miércoles, 5 de octubre de 2011

Fiesta en Chucándiro



Sonó el teléfono en casa de los Alvírez. Rosita emocionada fue a contestar, ya le habían dicho que Sergio acababa de regresar al pueblo, y efectivamente, era él. Una lluvia de mariposas se concentró en su vientre, ya más de diez años los habían sepultado, pero Sergio, su amor de secundaria, cumplía la promesa de volver.
-Bueno –contestó nerviosa.
-¡Hey, nena! –sonó Sergio con voz diferente.
-¡Parece increíble que hayas regresado! –sentenció ella– no creí que...
-Te dije que algún día volvería –la interrumpió– y muero de ganas por verte.
-Hoy hay fiesta en la plazuela, ¿vamos? –dijo Rosita–, esta noche tocará Banda Barranquitas.
-¿Con qué se come eso? –burlonamente contestó él.
-Vaya, veo que has olvidado la música con que me enamoraste.
-No me hagas caso, paso por ti a las ocho, bonita.
Y ambos colgaron. Ella corrió al clóset, buscó entre sus prendas un coqueto vestido, y mentalmente eligió zapatillas y bolso. Se sentó en el borde de la cama y, como diapositivas, desfilaron los recuerdos en su corazón: Ellos, amándose la vida entera. Un primer beso. Sergio buscando un mejor futuro. Mojando la suerte. El adiós, la promesa de los dólares, de casarse... de contarse en plural toda la vida.
Pero al oirle, esas ilusiones almacenadas perdieron sentido, fue como si hablara con otro, con un Sergio diferente, con un fuereño, de esos que llegaban al pueblo a comprar ollas de barro, o como los gabachos que año tras año volvían para presumir sus camionetas de lujo rotuladas con el nombre de los hijos.
Lo sintió diferente pero sacudió esas ideas cuando, más tarde, le llamó Consuelo para saber qué tan cierto era el rumor de que Sergio andaba por el pueblo. Ambas amigas se pusieron de acuerdo para verse, junto con todos los habitantes de Chucándiro, en la plazuela.
Llegó la noche y con ella Sergio, Rosita abrió la puerta: enmudeció. Se vieron por minutos, tal vez por horas. Reconocerse les llevó su tiempo, pero a pesar de los años, en las miradas aún había restos de amor, y eso les bastó. Se tomaron de la mano y partieron rumbo a la plaza.
En el camino él le mostró su iPod, de su listado de canciones ella no reconoció ninguna.
-Cuando escucho esta, pienso en ti –comentó Sergio.
-Jun- tin be-ar –deletró ella– ¿y qué dice?
-Nada... sólo me hace pensar en ti, en la tristeza de extrañarte, en mis días a solas, en estar sin lo que fuimos ¿quieres escucharla? Te la dedico.
-Bueno –aceptó ella
Pasados los segundos se retiró los audífonos.
-A mí nada me dice, sólo me hace doler la cabeza.
Él se encogió de hombros, y siguió caminando de la mano de Rosita.
Cuando llegaron al jardín principal, el jolgorio estaba a su máximo esplendor, las parejas ya se habían formado en torno al kiosko y la banda comenzaba a tocar; por allá, Conchita y Rubén Pereira sentados en una banca; en la explanada, Carmen y Lupe esperaban quién las sacara a bailar; desde un improvisado puesto, Teresita de Jesus II, reina de la feria, vendía besos a cuarenta pesos para cooperar con la reconstrucción del templo, claro que estos eran de a piquito; y para completar el cuadro, vendedores de dulces y antojitos se apilaban en los alrededores inundando de aromas el festejo.
-¿Vamos por algo de tomar? –le preguntó Sergio a Rosita.
-Sí, a doña Eduviges le queda muy buena el agua de horchata.
-¿Agua? agua de horchata bebíamos en la secundaria, yo había pensado en una cerveza.
-Pues yo no he cambiado mucho –respondió ella– sigo siendo la misma muchacha.
-No me hagas caso, es que...
-Es que eres un turista, ya ni a Banda Barranquitas reconoces, eres un turista en tu pueblo –lo interrumpió Rosita.
-Ellos tampoco me reconocieron
-Tampoco te reconozco yo. Eres demasiado turista para mí, prefiero al Sergio de mis recuerdos.
Entonces tomó su bolso, pasó al puesto de doña Eduviges y regresó a su casa con una sonrisa triste, mientras bebía agua de horchata, pensaba en lo terrible que era que a una muchacha de pueblo le dedicaran Juntin bear.

11 comentarios:

el presley dijo...

Me gustó mucho tu relato de amor en Chucándiro. Lo he encontrado muy ágil y muy descriptivo. Muy colorista. En algún momento he tenido la sensación de estar leyendo algo de la primera época de Vargas Llosa.

Genial lo Teresita de Jesus II vendiendo besos de "piquito".

Muy bueno.

La canción esa de "Juntin bear" no la conozco, pero desde luego no estuvo muy acertado el Sergio. De todas formas Rosita era muy estrecha porque a veces sienta mejor una "Coronita" que una empalagosa horchata.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Bastante digerible el relato, generalmente disfruto los miércoles y esta no fue la excepción.

De verdad que este es un buen blog, felicidades a todos.

Dr. Gonzo dijo...

Nhurr hurr hurr, me gustó mucho, es que yo simple, tú saber, Hulk aplasta; jontin bers... Sucede que cuando leo este tipo de relatos tuyos, así de pueblerinos, hasta el olor del pan recién hecho de pueblitos aledaños y otros en los que andaba de infante y obtienes a través de palabras e imágenes vívidas. A pesar de ser un trabajo poco inspirado puedes capturar con tu estilo.

Augustine X dijo...

Me ha gustado mucho, de verdad, he disfrutado un montón con la feria del pueblo, la historia sencilla y radiohead haciendo una aparición poco protagónica pero clavada en la historia de manera precisa. Gracias, ha sido un gusto tomarme una agua de horchata con usted.

Pinchesendic dijo...

Me imaginé a Sergio muy bigotón, como artista de novelas y películas mexicanas.
Por un momento creí que era la historia de una chava que le daban tres tiros, de los cuáles sólo uno era de muerte.

Alejandro Aguilar dijo...

Inche chayo apretada. Pero el agua de horchata rifa.









Dark Angel

Fhercho dijo...

-A mí nada me dice, sólo me hace doler la cabeza.
Eso pensé el lunes, mientras le ponia play...
Voy por una Horchata...

Siracusa dijo...

Porque las cosas y la gente cambia!!! ni modo, lástima por Rosita, ¿es la misma a la que después matan en el baile? Me gusta tu forma de relatar llena de detalles sin ser cansada! :D

Unknown dijo...

Daba lo mismo esa canción o cualquier otra, el asunto no es querer conservar el pasado, si no darse cuenta que algunos pretenden modificarlo o negarlo.

Me quedé pensando que habrías escrito si te hubieras inspirado, digo, porque este texto te quedo chido.

la MaLquEridA dijo...

Es lo que pasa en la mayoría de los casos de la gente que se va al otro lado, sus raíces se olvidan en un lugar que no les pertenece, los que regresan ya no son los que se fueron, en el camino se quedó su identidad.


Saludos.

Kiva dijo...

horchata... mmm
por un momento me senti Sergio...
turista en mi propio pueblo...
excelente post...