero.”
Úrsula terminó desfallecida y adolorida con el momento, pero aun quería más.

Se estaba haciendo una bestia insaciable. Dark, NTQVCA, Fototropismo, Destroyer, Gonzo… los especiales, los que por alguna razón estaban aparte en una especie de altar sexual que tenía la patrona y que el terremoto destruyó, pero que estaban bien diferenciados del resto de los 500 zapatos, 50 carteras o las 1218 piezas de ropa interior. Eran los que más placer le daban.

Aquella noche no resistí la tentación de ver los avances de la investigación, y decidí ir al viejo hotel, estaba seguro que hallaría a la Detective allí y me pondría al tanto. Entré sigilosamente y escuché jadeos a lo lejos, tomé mi arma y avancé por los pasillos abandonados, hacia el origen del sonido. Me asomé con mucho cuidado y vi a Úrsula Cienaños totalmente desnuda, acostada en el centro de la habitación. Con los ojos cerrados se acariciaba con una roca, la subía y bajaba por su abdomen, por sus pechos, la besaba, la lamía, la frotaba entre sus muslos. Yo me quedé mudo al verla, sin querer tiré al piso una botella que al romperse hizo mucho ruido.
Ella sólo dijo -¿Eres tú Capitán?  Yo sin dudarlo le contesté afirmativamente. Acercándome.

Entre las penumbras, alzó la mano para invitarme a su lado. Yo por supuesto obedecí al instante. Acarició mi barba y besó mi boca, yo la aferré entre mis manos, mis dedos se enredaron en su cabello ensortijado y bajaron diestramente por su espalda.
Ella me desnudó lentamente despertando mi virilidad con largas lamidas en mi pene, que se erguía ya en toda su extensión. Sus dientes acariciaban maliciosos mi glande, sus manos volaban por mi piel mientras recibía su cálido aliento. Sentía que iba a explotar, así que la tomé de la mano recostándola, separando sus piernas alrededor de mi cuello, su vello mojado enmarcaba la lujuriosa entrada al pecado y al deseo.
Aspiré el aroma de su sexo, aroma de mujer ardiente, feromonas y deseo, pasión y lujuria, cielo e infierno por la misma puerta. Rápidamente hundí mi lengua en su enrojecida vulva, acariciándola en círculos que la obligaban a gritar, entre más lamía más difícil me era sostenerla y evitar que me ahogara entre sus muslos.
Mi sudor se mezclaba en sus jugos y ella sólo gritaba mi nombre…–capitán, sí... así... capitán– mi falo ya goteaba de ganas cuando en un movimiento rápido,  abrí sus piernas alrededor de mi cintura, apuntando mi pene contra su raja humeante, y de una sólida embestida la penetré, una y otra vez, en un juego de caderas que se desquiciaban, con fuerza. Ella se enredaba con sus piernas y me devoraba, yo la poseía con las ganas de tantos años de desearla.
En ese momento la agarré de las caderas, sentí la explosión de su interior, y cómo se quedaba quieta por un instante antes de regresar a la lujuria de los espasmos y contracciones. Quedamos ahí tendidos….una eternidad.
Ella sólo me dijo -gracias Capitán Tintasangre…
-No Úrsula, soy el capitán Estrada.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Nooo, dejen mis cosas, mi diario!

Aw, me gustó ver la continuación de mi relato, jaja.
Desde otro punto de vista, fue bueno ver el lado técnico, policiaco, y claro, inyectándole su estilo eroticoso, disfruté la historia Capi.

Muy buen final. =)

(ROS)

Dr. Gonzo dijo...

Capi, te has permitido hacer algo que a mí me gusta mucho: desarrollar historias alternas de otras historias y lo hiciste chingón. Aunque la voz cantante me suena un tanto esterotípica (las observaciones, algunas actitudes del personaje) creo que se salva. La interacción con Úrsula es muy noble, la haces sugerente y eso me gustó mucho. La parte erótica me pareció muy chida, tienes mucho recurso para estimular la imaginación y fue chido imaginar a Úrsula y a Ros con tus palabras.

Dr. Gonzo dijo...

Por cierto, este es el escrito número 100 de Escribicionistas. Creo que merece unas chelas y mención del suceso. Haré mi primera selección de escritos que rifan.

Aline Suárez del Real dijo...

¡excelente! no tengo mucho mas que decir, de verdad me gustó mucho, la parte erótica me pareció bien justificada, no está forzada, aparece ahí naturalita, a mi también me gusta la idea de continuar historias, y me pareció que seguía una muy buena lógica del mismo personaje de Ros, aunque igual que en el relato de Ros sentía que la aparición de cada nuevo escribicionista era como, repetitiva, al menos la parte inicial, aunque a decir verdad yo no sabria como resolverlo.

De verdad me encantó y no porque mi personaje o yo aparezca.

LUIS TORRES dijo...

Interesante, me agrado leerlo, pero te falto algo sumamente importante. EL TITULO del cuento.

Pinchesendic dijo...

En esta historia ocurrió lo que pensé que pasaría en el cuento original de ros, que ella tenía aprisionados los objetos porque había un crimen o algo así, que los había matado.
felicidades Tinta sangre, o debo decir Capitan Estrada, Erick Estrada de CHIPS patrulla motorizada y de dos mujeres y un camino!
como siempre felicitaciones.

Pherro dijo...

Muy bien como retomas el relato de RoS y lo recreas con nuevos perfiles para los protagonistas del tuyo.

Alejandro Aguilar dijo...

Señor, creo que ya se lo eh dicho. Chingon! Esa continuidad me latio bastante. Eso esta muy chido





Dark Angel

NTQVCA dijo...

Ir descubriendo que era la continuación del de Ros me sorprendio y agradó. La parte erotica me dejó bastante satisfecha, las palabras adecuadas.
Muy bien Capitan Estrada y felicidades por ser el relato número 100!

Siracusa dijo...

Capitán, muchas felicidades, no tengo mas palabras. De esos textos que se agradecen y se pueden leer miles de veces.


buena vibra!!!

Leinad dijo...

En mi opinión la historia no tiene mucha fuerza...pero de manera contraria es bastante erótica respetando esa delgada linea entre la pornografia descriptiva con el erotismo,el generar deseo, creo que eso hace la diferencia "el generar el deseo" mas allá de describir la acción, y usted lo logró a la perfección, gusto leerlo capitán y gusto doble por ser el escrito numero cien. Enhorabuena

Leinad dijo...

Espero ya no ser empalado...de cualquier forma creo que Gonzo en su narración ya me empaló

la MaLquEridA dijo...

El leer que es una continuación del de RoS me quitó un poco las ganas de leerlo, no sé siento que ya lo leí y solo le agregaste algo más.
El relato erótico quizás lo salva.