lunes, 23 de abril de 2012

Corre, Rocio. Corre




Columpiaba sus pies.
El viento cálido de la tarde mecía su cabello.
Pensaba una y mil veces sobre el porqué, cuáles eran las razones que la vida o el destino tenían para obrar así en su contra.
¿Debo siempre vivir con miedo?
Los niños poco a poco llegaban al parque. Era una intrusa.

Alguien o algo la habían puesto en medio, ahora no encontraba la salida.
Se movía entre paredes invisibles de convencionalismos.
Su espacio se hacia mas pequeño. Creyó haber escapado de su primer intento de desaparecerla. De aguantar tres años de callado sufrimiento hasta que decidió gritarlo y escupirlo por todos lados.
La salida era encantadora, pero, apenas puso los pies fuera, la libertad duro muy poco.

Llanto y miedo quedó ahí.
Sus pies corrieron tan rápido como pudieron.
Una herida profunda que atraviesa el alma.
Ganas de gritarte por tu estupidez.
De detenerte y decirte que eso no esta bien.
En el umbral te despides y tus ojos me evitan.
Una lagrima que seca el viento de la tarde.
Una esperanza en el amor que no podrá ser jamás...
Un sueño que tuvimos cuando nos conocimos.
Una fruta que dejas a medio comer por miedo.
Tu semilla crecerá sin saber de ti por tu cobardía de enfrentar la vida como es.
Pesadillas que me acompañarán de ahora en adelante,
el temor de verte sin aliento,
el dolor que punza mi corazón por tu espejismo.
¡No te vayas! quédate conmigo, lo haremos juntos.
La muerte y soledad serán tus únicas amigas de ahora en adelante,
el sobresalto y la angustia, las mías.
Me dejas en medio de un desierto lleno de sombras que me asustan.
Ve mi pecho, ¿no te das cuenta?.
Egoísta opción, pero has elegido tu camino,
recogerás tus pasos pero no los míos...

1 comentario:

Dr. Gonzo dijo...

Me gusta que te explayes cuando tienes tantas ideas bien centradas en el objeto temático. Si bien me suena excesivamente dramático por momentos, me detengo y pienso que se justifica.