lunes, 27 de febrero de 2012

Habitación 13


Hoy te vi salir de la cama. Levantaste las sabanas suavemente, creyendo que con eso no me moverías, pero al otro lado, mis ojos te veían a través del reflejo de la ventana y el sol que entraba a la habitación llenándola de reflejos cálidos. Caminaste, vestida solamente con un calzón de fina tela negra, el cual acomodaste de entre tus nalgas con un dedo. Bostezaste mientras te estirabas, haciendo que tu espalda se arqueara y tu pecho temblara. Te sentaste en el pequeño puff morado, encendiste un cigarro, miraste hacia el espejo contemplando toda tu belleza. Tu cabello castaño enmarañado, un poco undulado. Tus ojos, donde lo infinito se graba, tus labios pequeños y rosados, con una sonrisa inocentemente maquiavélica. Tus dedos largos que jugaban con el tabaco, dando vueltas y vueltas, tu vientre plano, tus piernas largas. No podría describir la grandeza de un cuerpo como el tuyo, viéndose reflejado en el espejo de una habitación cualquiera, en un apartamento cualquiera. Te quedaste fumando, viendo ahora el techo, descubriendo formas extrañas formadas por entre la rugosidad del tirol. De repente, estiraste la mano y tomaste tu vieja camiseta, esa que esta percudida y manchada, con el hoyo más grande que he visto en alguna prenda tuya, esa con la que te ves tan bien. Acomodaste tu cabello sobre tus hombros. Te veías tan sensual. Casi percibía el olor a sexo que aún no desaparecía de tu cuerpo, tanto, que podría haber saltado de la cama y poseerte nuevamente, como la noche anterior en la cual gemías entre mis brazos, me arañabas la espalda, mientras yo me perdía entre ese monte de Venus que es tu ser.

Lástima que un cordón envuelve mi cuello.

Caminaste hacia mi lado de la cama con esa elegancia que te caracteriza. Lentamente te pusiste en cuclillas, para así quedar frente a mí y poder besar mis labios fríos una última vez, mientras con esos dedos maravillosos, cerrabas mis ojos. Ahora la oscuridad, que lo envuelve todo, solo me ha dejado el recuerdo de esa última noche contigo, mientras mis oídos, atentos a todo lo que ocurre a mi alrededor, escuchan una detonación seca, justo a un lado de mí, cubriendo la piel de mi rostro con algo que parece líquido, no sé, no lo puedo ver, pero se siente caliente, así como lo es tu presencia en este mar de recuerdos y vejaciones...




Con ustedes Dark Angel,
escribicionista.

2 comentarios:

Piper dijo...

Este relato me viene más claro y bien hilado desde la descripción y su desenlace (sin recovecos y con buenas frases). Me gustó.

Saludos

Ros dijo...

Qué buen texto, Dark, se nota lo trabajado y pulido. Me gusta, me gusta.
Bien las descripciones, imágenes muy buenas, chido.
=)