miércoles, 22 de junio de 2011

Eduviges





Con un rebozo abrigándole los huesos, la tía Eduviges se sienta en su mecedora al pie de la puerta: le gusta ver hacia la calle.
Como otros días, de su rostro flota una infinita tristeza. Si le pregunto qué le pasa, contesta que es su condición de vieja; después vuelve a posar la mirada en un punto fijo, y así pasan las horas hasta que la noche cae, hasta que se mete la soledad de la luna en su alma.
La familia dice que le gusta ver el movimiento de la calle, a los niños que juegan en la banqueta, o a los pájaros que llegan a nuestro jardín, yo más bien creo que ella ve hacia dentro, hacia las palabras y actos de su pasado. A veces me siento junto a ella lo más callada posible, y, como frutas dejadas envejecer a propósito, nos marchitamos entre el horror del silencio. En la casa todo es viejo, tan viejo y marchito como duraznos chupados, todo se consume en una relajada languidez.
Desde hace años, siento a la tía Eduviges en otro mundo, como viviendo una existencia menos humana, como si una gran vereda la alejara del lugar en el que se quedó. ¿Dónde se quedó? ¿Qué es? ¿La mecedora, un caminar lento… una visión quimérica?
Sus pasos ya recorren distancias no geográficas. La piel se le torna niebla, en calma. Una expresión de limbo se conserva en su rostro. Junto a ella la realidad se pinta del color de la melancolía.
Todas las noches, la enfermera la lleva dentro, es hora de dormir, dice. En la habitación, sus ojos cansados y fríos descubren las mismas cosas en el sitio donde las ha dejado. De su boca escapa un murmullo tembloroso. Es ignorada. Esperaba, tal vez, un desorden, un tumulto, algo que sepa diferente. Pero esperar ya no es una opción.
Las arrugas de sus manos reiteran su fantasmal existencia, a estas alturas, entre la vida y la muerte, no hay diferencia. Cierra sus ojos y se va borrando, quizá quiere ver el otro lado del río.

11 comentarios:

Dr. Gonzo dijo...

El ritmo es dramático y apaciguante a la vez, es un relato genuinamente triste, no tienes que andarle pidiendo prestado al color negro o a los panteones para refrendaresos sentimientos. Son las palabras perfectas que permiten que uno se clave en el sentimiento. Qué chingón.

Leinad dijo...

No se si sea compartido, pero ese escrito es algo terrorífico para mí, lo peor que a mí me podría pasar seria eso, llegar a un momento envejecido, entre dos mundos, un “fantasma” aquí y un “no muerto” allá.

Delicioso escrito para un día nublado.

la MaLquEridA dijo...

Los ¨viejos¨en el final de su vida transcurren entre sombras dejando recuerdos y suspiros por los rincones.

Aline Suárez del Real dijo...

Pf, que triste y nostálgico, alguien que ya nada mas suspira la vida y asi se va convirtiendo en fantasma.
Pues a mi me pareció muy bien escrito redactado y armado como siempre =D

Ros dijo...

Dr. Gonzo: Si el blog tuviera caritas como el msn, seguro pondría una de esas caritas coloradas y apenadas. =D
Qué chido que te haya gustado, me hace feliz que se haya logrado ese ambiente de tristeza, muchas gracias por comentar.

Leinad: A mí antes me daba miedo, pero ahora creo que traigo ganitas de llegar a vieja, pero pos sabe, puede que no lo merezca.
¡Gracias!

Malque: Así es, justo así.
:)

Úrsula: Sí, esnif, como si fueras en un pausado y gradual y lastimero cambio de la vida a la muerte.
Me halaga tu comentario. Gracias.

Anónimo dijo...

nostalgico fantasmal el relato muy ligero muy comodo de leer sin dificultad .ademas quien dijo que todo sobre fantasmas es escalofriante tambien es nostalgico me gustooo mucho mi arq ros. saludos kiss...

Ros dijo...

Ey, mi Roque, muchas gracias por pasar.
=)

Pherro dijo...

Sí, totalmente triste el planteamiento de la vida de Doña Eduviges. Dicen que todo es cuestión de la actitud, tal vez si o quizás no.

Capitan TINTASANGRE dijo...

recuerdo que mi bisabuela se sentba detras de la ventana todas las tardes durante su vejez.

pero te juro que aun hace eso aun..

ella no estaba sola, pero buscaba la soledad.
a veces a los viejos no les gusta la compañia.

Siracusa dijo...

Mi abue siempre decía que había que vivir con ganas hasta el último día, aún así, es triste saber que muchas personas no lo ven de la misma manera.

Me dejo un resabio de tristeza, ahora ire a llorarle a mis muertos....

Pinchesendic dijo...

Por eso quiero morir joven, para que la gente me recuerde como soy y no tener que pedir ayuda a nadie, ni poner a pensar a mi familia quien me va a cambiar, ni quien me va a dar de comer. Triste Historia