viernes, 24 de febrero de 2012

Aluche



Hacía un calor tremendo, de ese seco que asfixia y del que parece que no hay escapatoria. Nos bajamos en Aluche, tres paradas antes de que acabase la línea verde del metro, estábamos muy lejos del centro, muy lejos de ese Madrid que sale en los anuncios turísticos, tan lejos que es el lugar perfecto para mandar a las minorías a realizar sus trámites administrativos, como si fuese una indirecta, como si al llevarnos hasta ahí nos quisieran decir  “anda, cruza la frontera y regresa a tú casa”, o por lo menos esa interpretación le daba un amigo. Caminamos bajo el sol del mediodía, duro, despiadado, sobre un terreno árido, asfalto y tierra, de pronto unas ruinas, un edificio demolido, una calle sin pavimentar y al fondo una carpa, sí, sí, una carpa a donde se lleva a los extranjeros a examinar. Ni siquiera una oficina ni un edificio, no, una simple carpa de circo donde se representa el teatro de la pseudo hospitalidad y fraternidad entra las naciones. La escenografía es perfecta, es tan falsa como lo que se intenta hacer: ser hospitalario poniendo unas barreras casi imposibles de traspasar. Trámites absurdos, engorrosos, policías, guardias que te revisan antes de entrar a la carpa, no vaya a ser que te quieras robar un pedacito de miseria de la que se regala. Chinos, rumanos, dominicanos, cubanos, argentinos, mexicanos, senegaleses, búlgaros, ecuatorianos, negros, güeros, blancos, prietos, altos,  mujeres, hombres, niños y embarazadas, todos ahí con un objetivo,  permanecer en el país, conseguir un permiso de estancia o renovar la posibilidad de mandarles unos pocos euros a sus parientes de otras partes del mundo. Un ecuatoriano le pregunta a una encargada que cuando sabrán la respuesta de su trámite, ella ni lo mira y lo trata como a un idiota, le dice que para responder a esa pregunta tiene que pedir cita, que ella no sabe ni puede hacer nada, hace muecas, voltea hacía otra lado y simula que no hay nadie rogando una respuesta. Hay que ir bien vestido, es mejor ir bien vestido, la percha ayuda a que no te vean como una india pata rajada, hay que tener seguridad y porque no, también un poco de soberbia, fingir que no te hacen un favor, ser amables pero no tanto porque aunque uno no lo crea pese a que lleves todos tus papeles, eres el extranjero, el extraño, el que viene a quitar el trabajo a la gente local, porque aunque intenten evitarlo, tú eres el otro que nunca se parecerá a ellos. Entonces, uno debe fingir, simular tranquilidad y llevar hasta lo que no necesitas para que vean que eres legal. Si todo está en regla entonces te dan un permiso que después del inicio de la crisis ya no es de un año sino de seis meses, un permiso de medio año que te llega a tu casa 4 meses después del trámite, eso quiere decir, dos meses de tarjeta de residencia. Espero mi turno y junto a mí se encuentran sentadas una señora y su hija, la niña llama a su madre “negra”, ella la interpela y le pregunta:
- ¡Ah sí! y ¿tú que eres?, tú también eres negra.
- No mamá yo no soy negra- Responde la niña.
Veo mi número en la pantalla y entonces me doy cuenta que ha llegado la hora de jugar a no ser negra. Salgo de la oficina, el trámite ha ido bien, mi pellejo está salvado. Caminamos de regreso, partimos a nuestras casas, entró en el metro y veo a las familias de migrantes legales e ilegales aceptar su inferioridad, admitir ese discurso que los domina, los veo renegar de ellos mismos para ser aceptados, sólo por una mejor oportunidad, por una mejor calidad de vida. Pienso entonces en mis amigos altruistas y solidarios, en todos los discursos baratos de la fraternidad, tan europeos e imposibles, en sus protestas por la igualdad y la democracia, en sus demandas de justicia y en como el sistema legal de un país es el resultado de la idiosincrasia de su pueblo. Todos nos hacemos de la vista gorda y así fingimos no ser los "otros" que tanto nos dan miedo.

4 comentarios:

Dr. Gonzo dijo...

La temática de esta semana ha arrojado un escrito tuyo de los mejores que has traido a este blog. Muy interesante tu planteamiento y la parte más profunda de la incorrección política institucional.

Julieta dijo...

Profunda reflexión y bastante bueno el texto...me gusta tu estilo, saludos =)

Anónimo dijo...

Coincido con los de arriba, de los mejores y profundo.
Me fascinó la construcción de tus oraciones, bien pulida, bastante atinada, transmites esa vivencia a tal grado que me pongo en tus zapatos y también me hago de la vista gorda.
Nada falta o sobra, el punto final me dejó tremenda sonrisa. Gracias.

ROS

Piper dijo...

Coincido con los de arriba, me ha gustado mucho tu texto porque conlleva esa reflexión bien planteada sobre este tipo de asuntos. Muy bueno. Aplausos.

Saludos