domingo, 24 de julio de 2011

Trago ambigüo


Abrí los ojos lentamente, la ínfima luz del amanecer iluminaba su silueta.
Se veía tan bella, tendida, desnuda. El sonido del mar, de las olas rompiendo en la playa cercana, eran el marco perfecto para mirarle dormir a mi lado.
Extendí mi mano con delicadeza para apoderarme de uno de sus pechos que al instante reaccionó a mi caricia. Suave y turgente piel que manaba aroma a flores.
Me acerqué a ella lentamente rodeándola con mis brazos, mis pechos se pegaron a su espalda y ella se arqueó suavemente al sentirme.
-Buenos días, –le dije, dándole un beso en su piel erizada, -¡hola! –me respondió– ¿cómo dormiste?, mientras sus intensos ojos verdes buscaban mi mirada.
Nuestras bocas se dieron el primer beso del día, ese que sólo aguantas a quien amas.
Y mi abrazo se apretó aún más, mis manos bajaron despacio por las curvas satinadas de su cuerpo, por el contorno de sus caderas anchas, sentía como se aceleraba su pulso y el mío.
-Te amo –le dije al oído. Ella se dio la vuelta, respondió ‘yo también’. Y me ofreció sus labios.
Nuestros pechos se juntaron y la sensación fue maravillosa, me abrazó con sus piernas y la atraje hacia mí.
Bajé  lentamente por su cuello, besando su  pecho, con esa mezcla de ternura y malicia que ella me despierta, sus senos abundantes fueron el blanco de mis deseos.
Sus manos, poco a poco, se volvieron inquietas, tocándome, haciéndome perder la cordura; mi humedad la necesitaba, mis caderas la reclamaban, me recorrió rápidamente cayendo en picada entre mis muslos apoderándose de mí. Su lengua recorría la selva que cubría mi sexo, cobraba vida entre mis pliegues. Estaba al borde de la locura, sólo atinaba a sujetarla entre mis piernas y...
De repente me congelé. ¿Qué te pasa? –me preguntó.
Tengo miedo –dije.   ¿De qué? –del que dirán,  respondí–   ¿Quiénes? –Mis amigos, ellos y ellas tienen la tendencia a creer que todo lo que los otros escriben es real y no sólo fantasías.
Puso su tierna mano en mi espalda y me dijo: pues entonces despierta.
Salté de la cama, me miré en el espejo, acaricié mi barba, respiré, era nuevamente yo. Salí a cubierta,  tomé la piña colada que estaba a mi lado y la arrojé al mar  al tiempo que me prometía no volver a tomar esas porquerías, que sólo me dieron pesadillas.

8 comentarios:

Unknown dijo...

Sería de verdad muy difícil, para un hombre, ponerse en la piel de una mujer y vivir su vida, no sólo la parte de la intimidad con otra mujer.
Buen texto mi Capi, iba subiendo de intensidad la situación, pero así de abruptos son los finales de lo que consideramos malos sueños.

Pinchesendic dijo...

Genial relato de las tormentas que realiza morfeo a los hombres de mar cuando toman ron con piña agitado con tantita leche.

Ros dijo...

Vientos Capi, hasta con su lado más femenino sigue prefiriendo a las mujeres, haha.

Me gustó el final, sorpresivo, chido relato.

/Todo por andar tomando piñitas/

Vergónides de Coock dijo...

Uno de tus textos más flojos hasta el momento, Capitán. Aunque el final te salvó por poco.

la MaLquEridA dijo...

Bien Capi, sorpresivo final aunque poco flojilla la historia.


Saludos.

Aline Suárez del Real dijo...

Bieeeeen, perfecot para tocar el tema pero seguir con los relatos propios de tu estilo. Me reí con lo de "Nuestras bocas se dieron el primer beso del día, ese que sólo aguantas a quien amas." y el final, bueníiisimo y divertido.

Alejandro Aguilar dijo...

A chinga! Yo comente ayer!! Que pedo con esta madre!!!

Muy bueno el relato, un poco raro en el sentido de soñar que eres mujer y aparte una del otro bando. Me suena a sexualidad reprimida... :S

Jaja!



Saludos capi!!






Dark Angel

Dr. Gonzo dijo...

En este caso me quedé con la sensación de que hay ideas sin terminar. Por lo demás la idea me latió, los sueños siempre peuden ponernos de cabeza y son tan vívidos como cualquier experiencia diurna.