domingo, 4 de marzo de 2012

MITOS ROJOS


En los tiempos en los que Saladino aun vivía, por designios de Alá logre viajar junto con su ejército a tierras más allá del Nilo. A lugares donde extrañas pirámides emergen del desierto y en sus cimientos se reúnen sabios e iluminados de todo el mundo conocido. En una de aquellas expediciones, hubo necesidad de pernoctar a los pies de esos monumentos, cerca de las tiendas de los peregrinos. A pesar de la diferencia de lenguas, por la noche se iniciaron conversaciones alrededor del fuego, y fue ahí donde un pagano me mostro el libro religioso de los infieles.

No recuerdo de donde provenía, pero él no era lo que nosotros conocemos como un cruzado (aunque lo aparentaba). Me tuvo algo de desconfianza al principio, pero le recordé que estábamos en tregua y que por el momento no estaba ahí para pelear. Le hice saber mediante un intérprete mi solo deseo de ver las escrituras que llevaba. Finalmente accedió y las puso en mis manos sin ningún tipo de recelo. Al abrirlas, apareció claro a mis ojos el dibujo de un hombre maduro guiando a otro más joven por un paraje desolado. Y en la página siguiente, el mismo personaje ahora huyendo aterrado de un rayo en el cielo. Al preguntarle al extranjero el significado de tal escena, me dijo sin estar muy seguro, que ese retrato refería a los hijos de los primeros padres. Al parecer, el primogénito de ellos en un arranque de ira o celos (no lo sabía a ciencia cierta) asesino a su hermano de forma misteriosa (se desconocía también el cómo) por un asunto de oblación o sacrificio a su Dios. Este ultimo al enterarse del crimen, condeno al fratricida a errar eternamente en regiones inhóspitas, y le maldijo también... con algo muy raro concerniente a la sangre.

Reconocí en el relato del forastero la historia de Habil y Cabil, los hijos de Adem pero evidentemente, contada de otra manera. Unas personas provenientes de Qmrán que habían escuchado la explicación, también dieron su versión de aquel suceso. No me causo asombro las similitudes o los cambios de aquella narración en las creencias de los otros pueblos vecinos. Había leyendas como las de los hombres del norte (esos que se dicen nórdicos) que en lo personal, resultaban algo mas fuera de lo común. Lo que en realidad despertó mi curiosidad era la naturaleza del castigo con respecto a la sangre (yo jamás había oído algo así en ningún lado). Hice preguntas a todos los cercanos para conocer su opinión y las interpretaciones fueron copiosas pero muy vagas en sentido... hasta que de la oscuridad, la voz de un anciano al cual no logre distinguir completamente, silencio un poco el dialogo. El traductor tardo en asimilar las palabras del viejo y pregunto a otros sobre un término exacto para dilucidar el mensaje. Finalmente, el intérprete esbozo:

"La pena del hombre que mato a su hermano fue la de quedar cautivo irremediablemente a la esencia de su pecado (en este caso, la sed de sangre). Sentiría esa sed por siempre sin escapar nunca de ella... aquel heredero de la pareja inicial, fue el primero de los vampiros."

*

Cuando Hassan termino de contar esta anécdota de sus años en la Yihad, un mutismo mezclado con algo de confusión se apodero de nosotros. En los ojos de aquel viejo muyahidín se percibió también cierta suspicacia y preocupación. El relato mencionado tuvo su inicio después de habernos extraviado al tomar un atajo erróneo en un laberinto de senderos de piedra roja y duro desierto. "¿Nosotros perdidos? ¿Guerreros que conocemos la tierra de Alá como la palma de nuestra mano? Esto debe ser obra de Iblis" comentaron algunos de la tropa. Sin embargo, el momento de desorientación no fue tanto lo alarmante, como la aparición frente a nosotros de una vieja edificación luego de haber elegido cabalgar por una senda desconocida. Ahí, Hassan tras una breve inspección del lugar, nos narro aquel recuerdo de más allá del Nilo.

- Pero, General ¿A qué viene esa memoria con esta construcción que hemos hallado?

- Obsérvala bien Yussuf y dime que reconoces en ella.

Luego de mirarla minuciosamente... respondí consternado:

- ¿Que hace una iglesia de los infieles aquí en medio de la nada?

- Hace años en la Ciudad Santa, se nos ordeno convertir en mezquitas los templos de las otras religiones. Conocí por dentro muchas de esas iglesias con sus interminables cruces... pero jamás vi una sola como esta con imágenes del fratricida en su exterior.

Los caballos relincharon violentamente y una ventisca de polvo nos azoto de la misma forma.

- Queda poco tiempo de luz Yussuf, y no me atrevería a seguir por esta red de senderos en total oscuridad.

- No creo que alguno de los hombres les guste la idea de quedarse a acampar aquí esta noche General.

- Por el momento no nos queda otra opción, diles que acampen... revisaremos este santuario antes del crepúsculo.

Un templo entre las rocas, con imágenes de un hombre llevando de la mano a otro por un paramo extraño... luego, el destierro ¿A dónde habíamos llegado? Hassan junto con otros dos soldados se acerco a la única puerta visible y fuertemente la abrió no sin oírse al forzarla, un ominoso y prolongado crujido... Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir en el interior una profunda caverna. El General y sus subordinados se cubrieron la mitad de sus rostros al sentir el aliento de aquel hondo abismo. Luego de un largo rato de espera con el fin de que la vista se aclimatara, entramos a inspeccionar.

En las paredes de aquella inmensa gruta, estaba representado aquel exiliado... rompiendo enloquecido el cuello de su hermano para poder beber su sangre. La historia en los muros llevaba partes de todos los relatos conocidos y jamás se mencionaba un nombre en específico. El era todos de los que las leyendas hablaban y aquel crimen, fue la herencia de sus descendientes. Conforme avanzamos, las escenas se multiplicaron pero con una sola constante... un hombre bebiendo sangre mórbidamente mientras se deformaba en apariencia con los siglos. De pronto, su estirpe hizo aparición en las pinturas adorándolo como rey y también en otras donde se devoraban ellos mismos con satisfacción y sufrimiento. Aquel monarca no mostraba en su rostro pena alguna, sus ojos inyectados de furia y la expresión retorcida de su boca daban a entender un regocijo desafiante. Un deleite que pronto lo hizo fornicar a sus vástagos mientras succionaba el líquido rojo de las cuencas de sus ojos. Poco a poco fue abandonado por su crueldad, y en su desesperación se abrió el estomago y termino por beber de sus intestinos...

Aun hoy no logro explicarme si lo visto fue solo un delirio del infierno o una experiencia real. No sé si logramos huir o nos quedamos ahí atrapados. Lo último que recuerdo es ver salir desde una hedionda y pútrida fosa... el cuerpo arácnido de un anciano con la boca llena de sangre seca y las corneas en blanco.

3 comentarios:

akuanauta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
akuanauta dijo...

Hola, he leído el encabezamiento y me parece perfecto, te voy a seguir y así de vez en cuando me entretengo leyendo este blog perfecto a la causa de querer escribir. Te sigo. Me encanta tu blog.

Ros dijo...

Considero este texto, como a esas lecturas en que uno tiene -si es que desconoce mucho de los términos o nombres- que ir a buscar a otros lados para comprender mejor la lectura. Así que con esta 1er leída me he quedado un poco en la lela.
La pesadilla del final tiene su onda, me late.

Saludos.
Ros.