miércoles, 2 de noviembre de 2011

Epazote



El tinaco ha quedado vacío, Lucina maldice y deja sobre la mesa un paquete de semillas de epazote, luego baja a prender la bomba.
Deja en pausa los preparativos que hace en su jardín, que es más bien un patio de tierra, que es más bien una vista triste de hortalizas amarillentas y rosales secos.
Mientras la bomba aturde al silencio, Lucina recuerda cuando todavía no sabía para qué servían esos moños negros que la tía Eduviges colgaba en el dintel de la puerta. Una voz secreta, casi apagada, como si hablara con ella misma, la transporta a aquel jardín donde se atravesaban distancias tan largas.
El ruido de la bomba va desapareciendo a la par que los recuerdos de Lucina la ubican de nuevo siendo aquella niña de ocho años, observando a través de la ventana todas las flores que se podían abarcar con la mirada.
Cuando llovía, le gustaba mirar hacia el jardín, ver el agua que goteaba de las tejas haciendo agujeros en la tierra del patio, o el plas, plas sobre la hierbabuena que daba tumbos en aquella vieja olla de peltre.
Luego de que se iba la tormenta, salía y sus ojos no paraban de asombrarse: atrapando lombrices desenterradas por la lluvia, algunas gallinas picoteaban deprisa, otras, engarruñadas, entre las ramas del guayabo, o bajo las láminas de asbesto, de pronto sacudían sus alas; la brisa que agitaba al guanábano hacía chorrear gruesas gotas que a Lucina le gustaba atrapar con la boca; del muro de adobe, hinchado por tanta agua, escapaba un murmullo de grillos que la invitaba a sentarse sobre una roca para escuchar y escuchar.
-¿Qué tanto haces allá, chamaca? –le gritaba Eduviges.
-Nada tía, salí a ver tus plantas –respondía Lucina.
-¡Como si nunca las hubieras visto! Ándale rechintola muchacha, métete o te va morder una culebra.
Lucina sabía que en aquel corral a lo mucho había roños, chinches o alacranes, entonces se quedaba largo rato más mirando los jazmínes rebosantes de flores, al orégano y la albahaca que la tía sembraba en vasijas de barro, o los follajes de epazote que por varios rincones crecían desordenados. –Es como la maleza, se da aunque no quieras que se dé –le había oído decir a Eduviges– ya no sé qué hacer con tanto epazote. ¿Qué tenían las manos de Eduviges para poseer un jardín así?
Los “tráeme un manojo de hierbabuena porque a tu tío le duele la panza” o “corta tantito orégano pa’l caldo” nunca faltaron en casa. Podía ser eso o ir a recoger los mangos maduros que el aire había tumbado, o los huevos que las gallinas anunciaban poner. Lucina podía vivir en ese mundo lejano, el corral era un lugar donde nunca sus pasos tropezaron con la monotonía.
-Qué bonitas plantas, de grande quiero un jardín así –fue más bien un sueño que un día se le escapó.
-Tú nomás háblales bonito y verás lo bien que crecen –respondió Eduviges, que en ese momento trozaba cascarones de huevo sobre las plantas de chile.
Con aquella respuesta, Lucina regresa a su realidad: varios minutos han pasado. Desconecta la bomba y vuelve a donde las semillas de epazote. Aunque sabe que no, que puritito no, después de varios intentos, hoy hace aire, sol, hay nubes, esperanza, en suma, contra todo su pesar, remueve la tierra de una maceta y llena un vaso con agua; pone toda su fe en aquellas semillas, suspira.

13 comentarios:

Unknown dijo...

Aunque a veces no lo queremos aceptar, bien dicen que tiempos pasados fueron mejores.
Lástima por Eduviges, los dones no se heredan, pero siempre vale la pena seguir intentándolo.
Yo también me sentí transportado leyendo tu texto ¡¡chilo!!

Augustine X dijo...

Me gustó tú relato, cada vez me atrapa más y de a poquitos tús textos. Ese sueño no es utópico es sólo cuestión de segur intentando como dice Pherro, aún así el giro al tema de esta semana me ha dada una buena sonrisa.

NTQVCA dijo...

Me agrada tu estilo jefa, siempre me remontas a provincia y me gusta, me gusta. Con el comentario de Pherro, creo que la falta de, se debe más bien a las circuntancias que a los dones de "criar" un jardín.

Dr. Gonzo dijo...

El interés que puede despertar un texto que requiere de capas y capas para su comprensión, es algo que siempre puedes ejercer en una sola lectura. Me gustó bastante.

elpresley dijo...

Como siempre, me gustó el aire descriptivo y pintoresco que le das a tus relatos. Me metí en Google para saber que es el epazote y apunté que: " Las hojas frescas se utilizan en Méjico como condimento, en particular en los platos de frijoles por su sabor y sus efectos antiflatulentos ".

Como ves aprendo todos los días con tus relatos.

Creo que ahora, con buena tierra y agua, Lucina verá crecer los tallos de epazote. Si aparte de eso, hace caso a Eduviges y les habla un poco, mejor que mejor.

Abrazos.

pinchesendic dijo...

Quién se come mis comments!!!!

en fin, ayer por la noche había comentado tu historia. Y puse que precisamente ayer, entrevisté para la radio y le periódico a una señora de nombre Lucina, hace una bebida que se conoce como popo y cada 2 de noviembre viene a mi ( refrescante y deliciosa hecha a base de cacao, arroz y canela, harto espuma) tierra desde su municipio.

Muy pintorescos tus relatos, llenos de ese aire de tranquilidad que hacen a uno quitarse las presiones cotidianas y relajarse imaginando paisajes llenos de colores y folclor.

la MaLquEridA dijo...

Dicen en mi rancho que si a alguien no le gusta la yerbabuena o el epazote es que tiene lombrices. Será el sereno pero a mi no me gusta ninguna de las dos.

En una de esas llueve y a Lucina se le da el epazote, eso pasa cuando las plantas aprenden a reconocer la mano que las riega.


Saludos.

Siracusa dijo...

Tus escritos siempre tienen un aroma especial. Tienes ese encanto de regar con palabras los jardines floridos y medio marchitos de quien te lee. Las palabras precisas, ni más ni menos y descripciones que no cansan, más bien mantienen el ritmo. :D

Fantasía psiquiátrica dijo...

Y como si de una utopía de Rulfo se tratase, sólo que aquí se respira, se desea, se vive.
Éste es el Edén para unos, y de esto poco queda.

Ros dijo...

Lástima por Lucina que no heredó la buena mano. Gracias, Pherro.

Augustine, bien por lo de tu sonrisa.

Ntqvca, qué halago, =)

Oh, Dr. Gonzo, muchas gracias.

Presley, fíjate que yo nunca he comido el epazote, al menos no me he dado cuenta; me agrada eso de andar googleando, te agradezco. Abrazos.

Sendic, ja, qué mala onda del mostro comecomments.
Se me antojó un vaso de popo.

Malque, eso dicen, verdá? luego las plantas se ponen mañosas.

Fantasía, y más que nada se desea.
;)

Agradezco sus comentarios, saludos.

Ros dijo...

Siracusa (por ciega, te salté), bien bonito lo que dices, amé lo de jardines floridos y medio marchitos, ♥

Capitan TINTASANGRE dijo...

patrona, hoy hizo alarde de su cotidianeidad para escribir, cosas como "El tinaco ha quedado vacío, Lucina maldice y deja sobre la mesa un paquete de semillas de epazote, luego baja a prender la bomba.

es dificil hablar con ese tono tan familiar sin perder la calidad estructural de su historia.

logra muy bien el llevarnos por donde quiere. y marcar el compas de su cuento.

Ros dijo...

Cap, le agradezco, al principio tuve duda de ese inicio, pero luego pude enlazarlo y bueno, por ahí me la llevé.
=)