martes, 8 de noviembre de 2011

Mitomanía






El mito es el conjunto de conciencias, de pensamientos e ideologías, es la antesala de la historia. Cualquier civilización está dotada de mitos, el precedente –en cualquiera- es una introyección que va solidificando nuestros más inconscientes deseos, aun extravagantes o extraños pudieran parecer; podemos hallarlos vaciados en nuestra cotidianidad (los medios de comunicación, nuestras relaciones sociales, en los conflictos, en la arquitectura, en la estética); en nuestra rutina (niveles de comunicación, en la publicidad, la tecnología, en las supersticiones); en nuestras deidades (dioses, figuras públicas, héroes, gobernantes, religiones, sectas, en los fetiches, en las celebraciones, en los viejos símbolos) y en nuestra realidad (el desencanto y la añoranza, el fin y el inicio). Muchas de estas imágenes son representaciones del mundo onírico del hombre moderno, la solidificación de dichos símbolos son primordiales como figuras sagradas en los sueños. De la interpretación de los sueños de un oráculo, pasando por un sacerdote, llegando a Freud y a los arquetipos o las llamadas ideas elementales. Estos pensamientos colectivos son muchos de lo que vemos en televisión o en cualquier discurso lúdico: ideales de familias, ideal de padre, ideal de vida, ideal de espiritualidad, etc.
El mito es variante, muta, la intención será permanentemente la misma, los mitos serán entendidos siempre de la misma forma aún dependiendo de las distinciones de sus tótems culturales; la propia desesperanza lleva al hombre a buscar de nuevo a sus viejos dioses, aquellos que están más allá de lo humano, dentro del marco de lo sobrenatural y del poder absoluto. El hombre necesita reconocer de nueva cuenta su espíritu, sus orígenes. Los inconvenientes, la tergiversación de lo que significa el mito y por consecuencia lo sagrado, un ejemplo es la concepción de lo espiritual, utilizada por algunos grupos dogmaticos como el sometimiento afectivo y de voluntad del hombre, el mito de la culpa como instrumento controlador.
Los mitos buscan objetos distintos, identificándose con la realidad (hombre moderno) y el pensamiento arcaico (hombre primitivo): la Santa Muerte, Malverde, disciplinas introspectivas, etc. También como productos y símbolos: celebridades, gobernantes, iluminados, milagrosos, desalmados, deshumanizados, fastidiados, indignados, radicales, anarquistas; expuestos en la rutina y decodificados en el arte, la música, las marcas, la información, etc. Los discursos, todos sin excepción, basados en símbolos mitificados o en proceso de mitificación. Tal vez la mitificación más importante de los últimos años es la representada en la tecnología, hay un gran tributo y reverencia a ésta, se presenta como un elemento inseparable de la –condición- comunicación humana, una simbiosis. Es la tecnología la visión para muchos de un nuevo mundo, el mundo proveedor, compensatorio de una realidad que nos tiene condenados al hartazgo pero que de igual forma se alimenta y satura de nuestra realidad, y en consecuencia nos aferramos a él.
Y entonces esta sociedad global que día a día se rompe más: economía desquebrajada, órdenes de mercados y gobiernos desmitificados, religiones desmitificadas, falta de voluntad, falta de motivos, de violencia, la incomunicación como vía –única- de comunicación, y de un posible reajuste muy sangriento y doloroso. Es sencillamente mítico vivir estos tiempos. Nos enfrentamos a una crisis de lo sagrado, esto nos lleva al resultado de una crisis psicológica y por ende existencial. Muchas de nuestras imágenes que por largo tiempo fungieron bajo una significación de orden han perdido su valía, han caducado (la iglesia católica, el capitalismo, el neoliberalismo, la izquierda, las instituciones, etc.), es necesario revalorar nuevos espacios, nuevos signos. Al parecer éstos han encontrado reconocimiento y aceptación en las imágenes rebeldes, atípicas y disidentes, reabriendo el espacio al mito de la figura rebelde, teniendo su mayor significación en la representación anarquista.
Eliade reconoce el mito del fin del mundo tanto en el pensamiento occidental como oriental, lo percibe en una función mítica primordial del hombre; es su posibilidad de reivindicación, la expiación de culpas (sociales, morales) dependiendo de su constructo cultural y teológico. Esta idea se expande, traspola en un ritual por demás común de ambas civilizaciones, quizá en distintas fechas pero siempre enmarcadas al mismo desenlace, este rito es el fin de año, el Año Nuevo. La oportunidad de ser otros, la culminación y la posibilidad de iniciar de nuevo, aniquilar el mal pasado. Año a año lo hacemos, nos damos otra oportunidad a sabiendas que podemos incurrir de nueva cuenta en esos actos de los que nos avergonzamos y queremos dejar atrás; esto ahora deja de ser un hecho individual, el 2012 no es sólo un margen profético, se orienta y predispone en un malestar generalizado, que comienza influyendo para después reiterarse y solidificarse, es la función del mito del fin del mundo, es la abolición y destrucción de ese mundo sin propósitos y esperanzas, la aniquilación del viejo mundo con la esperanza de ocupar un mundo nuevo alejado de toda infamia, alejado del mito del combate, y más próximo al mito del juicio, de la justicia.
La notable reiteración de lo antes mencionado se sirve de la narrativa literaria y cinematográfica (lo fantástico, lo extraordinario), así como de cualquier sopeso comunicativo; del auge de sectas y pseudo religiones que reafirman sus convicciones equivocas, en la notoriedad del desequilibrio mental y del miedo como condicionante fáctico, el mito del miedo es uno de los más arcaicos y a su vez uno de los que propician la regeneración. La ciencia ficción ha sido una de los diversos géneros de la narrativa que se alimenta de trozos de mitos, de diversas culturas (mitos de otros mundos), mitos de figuras heroicas en tiempos conflictivos, caóticos Antecede el cuento infantil con historias que determinan miedos, complejos presentados en: licántropos, brujas, hechiceros, caníbales, figuras y símbolos colectivos que al final serán destruidos, figuras restauradas por héroes que vuelan por los aires, hijos de deidades. Sin embargo en esta época los antihéroes, los conflictuados por sus acciones, por su sola existencia son el ejemplo claro de lo que sí somos, hombres murciélagos enfrascados en la venganza, resultado del afecto y seguridad perdida, y la voluntad de hacer justicia, de vengar y resurgir desde las sombras.
Toda civilización tiene un fin de los tiempos, los mitos son propensos a individuos de cualquier sociedad, ya que están –estamos- conformadas por una conducta mítica; un Armagedón, una destrucción, un renacimiento, el actual presente es un conjunto de ésos, una profecía auto cumplida que ya dicta como hecho el regreso de nuestro más maduro pensamiento, los mitos.

6 comentarios:

pinchesendic dijo...

Aunque todo tu ensayo estuvo muy bueno. Creo la primera línea es genial y me quedó con ella:


El mito es el conjunto de conciencias, de pensamientos e ideologías, es la antesala de la historia.

pero pienso que puede ser resumida en:

El mito es la antesala de la historia.


Felicidades

Unknown dijo...

Mucha información, muy detallado el post, se nota que te gusta el tema. Aunque algunos pasajes son redundantes, según yo, no dejas cabos sueltos.
Personalmente no creo que "el hombre murciélago" sea un icono de los antihéroes ni de los mitos en la actualidad.

la MaLquEridA dijo...

Ahora entiendo por qué propusiste el tema, se ve que sabes de lo que hablas. Me acuerdo de mis maestros de Filosofía y Ética cuando explicaban su clase y yo me quedaba con muchas dudas así como ahora.

Ros dijo...

Sí, mucha información, que en una leída no puedo digerir, pero eso ya es cosa mía, soy lenta.
Admiro a la gente que hace ensayos, y que los estructura bien, como en tu caso.
Saludos.

Augustine X dijo...

Mi muy querido Whoanz: esta de más decir que el texto está muy bien, es muy díficil condensar una idea bien desarrollada en tan poco espacio, usted ya lo sabe, pero debo decir que para mí lo has logrado. Yo no sólo agradezco los textos que "dan que pensar" sino que los exijo para que la gente se abra a otras cosas.
Una buena introducción, un ensayo que divulga y nos deja frases a pensar de forma crítica. Pero ya saliéndonos un poco de eso, creo que hay cosas que dan mucho juego para pensar la comprensión de nuestro tiempo, si al final el mito es constitutivo de el tiempo en tanto que es nuestra forma de narrarnos, la mito-logía deberia ser una ley (logía-logos-legei)operativo que imponga el único deber posible, no pararnos en ningún punto sino que, como el buen mitómano, abrir en sus narraciones espacios para las diferencias,espaciamientos para nuevas formas de narrarnos, no retorno de lo mismo sino repetición de lo diferente.

Dr. Gonzo dijo...

Como amante de la mitología universal, las leyendas y el Sensacional de Traileros, siempre me ha bailado el aspecto social del mito que se va renovando para adquirir las cotas de contemporaneidad (y creo que esto responde a lo que dice Nadia) convirtiéndose en una ley no escrita en la rueda de la mitificación, porque es mera dinámica de grupos y sus elementos culturales.

Lo que a mí sí me deja dudas es cuando dices que el hombre necesita reconocer sus espíritu y orígenes. ¿En qué aspecto del espíritu se debe retomar un mito, si aceptamos el enunciado de que básicamente es una sustitución de una explicación más profunda? ¿Hasta dónde debería regresar ese reconocimiento espiritual? ¿Cuál es el origen exacto que mencionas?

En tu punto de la sociedad global ya que hablas de las imágenes (instituciones) que han caducado hay que entenderlas como figuras de poder que instituyeron todo un tinglado de formas de convivio social, quedando obsoletos hasta los valores que rigen las sociedades actuales. Me gusta, porque la gente metida en su posmodernismo y posposmodernismo y esas madres, ve muy difícil dibujar una transversalidad moral y ética para la civilización en desarrollo y que bien podría renovar a la clase política y económica mundial. No es el pinche hilo negro pero es una idea que me parece, podría significar un constructo emergente útil.

Me latió tu ensayo, sólo sí sería cuidadoso en algunas frases que repites y poco ayudan a la fluidez de tus ideas, que como es costumbre, son claras y precisas.