martes, 7 de junio de 2011

Prohibido suicidarse. Punto.



¿Qué haces aquí?

Preguntó Fernando a Juan, quien estaba sentado en la orilla de un río, a la sombra de un árbol. Fernando acababa de llegar, y había sobresaltado a su hermano, no le había visto venir. Juan vuelve a mirar al lago, un dejo de odio le marca sus ojos grandes. Fernando se sienta a un lado de Juan. Los dos se ponen a mirar un rato el horizonte, está amaneciendo, en las montañas los amaneceres son casi infinitos, al menos parecen nunca terminar. Fernando se vuelve finalmente para explicarle a Juan:

Es mi culpa. Chole es tuya, ha llorado todo el día de ayer. Le dije anoche, cuando la dejé, que te buscara. Que era tuya, que siempre ha pertenecido a tu lado. No ha contestado nada desde que nos encontraste. No creo, siquiera, que haya comido. Vuelve con ella, no seas tonto. Te ama. Perdóname. Logra perdonarme y vuelve con ella. Es tuya… Le causa dolor.

Juan sufre con todas estas palabras. Juan ha sufrido siempre, pero nunca con Chole. Había sido la única persona que lo había amado. Fernando, su hermano, lo había tenido todo: la suerte, la cara, las oportunidades, el amor de su madre y la felicidad. Juan tenía que luchar, siempre. Excepto por Chole. Vete tu Fernando. No comprendes, nunca has comprendido nada.

Desde pequeño, eres el ganador. Ganaste los aplausos, ganaste los abrazos y las caricias. Eran tuyas, y no las pedías. Yo luchaba por amor propio, y tú lo tenías todo, sin darte cuenta. Cuando murió nuestra madre, allí estuve yo, a su lado, cada momento hasta el último suspiro. Tú jugabas en el jardín mientras ella moría, y sin embargo, fue a ti a quien buscó en el último momento. Quería verte a ti. Toda mi vida, ¡arrinconado! Entonces, llega un rayo de esperanza. Chole, me prefiere a mi. Me quiere. Me mira antes que a ti. Chole, la única de la que no fui despojado. Yo la amo, la he amado siempre. Es una flor, es una estrella. Por ella, saltaría al lago. Y lo haré. Porque ayer volví a casa, y los encontré a vosotros juntos, se besaban, te miraba, era perfecto… Morí. Me quieres convencer de que me ama, pero no. Ella tan solo me quiere. Me abraza con las ganas que se abraza a una mascota, al muñeco de la infancia. Y los vi juntos, y ella te miraba como debía mirarme a mi. Me he estado engañando, como me intentas engañar a mi. No me ama, tan solo la he amado a ella como ama un perro al que le han lanzado un hueso. Ciego y hambriento de amor, la he mantenido a mi lado. Pero es a ti a quien mira con ojos de amor. Es a ti a quien ama. Y yo la amo tanto, que sé lo rota que debe estar. Pensando en como debe sentirse, queriéndote, dejándote. Vuelve con ella Fernando. Es tuya. Siempre lo ha sido.

Juan habla sin mover más que los labios. Sigue mirando fijamente al horizonte, ahora el sol ya ha salido. Fernando se siente triste, también se siente desgraciado.

Perdóname Juan, yo nunca lo he sabido. Pero Chole es tuya. Volverá contigo. Es mi culpa por la cual no has sido feliz. Es mi culpa, y me siento terrible al arrancarte lo que te mantenía a flote. Pero pertenece a tu lado. Ella irá contigo. Está pensando en ti. No va a dejar de pensar en ti. Es tuya.

Fernando llora en silencio, se da cuenta de que su hermano tiene razón. Siempre. Juan, siempre en la parte de atrás. Juan, nunca apreciado, su hermano en su sombra. En la sombra de sus triunfos, sus conquistas. Juan en la lluvia, sosteniendo el techo de Fernando.

Vuelve. Dile que la perdono. Los perdono a los dos. Que no se sienta obligada y triste al volver contigo. Déjala que descubra que te ama. Vuélvela tuya, como siempre ha sido. Luego llévatela lejos. Desaparezcan. Sean felices. Vete. Dices que me está esperando, pero yo no planeo volver. Ve con ella. Consuélala. Es mi último acto, que no es lanzarte al agua y deshacerme de ti, de las cadenas de mis tobillos, de una sola vez. Dile que la perdono, dile que no me extrañe, que yo también la quiero. No le digas que me encontraste aquí. Miéntele si es necesario, que nos volveremos a ver, que he encontrado a alguien más, lo que sea. Hazla feliz.

Fernando se levanta, se limpia las lágrimas. Juan se esconde entre sus manos, llora un poco. Fernando mira el paisaje, es hermoso. El lago, los árboles, la luz del sol y el verde en los pastos.

Gracias Juan. Por perdonarme y por ella. Adiós.

Juan sigue llorando. Escucha al doctor acercarse, pero no le toma importancia.

Su hermano se ha ido tan rápido como llegó, me ha contado de sus deseos, de por qué estaba aquí. Ha cambiado de opinión muy rápido. Vamos Juan, levántese.
Juan comprende que el doctor ha estado escuchando. Comprende todo.

Aún quiero morir.

El doctor asiente, lo levanta. Se van juntos caminando por entre los árboles con cuerdas. Se escuchan algunas aves cantar.

¿Morir? ¿Para qué? Ha hecho lo correcto. No se desanime. Vamos, ha hecho Alicia en la cocina un chocolate caliente que derrite almas. La suya lo necesita.

Juan camina cabizbajo. Suspira.

Chole. Si la hubiese conocido usted, doctor. Era la felicidad misma.

El doctor sonríe, dulzura.

Me parece como si la hubiera conocido. No se preocupe, ya será usted el recuerdo de ella, también, felicidad. Alicia, sírvanos por favor. El joven Juan se quedará con nosotros. Juan, ella es Alicia, nuestra enfermera solitaria.

Alicia le mira con un dejo de tristeza. Le ofrece la taza y al verle se alarma un poco.

¿Es eso que trae allí un arma?

Juan toma la taza, con tranquilidad. Se sienta frente a la verja, por donde se ve el jardín y el lago. Guarda silencio por un segundo.

No, la mía la he tirado al lago ya.

7 comentarios:

Frédéric dijo...

No eres tú, soy yo... Ya tuve mucho con esa Obra. Pero, fuera de eso, sigo insistiendo que sería una escena alternativa súmamente interesante...

Y lo mejor... no sale Hans =)

Siracusa dijo...

Bienvenida al escribicionismo!!!!
Me gustó tu entrada pero al final de la historia me perdi un poco, como que no entendí la presencia de Alicia. Las imagenes y tu estilo melancólico me latieron, quizá porque cuando intento hacer algo similar termina siendo màs romántico que otra cosa.

buena vibra!!!!!

Dr. Gonzo dijo...

Fue un relato hermoso, muy incisivo en el dolor de dejar a alguien y en el sentimiento muy hondo de una decisión así.

Pherro dijo...

¡Chale con Chole, ¿por qué se mancha con el pinche Juan?!
Sí, me parece muy intenso el discurso de Juan, pues aún sabiendo que lo que siente el objeto de su amor por el no es también amor, se conforma, por hacerse la ilusión de por fin tener algo valioso en su vida y de cualquier manera debe renunciar a ello.
Eso, creo yo, es lo más inteligente, pero en el cuento llamado vida, pocas veces pasa así.

Ros dijo...

Aw, se me apretujó el corazón con estos dos hermanos. Me gusta la nostalgia que le inyectas a la historia. Aunque no utilizas guiones se entienden muy bien los diálogos.
Bienvenida a este blog, un placer leerte.

Alicia L. dijo...

Ay, es que es un juego con una obra "Prohibido suicidarse en primavera"... Ya, la parte del final a mi también me pareció confusa si no has visto/leído la obra.

Gracias por la invitación y espero que en el futuro me vuelvan a invitar, buenísimo blog.

destroyer!!! dijo...

bien!!!

eso de lograr esta dualidad de emociones bonito-feo es dificil de lograr... muy bien!!!