Olaf
Ochotorena y Omar Ochoa viven en la calle ocho, les dicen los “pochos”, porque
durante varios años se fueron al gabacho, de mojados, sufriendo, más que
logrando, el sueño americano.
Los dos
nacieron el ocho de agosto del ´88; son grandes amigos, varias
coincidencias emparentadas con el número ocho los fueron acercando, como la
pista Scalextric que compraron juntando sus ahorros, cuando tenían ocho años. A
sus dieciocho, pasaban todos los domingos en la calle, jugando tocho; aunque sus
familias eran católicas, ellos dos no tenían nada de mochos.
Viven
en el número ocho de la calle oriente 8, de la colonia Renovación de 1985, en
un viejo edificio que data de la década de los años ochentas, pero del siglo
XIX; en los números interiores 80 y 88, respectivamente.
Olaf
posee, de nacimiento, una prominente nariz, a Omar un certero tubazo le deshizo
el tabique nasal, pero a pesar de esto no quiso nunca operarse, por lo cual
además de tenerlo desviado, un bulto bastante visible adorna su cara; por eso
la banda de vez en cuando les llama también, los "pinochos", cosa que les
desagrada bastante y por eso se enfrascan continuamente en absurdas discusiones
que invariablemente terminan en violentas amenazas, pero nada más. Por si fuera
poco, se ganan el sustento como carpinteros.
Poncho el
Morocho, es vecino y un buen amigo de los "pochos", nadie sabe con certeza de
donde procede, aunque él presume ser argentino pues vende pochoclo y otras veces
dice ser colombiano, pues en su pequeña fonda sirve sancocho.
Todos
los viernes salen a dar el roll en su "vocho", modelo 1983, escuchan rolas de Polymarchs
e invariablemente antes de comenzar a ingerir bebidas embriagantes, van a tirar
bola al billar de la colonia, el Círculo 33; por supuesto juegan bola 8. Cuando
el presupuesto lo permite, se dan su escapada a La Merced, para proporcionarle
desahogo al cuerpo, con las “damas del chocho”, que es como se refieren ellos a
las prostitutas.
Así
transcurre la circular vida de los “pinochos”, con escasas alteraciones, entre
música disco, cubas y chelas, chamba, mujeres y harto cotorreo con su amigo
Alfonso.
8 comentarios:
Se me hizo la versión escrita de Chilanga banda, pero con ochos.
Pachucos Cholos y Chundos. Chichinflas y malafachas, acá los chómpiras rifan.. y bailan tibiri tabara. Transando de arriba abajo, ahi vá la chilanga banda, chinchin si me la recuerdan,carcacha y se les retaacha.
Estuvo muy cómico el relato, con harto de coincidencias que suelen suceder.
Secundo a Sendic.
Cotorro y creativo post. Leyéndole en voz alta suena cura. Saluos.
Sobre todo eso ¿no? Cotorrón, bien armado y da un giro a lo que se venía planteando.
Te faltó para rematar; ¨y harto cotorreo con su amigo Poncho¨ , casi termina en ocho, ¿quieres un bizcocho? ¿no verdad?
Buenisimo Pherro, ponle salsa verde para que sepa mejor. Me pasó igual que a Sendic, solo que no recordaba que canción era, ¡que ocho!
Utts, de pelos esto, de ocho en ocho; recordé hasta las cantaditas que se echaba uno en la “burra tamalera”, y esos cuates se me hicieron increíblemente conocidos, como si los hubiese perdido en el tiempo, en los ochentas.
Vientos, saludos.
Aplausos, muy bueno la neta.
Muy chingón aunque no hacia falta decirlo no? Ha habido lluvia de aplausos. Me uno a ello.
Publicar un comentario