Dos seres caminan unidos por una correa, uno es el “amo” y el otro es el GUÍA. En esa pareja se mezclan los olores de Eau de Cologne y “shampoo del perro agradecido”. Tres pares de “patas” husmeando con paciencia por las disparejas calles de la Ciudad; sin planearlo, pero con muchas ganas de llegar a un lugar donde se pueda deleitar uno de los sentidos más refinados, un lugar que se llama “Mercado”. Desde lejos son recibidos por aromas mezclados, que se van diferenciando conforme hombre y can se acercan; espíritus aromáticos de flores, frutas, verduras, carne fresca, también fantasmal fetidez de basura, rancia humedad en el piso, residuos amalgamados, del ir y venir interminable de millones de andares, en esos pasillos siempre poblados. Ágil e inteligente, el perro elige el mejor camino, olisqueando a diestra y siniestra, sin detenerse, los montones de desperdicios; una marchanta le arroja un trozo de carne de pollo, lo pesca al vuelo. Y el caminante paciente, distingue entre todos los aromas el del café con canela, el del atole de masa, de la masa asándose al comal, de la masa friéndose en la manteca, lo mismo que el chicharrón.
El perro huele el miedo de
una niña, ladra y gruñe, pero no parece amenazante, el paseante sostiene la
correa con firmeza y dice con tranquilidad:
-No tengas miedo, no muerde,
es sólo su instinto adormecido que recuerda su bravura, ahora domada por el
entrenamiento.
Y cuando algo así sucede, no
puede evitar pensar, como es que éste animal, que es sus ojos, puede “oler el
miedo”, en medio de todos los aromas perceptibles ¿es posible discriminar el
tufo de una emoción, la intensidad de un sentimiento?
Han atravesado el “Mercado”,
un suave olor de elote asado los acompaña algunos metros más, ahora se dirigen
a la zona antigua de la Ciudad, donde huele a calles recién pavimentadas, a
pintura acabada de aplicar, a perfumes “frutales” tan penetrantes que causan un
poco de nausea, él piensa que el sudor es el olor de la ansiedad, del esfuerzo,
de la prisa, el olor que nos empeñamos en ocultar. Humo de automotores, olor predominante
en esta zona, además de otros de productos plásticos, flores artificiales
perfumadas con olores dulzones, plantas de “naturaleza muerta”, ¿a qué huele la
muerte, a tierra mojada? Quizás la felicidad tendrá un olor que embriaga, en
contraparte la tristeza una fetidez insoportable. Quisiera bañarse en olor de
inocencia, como Grenouille; un chirrido de llantas lo vuelve a la realidad, el
olor a neumático quemado que deja una brusca frenada y de inmediato amenazantes
gritos, la violencia huele mal.
Dejan atrás el hedor de la
vida cotidiana, tan decidida a emular, sin éxito, la magnífica sencillez de la
Naturaleza, tan preocupada por aparentar, tan desorientada por tener el olfato
averiado, el instinto pervertido.
Su amigo advierte la
cercanía del hogar y aprieta el paso, se acercan al rincón personal, con olor de
orden y limpieza, donde el viejo mueble de la abuela ha perdido con los años el
aroma a guayabas, adquiriendo con los días, la fragancia de la soledad.
7 comentarios:
los olores, familiares, fascinantes...
Me gusta la descripción de los aromas que suturan los sentidos en la vida cotidiana y un mercado es el lugar donde se mezclan todos. Unas observaciones: donde hablas de la masa que se fríe en el comal y esas cosas, me parece un poco repetitiva. Y cuando el personaje la da la explicación a la niña de que el perro no es bravo, no me suena muy verosímil, es una explicación larga que generalmente no se da.
Saludos
¿No es verosímil que una persona pueda decir esas palabras? Se nota que convives demasiado con personas "normales".
Yo lo que no capté fue el asunto de entrecomillar tantas palabras. Creí que tenía un por qué, pero llegué al final del relato y no había tal, ni siquiera entre líneas que te haga suponer una intención en eso.
Lo que respecta a la historia creo que es vehículo de una reflexión más que de buscar contar algo, yo diría que el recurso del perro daba para más por el cauce que llevaba la reflexión, no así la historia que se cerró adecuadamente.
Una disculpa si te resultó ofensivo o mala vibra el comentario, no fue la intención. Y habría que definir que es normal para saber si así son las personas con las que convivo.
Nada de eso. A fin de cuentas es un ejercicio de invención, como autor, puedes escribir lo que quieras, tal vez cosas que quieres hacer o decir y por alguna razón no te atreves, pero al escribir lo haces.
Saludos.
Me gustó el relato, aunque tampoco le encontré sentido a entrecomillar o poner en mayúsculas Mercado o Naturaleza.
Ese listado de olores me recordó El perfume, y bueno, cuando leí Grenouille, medio sonreí.
Entiendo el punto de Siracusa, de hecho me pasó por la cabeza lo mismo, a menos que la niña hubiese sido Virginia Woolf. ;)
Disfruté el final, mucho, mucho, fue como un golpe de guayabas que me hizo suspirar.
Una hilación de reflexiones, que me parece genial.
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