lunes, 16 de junio de 2014

Cotidiano




Que hay más cotidiano que respirar? dormir, comer, bañarse, ah el baño¡¡¡, momento glorioso e intimo que día a día es quien nos inyecta de vida y frescura para salir a pelear con todo lo que nos enfrentamos día a día.

La terrible lucha entre las cobijas y el despertador, nuestra cama es como  el demonio susurrándote al oído que te aferres a ella sin importar las consecuencias y el ángel es el deber de cada día, esa conciencia que tenemos y que no deja de taladrar en tu mente lo que debemos hacer.

La calle Margarita, atiborrada de coches manejados por intentos de personas, todos corren, veo cuerpos sin alma, veo corazones sin esperanza, escucho los motores desesperados al igual que sus conductores, todos los ojos parecen muertos moviéndose por inercia, sólo miran sin ver!
Son sólo 4  cuadras de distancia entre mi casa y la oficina, las mismas que recorro 4 veces al día de lunes a viernes, ahí está siempre Lupita vendiendo sus jugos frescos, tan frescos como sus ganas de salir a trabajar cada mañana, y doña Rosa, devota hasta las cachas, a las 9:30 ya termino su primer sesión de rezos para iniciar el día, el semáforo haciendo acto de presencia pero todos lo ignoran.
A lo lejos se escucha la inconfundible voz del gasero, aquella voz con la cual las amas de casa se alborotan al oírla, cualquier esposo quisiera lograr la misma reacción en ellas.
Desde el cielo parece un hervidero de gusanos, todos moviéndose por todos lados, las mamás corren por los hijos, la comida, las compras; los hombres malhumorados corren sin ganas al trabajo, los alumnos a la escuela con el mismo ánimo con el que yo tomo mi desayuno, y yo ...yo camino a la oficina con los audífonos puestos, disfrutando el  momento de la mañana en que mi estrés aún no despierta, imaginando las escenas de las canciones de Armando Palomas o de system of a down.

Al entrar a la oficina es otro mundo, comienza la adrenalina de los problemas que se acumulan segundo a segundo y se vuelven intensas las horas que luchas por alargar un buen momento en que puedes parir una buena idea y luchas por no matar a ese "burócrata" que su objetivo es fastidiarte el día.  Y así transcurre la jornada laboral, el dolor del cuello y espalda te indican el nivel de estrés del día, llega el momento de volver a casa, de disfrutar al doble el camino de regreso, de disfrutar sentir el aire fresco y volver a ver que todo mundo sigue corriendo en la calle, las miradas más vacías, los pies más cansados, camino las 4 cuadras que me llevan de regreso a casa y que a cada paso me recuerdan que mañana será otro día y me recuerda también lo cotidiano de la vida.

4 comentarios:

Marita dijo...

Tu escrito me parece la descripción diaria del día a día de millones de personas. Lo cotidiano tiene un toque tan aburrido, pero creo que debemos encontrarle un lado lindo a los días. Saludos.

Dr. Gonzo dijo...

No me dijo mucho tu escrito. Pero en conenso, creo que lo cotidiano viene con eso, con una forma de buscar sentido y guiños en la rutina. Te beneficiaría mucho cuidar tu puntuación y ortografía, hace que la lectura sea accidentada y no se permite estructura coherente.

Siracusa dijo...

Me encantó esta parte de tu texto:
"A lo lejos se escucha la inconfundible voz del gasero, aquella voz con la cual las amas de casa se alborotan al oírla, cualquier esposo quisiera lograr la misma reacción en ellas" tal vez porque no se puede vivir sin gas o porque ver al vendedor es salir de lo cotidiano, como sea. La rutina a veces nos hace sentir seguros y ofrece cierta estabilidad.

Saludos

ESCRIBICIONISTAS dijo...

Es una vista a lo cotidiano pintado de un toque pesimista y humorístico.

Quizá le caería bien jugar con figuras más exageradas para que el texto tenga más fuerza.

Saludos y bienvenida.

Ros