martes, 26 de julio de 2011

La Puerta de Plata







Humo en el que flotan tus ausencias. Silencio que no lacera. Tendida viendo la blancura que entre sombras me seduce. Volutas de nicotina y alquitrán. –No, esto no sirve, empecemos algo mejor- el sonido de las teclas rompía la burbuja nocturna.

Los días arrancados de mi calendario indicaban que en menos de unos días el año terminaría, y las sombras me seguían continuamente, ¿Cuándo comprenderán que no pueden ni siquiera rozarme? ¡Ay ya es hora!

“O vienes por mí o me iré por la puerta de plata…”

Aquellos hombres trabajaban dedicados a su búsqueda, concentrados y agradecidos de que su trabajo les pudiera mantener en ese silencio monástico mientras hurgaban entre papeles viejos y olvidados, llenos de hongos y peces plateados. –Mira Francisco- susurró acercándose a su compañero. –Ya vámonos, ya va a pasar la virgencita- les dijo el regidor. Los tres salieron y se detuvieron reverenciando o respetando las creencias de la gente de la comunidad cercana al Tentzo, un cerro conocido en la ciudad porque según contaba la gente, ahí se escondían tesoros incalculables custodiados por el diablo. -Sin duda una creencia propia de la Edad Media- se decía Santiago.

Los juegos mecánicos, los cuetes y la música llenaban de colores al pueblo semidesértico. Los dos forasteros habían llegado unos tres meses atrás, lo que ya les confería el estatus de “hijos del pueblo”. Al principio nadie quería hablar con ellos, les huían pues no comprendían su llegada y menos que durmieran en la Presidencia Municipal, que se la pasaran el día entero entre papeles que a nadie le importaban. Ahora había entre ellos una camaradería suprema, se habían hecho amigos del mayordomo de la fiesta entre sotol, pulque y rayuela.

Los comensales degustaban mole y tamales de los que llaman “tarugos” pues solo tienen frijoles. La carne asada y las tortillas recién hechas aromatizaban la ropa y el lugar. Las mujeres sentadas en “cazuelita” volteaban las tortillas y le atizaban al fogón. Todos reían, -no hay nada como un buen cigarro después de una buena comida- pronunció el Presidente. Santiago metió la mano a su chamarra y extrañado sintió un papel en su interior. Sacó los cigarros que se terminaron en la primera ronda. Francisco se despidió largamente del Presidente Municipal mientras le decía que su pueblo sería reconocido cuando encontraran ese documento, las palabras se le enredaban y tropezaba a cada paso. Santiago lo acompañó, le tendió el petate dejándolo caer, Francisco roncaba profundamente. Sacó de su chamarra el papel que tenía guardado, lo observó largo rato, de nuevo esas palabras:

“O vienes por mí o me iré por la puerta de plata,
mis dedos atraviesan el portal líquido donde te esperaré…”

La música de la banda lo distraía, pensaba que tal vez encontraría más información sobre esa caligrafía delicada. Tendido en su petate culpaba al “torito”, al borracho que cantaba cerca de su ventana, a la luz de la luna, a los ronquidos de Francisco. Le desesperaba esa situación. Había olvidado sus pastillas. Repetía las palabras, “la puerta de plata”, de pronto, recordó a Don Joaquín quien contaba esa historia de la mujer que desapareció. Hubiera querido hacerle caso al viejo que después de haber contado una historia, no la repetía jamás.

-No sé qué hago aquí y luego acostado en el piso como animal-  se había acostumbrado a platicar consigo mismo -Maldito insomnio, lo padezco desde siempre, como otra herencia. Puedo pasarme dos, tres o más horas esperando que el sueño llegue y me venza, lo invocó inútilmente- una respuesta en forma de ronquido lo sacaban de sus pensamientos, se enredaba en las cobijas.
-Ahora he aprendido a vivir así, pero hay situaciones en las que algunas sombras, me angustian y atormentan. Las pesadillas recurrentes que también coexisten conmigo son un tormento menos intenso que el no poder dormir. El insomnio llegó con la adolescencia, pero las pesadillas han estado presentes desde siempre- el soliloquio continuaba así por más tiempo. Sin darse cuenta se levantaba, se bañaba, terminaba su café, Francisco siempre lo encontraba trabajando, lo que le generaba extrañeza, pero con el paso del tiempo ya se había acostumbrado a las manías de su colega.

-¿Qué me querías enseñar ayer?
-No, nada, ¿recuerdas la historia de la desaparecida?- contestó sin levantar la vista de los papeles.
-¿La que contaba Joaquín?, vagamente. Solo recuerdo que era una mujer que vivió en el pueblo un tiempo y que después se escapó rumbo el cerro, contaba también que tubo amores con el caporal de la hacienda pero no se sabe que fue de ella ni del galán aquel.
-Mira, acércate- y le extendió una fotografía.
-No empieces Santiago, ya casi terminamos aquí como para entretenernos en esas bagatelas.
-No te preocupes, eso solo es un capricho-. Los ojos de aquella persona se le clavaron en la mente,  mariposas en el estómago le brotaban cada vez que el ambarino tono le regresaba al pensamiento. ¿Qué es la puerta de plata? ¿A dónde pudo haber ido? ¿Quién eres?

Una caja de archivo lo entretuvo un poco más de lo habitual, un legajo desordenado le dio una respuesta, en la foja 23v según contaba, aparecía la misma letra, era el reporte de fin de cursos de la escuela primaria. Sí, era la misma letra, no había duda de eso. Leyó todo el informe, nada fuera de lo común, pero no aparecía la firma de la que suscribía. Debía ir donde Joaquín, pero el exceso de trabajo no lo permitió, había que digitalizar los legajos y folios ya ordenados según la temporalidad. La noche poco a poco empezaba a tender sus brazos sobre las marionetas de la fiesta patronal que en tres días les otorgaba felicidad infinita.

Nuevamente, casi todo mundo estaba ebrio, las cervezas y el sotol los llevaban a cantar en coro “como a las 11 se embarca Lupita, se va embarcar en un buque de vapor” mientras se alejaban trastabillando con sus sueños de revolución y agrarismo.
Con todos los papeles en desorden, Francisco le dijo lo cansado que se sentía y se colocaba el jorongo de lana que lo disimulaba en ciertas noches –ahora que recuerdo, pocas veces te he visto dormir- se puso el sombrero de palma y se alejó en busca de la amante de ocasión, situación extraordinaria tomando en cuenta que estaban en un pueblo de no más de doscientos habitantes, pero como en toda buena civilización, no pueden faltar las “alegradoras” que daban paz a los inquietos miembros de los regidores, presidente, consejeros y jornaleros, una venta e intercambio necesaria para mantener la frágil estabilidad conyugal.

“O vienes por mí o me iré por la puerta de plata,
mis dedos atraviesan el portal líquido donde te espero
me estoy acostumbrando a tus costumbres,
 de insectos recorriendo tu piel.
los desprendo, te guio en medio de la oscuridad, al fin es mi sueño, no tengas miedo”

Ninguna frase tenía sentido. Una mujer de unos 27 años lo miraba fijamente, sus ojos ámbar eran sensuales, su cuerpo se adivinaba virgen, inmaculado,  frágil. La foto no sobrepasaba los cincuenta años, llevaba un vestido típico de la época, sus zapatos blancos le generaban ternura, que maliciosamente se transformaba al subir hacia el escote adornado con una enorme flor, su peinado de ondas, el cuello largo y estilizado le daban una presencia de reina. -¿Cómo te llamas?, no quiero decirte la desaparecida- un golpe furioso en la puerta lo hizo reaccionar, se extrañó pues nadie iba a esas horas a la presidencia y Francisco no regresaría hasta el día siguiente, sus amores bajo la luz de la luna eran sagrados y no los dejaba ni porque el mundo estuviera terminándose.  Quitó el seguro de la puerta, sin preguntar la abrió, quedó paralizado al ver de nuevo esa tonalidad ámbar, pero ahora frente a él. –¡Ayúdeme por favor!- una voz vieja salió de los labios finos, -¡me vienen persiguiendo!, la puerta de plata hoy se abrió y por fin pude escapar- jadeante se recargo en Santiago, la introdujo a la habitación, -¿Cómo te llamas? ¿Qué es la puerta de plata? Necesito saber- desesperado, ansioso, confundido puso el seguro y la sentó en la silla, le alargó un vaso de agua. –Mi nombre es Bertha, la puerta de plata es…

Bip-bip-bip…el sonar de las teclas se detuvo.
La alarma del despertador que tengo programada más por ociosidad que por necesidad sonaba en la habitación.- Es hora de ir a trabajar-  Verifico la posesión de las llaves y la cartera. que en estado zombi siempre olvido -¿Apague la cafetera?, creo que sí- el sonido del motor ahoga mis pensamientos. ¿Dormir? ¿Quién necesita dormir?



10 comentarios:

Unknown dijo...

No hubieras ido a trabajar, para que finalizarás la historia.
Un pequeñísimo descuido ortográfico, encontré: "contaba también que tubo amores con...", es tuvo, de tener.
En algunos pueblos se siguen conservando las creencias acerca del diablo o brujas que custodian tesoros en cuevas y matan a quienes osan ir en busca de ellos.
Muy buena tu historia.

Mucho he deseado no dormir y aguantar así por meses, pero creo que en la mayoría de las personas es algo antinatural, luego no rindo bien durante el día.

LA MALA DE LA HISTORIA dijo...

amm...

sólo diré que me necesitan, jajajajajaja

HATOROS dijo...

ME DIVERTÍ LEYÉNDOTE Y RECORDÉ LAS HISTORIAS DE LA SEÑORA EMILIA. GRACIAS, AMIGA Y BESOABARAZAOS

Capitan TINTASANGRE dijo...

me recordó a muchas leyendas de este mi GUANAJUATO querido. como la bufa o el salto del diablo.

esa mezcla de tradición y regaño moral. de antaño.
y al final una historia escrita a la luz del insomnio.

. dijo...

este post tiene mucho olor a viejo... ahhh esas cosas rancias rifan...

solo que ahmmm.... no le captè con lo del insomnio :s...

la MaLquEridA dijo...

Cuando tengas tus nietos los tendrás muy entretenidos, tienes mucha imaginación. Mala onda que te despertaste en el momento cumbre del sueño.



Saludos.

Ros dijo...

Tu idea me parece creativa, pero sinceramente a primera leída no le capté mucho al texto, a la segunda ya me cayó el veinte.
Me gustó el final, también que no finalizaras la historia.
Los peces plateados me parecen criaturas extrañas, pobrecitos, son los enemigos de los restauradores, snif.

Dr. Gonzo dijo...

Yo creo que es una historia bien valiosa en el aspecto de que puedes ilustrar bastante bien todo eso que rodea a la misma haciéndola muy colorida y brillante. De ahí nos desprendemos a que al estar en el mundo de los sueños resulta bastante lúcido el final así interrumpido y chance no cuadra en la manera en que lo estaba leyendo, aunque supongo que para tí dio un buen cierre. Como quiera, me latió lo que lei.

Aline Suárez del Real dijo...

¡orale! la descripció y la ambientación me encantaron, realmente me remontaron al ambiente. Y como que es una lectura de varias pasadas, como que igual a la primera no capté bien.

Siracusa dijo...

PHERRO: la terminé en otra noche de insomnio. :D Esas historias son geniales!!! como ya te habras dado cuenta me encantan. Esta mejor que puedas dormir y no sufrir de ese odioso mal porque efectivamente no se rinde igual. Saludos.

HATOROS: que bien!!!!! después me cuentas sus historias para ampliar mi colección :D saludosss

Capitan TINTASANGRE: las historias regionales tan llenas de magia como los lugares mismos. Cuando no puedo dormir escribo.

DESTROYER: pero un buen!!! me apasionan jajaja y cierto no alcanze a redondear mi texto. :D

Malquerida: mientras llegan entretengo a mi sobrina :D y pues mas que estar dormida era en vela x no poder dormir. Habra que trabajar el texto . :D

RoS: si caray!!! después hasta yo misma me confundí, era la historia de la historia de la historia o algo así :s. Los peces y los hongos!!! malos para los documentos!!! me puedo perder horas y horas en la restauración, ese silencio monástico ruls!!!

Dr. Gonzo: El experimento tuvo un resultado distinto, la idea era asi como en pelicula: el escritor en su mesa escribiendo y sus personajes casi reales. Grax :D

Ursula: que bien que eso se logre y efectivamente un poco confuso el texto. saludos señorina!!!