domingo, 11 de noviembre de 2012

El discurso de su vida


 
Introducción

De pie, quieto, ardiendo en llamas, quemando el pasto a sus pies descalzos, la gente no puede acercarse a él. Está en el mejor momento para dar su discurso, el discurso de su vida. Se le encuentra bien vestido, el traje de gala que tanto trabajo le costó arreglar, doblar, colocarse mientras se veía con ese otro que ora lo miraba inquisidor, ora lo miraba con sarcasmo pleno. Consulta su reloj, es la hora y la multitud que no puede acercarse le aclama con gritos, otros tantos con aplausos, otros, confundidos sólo lo miran fijamente, hay quienes lloran y hay quienes cubren su rostro.  Mientras los segundos avanzan miserablemente y a cada minuto el escenario se ve más cerca, temblando, circundando en luces que se opacan y encienden como si latieran. La sonrisa del otro aparece. El traje impecable. Cierra sus ojos: está preparado.

Salida

El regocijo aún se escucha no tan lejos

Aplausos a rabiar con gritos ahogados

Las llamas parecen irse, pero no es así

El sol, las estrellas ahora le llaman

A descansar envuelto en fuego que consume

A pasear a la distancia de lo que odia hoy

Su mejor tino fue no tener mañana

Absorbido y derretido en las horas

El tiempo ya no existe, sólo la furia

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