domingo, 30 de octubre de 2011

♪♪♪... vieja Ciudad de hierro ...♪♪♪


Volvieron las nubes a la Ciudad, son muy grises, el viento es débil, no puede arrastrarlas; además son muchas, han ido amontonándose a lo largo de la mañana y por la tarde volvieron a formar esa pesada cortina que impide al sol ensañarse con el mobiliario y los desprevenidos habitantes. Si permaneces suficiente tiempo en las calles, podrás darte cuenta de los cambios: las sombras caminan despacio, la completa demolición de un edificio que amenazaba con desplomarse sobre los peatones, entraron los niños a la escuela, el trabajo ordenado de muchas personas para decorar una avenida principal, poco a poco han cubierto el negro pavimento de natural anaranjado. Salieron los niños de la escuela, una construcción en la cual avanzan rápidamente, suma dos pisos más a su altura; no puedes evitar perderte en los escenarios eclécticos de esta urbe señorial y miserable, majestuosa pero ajada, de noche sórdida, de día atestada, asustada, con sus vagos elegantes, pordioseros que prestan dinero, payasos que dan lástima, personas de corta edad vendiendo el cuerpo y el alma, estridencia visual ¡cuántos contrastes la vista abarca!
Déjate llevar, el viento trae palabras de personas sin rostro, no las escuches, pon atención a sus ademanes, ve con ellos en pequeños espacios, breves instantes; cuestionan, responde, practiquen juntos monólogos impersonales.
La Ciudad le da la espalda al sol, dentro de unas horas la luna lucirá más hermosa que en días pasados, pero ni un solo loco podrá admirarla; amenazada por catástrofes y bandidos, deberá pernoctar con un ojo abierto, la somnolencia hace que todo parezca más lento, los bailes se antojan eternos, malabaristas dominan al fuego, humo rancio y vino barato envilecen el juego, el pudor yace intoxicado, la lujuria camina voluptuosamente, lanza besos, viste entallada mostrando el indicio de un gozo que exige precio, nada de coqueterías ni lances de caballero, el pecado hace negocios en trato directo. La noche tomó demasiadas copas, sus carcajadas no son de júbilo, suenan a burla, vulgares; la muerte le ganó esta mano y ha salido a cobrar sacrificios sin altar, aplaca su sed bebiendo lágrimas, pero no se sacia, jamás descansa, al siguiente segundo va por más sangre y dolor, trabaja turnos completos, a la luz o en la oscuridad.
El sueño pide su tiempo, ya no encuentra encanto en los disfraces, las máscaras se han despintado tornándose muy pálidas, vomitan incoherencias y se sienten desprotegidas, procuran ser discretas al no saber porque de pronto temen, se sienten vulnerables ante remordimientos falsos. Prenden un nuevo cigarro, apuran otro trago, aspiran profundamente blanca combinación, logrando fugaz tranquilidad, las caretas caen para ser destrozadas debajo de calzados caros, vuelven los brindis y la risa, melódicamente el estruendo hipnotiza, danzas desinhibidas, concupiscentes sonrisas. Corderos con colmillos atraídos por una ninfa sensual, sirenas fuera del agua embriagando los oídos de rudos tontos, con deliciosas promesas de cumplir deseos, todos prestos a jugar el juego de olvidar que el respeto a uno mismo no se consigue con dinero. Después, con jactancia afirmarán haber tenido al espíritu de la vida rendido entre sus brazos, hechizado por sus palabras, seducido por sus maneras. Esclavizándose a vicios no a placeres, profanándose mutuamente.
Un par de horas más y la noche dormirá, se reanuda el movimiento, unos vienen y otros van, no importa cual es cual. En medio de la obligación de seguir, amanece, la Ciudad bosteza ansiosa, observa a algunos hacer de un asiento el mejor lugar para dormir; el mercado abre temprano, al paso de la gente ofrece agradables olores, la prisa corre en pies y motores, la luna no le hereda al sol su tranquilidad, ni por estar expuestos hacemos caso a la autoridad, empeñados en lograr cada uno su meta particular, perdiendo de vista que acudiremos todos juntos a la misma cita, en el mismo lugar.
Trato de hacer la señal de la cruz sobre mi cuerpo, aturdido por el cansancio dejo a medias el movimiento, aparco junto a un parque, siento el viento fresco mientras me deleito sorbiendo un café caliente, doy gracias por haber transitado con bien esta transición. El viento se ejercita a temprana hora, baja furioso al valle pues no pudo nada contra las nubes, me entretengo en presenciar su lucha contra todo lo que se le opone, ulula amenazante entre árboles y edificios, con puños gélidos aprieta cuerpos y objetos, revuelve la basura, hace llover hojas que tapizan el asfalto, puedo escucharlas al caer y crujiendo bajo mis pies, bailaré con ellas cuando el aire las levante, si no ahora, quizá en cenizas, entre la basura.
Sorprendida por el frío la Ciudad vive, acoge a sus hijos y bastardos, espléndido anfitrión, exigente patrón, consiente el ocio, invita a laborar, en las más grandes fiestas soporta el robo y la violencia, pasa de carnavales a funerales, crece hacia el cielo moderna Babel, se avejenta corrompiéndose revestida de oropel, se extiende sin orden; en ella, Mujer y Hombre viven dándose la vida, negándose, con fidelidad e hipocresía, solidarios e indiferentes; dentro de  estas arterias de trazo impreciso, se mueve un pueblo poderoso pero dividido, opulento y menesteroso, se mezcla, ordena y protesta; congregado en las calles para festejar o para reclamar, a diario sale desafiando la inseguridad, se agrupa, agrede y segrega, se manifiesta a gritos, a duras penas se reconcilia y tolera. La ciudad de los absurdos, repartida como un botín, conquistado sin sudor ni sangre, por farsantes diestros y zurdos, siguen haciendo mal uso del esfuerzo y los recursos de un pueblo que ya no confía en peroratas enfatizadas con ademanes teatrales, ni espera un Mesías, mucho menos milagros de televisión, pero que cansado de sobrevivir precariamente con un pobre poder de adquisición, carente de organización para recuperar sus derechos haciendo una nueva revolución, termina las jornadas laborales maldiciendo, buscando evasión, un poco de descanso y pervirtiendo sus valores en cualquier mundana distracción.
Es una olla. Un nido.
De hormigas, grillos, serpientes, ratas, mariposas, corderos, fenómenos y fantasmas.
Se moderniza desmoronándose, las manos que la maquillan, son extranjeras.
Santas piedras, escondidas entre gris cemento, austero pero opulento.
La nueva tendencia es la individualidad, para lograr el bien común, primero lucha solo, triunfa a como dé lugar, luego busca compañía (personal y laboral), aplaca tu instinto animal. ¿Incongruencia? No, es sólo otra creencia.
En los barrios y zonas residenciales, desde el cerro a las calles principales, turistas y peregrinos, prostitutas y rufianes, obreros, burócratas, advenedizos del erario público, profesionistas y estudiantes, ignorantes e intelectuales, héroes de goles celestes, amarillos, auriazules, una olimpiada y dos mundiales, mucha violencia, poco arte, carreras presidenciales, ídolos que no envejecen en películas y canciones, inútiles comicios electorales; yo, perdido en el tránsito, no puedo imaginarme a esta Ciudad ¿qué más le cabe?

8 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

Le caben artistas de la pintura y de las letras que no encuentran acomodo en ningún sitio.

le caben familias enteras disputándose la herencia de una casa desvencijada. Le caben mujeres regodeándose en sus propias miserias. Policías cuidando un orden inexistente. Artistas de ver el cielo y hacer cuadros con semillas. Brujos haciendo limpias ante los ojos de tantos incrédulos que se resisten a creer que las yerbas curen todo mal bajo los rezos de un santero semidesnudo.

Le caben mariachis tocando una y otra vez una melodía que de tanto sonar ya no dice los mismo.

Poetas, cantores irredentos, saltimbanquis de pacotilla, escritores de unicel y carbón que se deshacen al tocar sus dedos.

Eso y mucho más le cabe a esta ciudad que de principio se me antojó hablabas de Reforma, después me fui al centro y a La Lagunilla, al mercado de las flores de San Ángel y por último me perdí en unas rimas que sin querer tenían tu toque... el toque de PHERRO.

Anónimo dijo...

Un texto que cierra bien, yo también me lo pregunto y después de leerte creo que nada.
Tu prosa de repente se me hizo cargada, pero hubo partes que disfruté.
Lo de 'Es una olla. Un nido.' Pfff, se me hizo muy bueno.
Se te comió un acento en 'le ganó'.
(Ros)

Augustine X dijo...

Me ha gustado mucho, he disfrutado mucho leer este texto. Las metáforas me parecieron precisas no sobradas y mucho menos innecesarias. Un buen tono, denso pero a veces hace falta algo así para hacer reflexiones como las que has hecho. Bien llevado y un buen final, concreto, sin sorpresas pero exacto. Gracias por este texto.
P.d. Disculpa la tardanza en comentar.

Dr. Gonzo dijo...

La verdad es que yo me perdí, a propósito de que algunas figuras se veían cargadas, tuve abundancia de imágenes y unas no dejaban espacio a otras. Creo que es una forma interesante de atacar al lector pero tampoco me pareció que el tema lo mereciera tanto. Como sea, en la segunda leída, me sonó mejor el conjunto.

Ros dijo...

¿Y los demás escribicionistas?
No es obligatorio, pero es compañerismo el retroalimentarnos con los comentarios, y más, creo yo, en el caso de Pherro, quien es de los más frecuentes en comentar, chale.

NTQVCA dijo...

Saturada, saturada, justo como la ciudad que describes, al parecer el saber que andas tanto tiempo en la calle me ha ayudado a entender lo que escribes, esa ciudad que aturde a los forasteros. Me gusta leerte en prosa pues.

Pinchesendic dijo...

Pienso que el texto estuvo muy denso y cargado, en ocasiones el ruido de la tele en el periódico no me dejaba leer porque necesitaba de mucho enfoque en las letras. BUen escrito

Unknown dijo...

Mientras haya espacio a los lados y hacia arriba, todos tendremos cabida, Malque.

Sí RoS, ya me han dicho que escribo muy rebuscado; estoy trabajando en eso, pero creo que cada vez me enredo más, ja.

Gracias Augustine X, de todos modos trataré de no enfatizar en demasia. Mejor tarde que nunca.

Yo creo que te pasaría exactamente lo mismo si dieras un largo paseo por el Centro de la Ciudad, Dr. Gonzo; en ese caso te engentarías, pero a fin de cuentas lo disfrutarías.

Saturada como viernes de quincena con manifestación incluida y obras inconclusas por las principales avenidas de la Ciudad, NTQVCA. Ni prosa ni verso, un texto nada más.

A fin de cuentas te parece bueno, PincheSendic, con todo y sus bemoles. Así es la Ciudad, con sus diferencias, de un extremo a otro.