miércoles, 27 de julio de 2011

Pablo



¿Recuerdas? Tus manos olían a óxido, a musgo, a madera podrida; te las lavaste tantas veces hasta que se agrietaron y comenzaron a sangrar. Pero el olor no se iba, era espantoso, insoportablemente pesado. Con un palillo limpiaste los resquicios de tierra que había en tus uñas, desde ese día, te quedó esa mala costumbre: de lavarte, de asearte obsesivamente.

Esa noche Pablo no estaba, tú lo esperabas con la casa reluciente. El problema eran tus manos y aquel aroma pútrido. Afuera, una lluvia fina, poco a poco se convirtió en aguacero. Desde la ventana observaste tus rosales, la tierra que recién habías removido era apisonada por el agua, a un lado, estaba aquella bolsa de fertilizante, -ojalá que la lluvia se lleve su repulsivo olor –pensaste.

No era que te atacara la exageración, pero llovía cuando más lo pensabas, lo extrañabas por debajo de las sábanas, y a veces un poquito en los labios; aunque sabías que casi nunca llegaba, odiabas la poca incertidumbre que te hacía esperarlo, y es que tanto lo querías que lo ahogaste con tus besos, de ahí que él prefiriera llegar tarde, siempre.

No supiste a qué hora el sueño te venció. Lo hiciste por varias horas o quizá sólo unos minutos. Al despertar tenías aquel dejo de tierra mohosa en la boca, el reloj no había avanzado, revisaste tus uñas, una mancha marrón se dibujaba bajo ellas, volviste a removerla con un mondadientes, te dolió. El aroma de tus manos invadía la habitación como nube espesa, ¿y si Pablo te abandonaba por oler así? De pronto lo entendiste, ¡se trataba de un error! Estoy soñando, sí, un sueño, era eso. Cerraste los ojos.

¿Cuántas horas, días han pasado? Enciende la luz, reconoce los muebles, estás en casa, ¿o sigues soñando? Observa tus uñas, sí, aún sangran, has borrado las huellas de tus manos de tanto lavarlas. Mírate en el espejo, luces más vieja, acabada, siente la extraña textura bajo tus pies, cientos de palillos, también hay mugre ¿desde cuándo empezaste a descuidar la casa? La cama continúa vacía, Pablo no ha llegado, pensarlo no ha dejado de doler.

De nuevo ese olor, de pronto se te encoge el estómago, comienzas a recordar, ‘me he vuelto loca’, eso piensas también. Tienes la voz rota, entonces sientes al miedo, a un miedo agazapado en la oscuridad, acechándote. Desde aquella noche no puedes dormir, de modo que no, no es un sueño.

Corres al baño, el drenaje se ha tapado con tanta nostalgia, recuerdas la pileta del patio, necesitas refrescarte, pero no puedes, chocas con el candado que hace días pusiste. ¿Cuántas lluvias llevas sin salir al jardín? Miras tus rosales, aunque están rodeados de tanta maleza, son hermosos.

Se acerca una tormenta que no acaba de estallar. Caes en la alfombra, tomas un palillo. Esa mala costumbre de limpiar tus culpas jamás se irá, tampoco Pablo. Ojalá esta noche puedas dormir. Por tu bien y por el de él, no rasques el jardín, recuerda que la tierra está húmeda.

10 comentarios:

. dijo...

no dormir de verdad que es peor que cualquiera de las peores pesadillas...

Unknown dijo...

Atrapa la atención de principio a fin.
Las obsesiones nacen de la inconsciencia, de la falta de noción de la realidad, la mente se confunde y todo se tergiversa.

el presley dijo...

Un relato que me ha recordado a Buñuel y su película "El ángel exterminador". El escenario y los actores son distintos pero algo, tal vez, la sensación de encierro físico y mental del personaje me ha traído a la cabeza aquella película.

Un saludo.

la MaLquEridA dijo...

El insomnio trae a la mente olores, recuerdos, voces que hacen un caldo de cultivo listo para la locura.



Saludos.

Aline Suárez del Real dijo...

Pfff, qué triste.

Qué mas te digo, me gustó bastante y me puso muy triste, la mente te puede llevar a estos extremos, es muy cierto.

Pinchesendic dijo...

Una historia muy triste, gris y con harto color de desesperanza. Bellas palabras. Como la noche se hace uno con una persona en una espiral interminable de tiempo en la espera de alguien, que parece nunca llegar.

Siracusa dijo...

Se me quedó fija la obsesion por los palillos y ese recuerdo que corroe el alma de tu protagonista, me hizo pensar en mis obsesiones.

Dr. Gonzo dijo...

El punto de la obsesión es que forma parte de la vida diaria. Tienes el talento de poder describirlo como parte del entorno que la insistencia nos hace recordar que tu protagonista está a la espera del tal Pablo y todo termina siendo consecuencia de esa situación. Desesperanza encantadora.

Capitan TINTASANGRE dijo...

locura, obseción

una mente inconciente de cuanto lerodea yse marchita esperando

buen tema Arqui...usted siempre tan pulida en sus textos.
creo que usted tambien es medio obseciva.
alejese del jardin....

Ros dijo...

DESTROYER: Yep.
PHERRO: Ajám, por eso escaparse de la realidad suele ser peligroso.
PRESLEY: No he visto esa peli, pero investigaré al respecto. =)
MALQUE: Mjú, vaya que sí.
ÚRSULA: Sí, triste mil, pinche mente.
SENDIC: Y mohosa, como la espera de un ser que ya se fue.
SIRACUSA: A mí también se me quedó fijo lo de los palillos, nomás me acuerdo y me duele.
Dr. GONZO: Encantador su comentario. =)
CAPITÁN: Qué va, qué se toma.

¡MUCHAS GRACIAS Y SALUDOS A TODOS!