lunes, 18 de julio de 2011

Juvencia


Como todos los días, Juvencia tenía que levantarse a las 3:00 am para dar de desayunar a su esposo Chucho, repartidor de leche.

Juvencia se sentía tranquila de llevar a cabo la rutina común, todo aquello típico de una ama de casa - ¿acaso había otra cosa? - a ella le parecía que no. Miraba con recelo a las mujeres que trabajaban, a las madres solteras, a las divorciadas que tenían novio y a las que no cumplían cabalmente las labores domésticas. Nunca hablaba mucho de eso, no se metía en chismes ni comentarios porque eso no era de “señoras de su clase” aunque al platicar con su hija y dentro de su casa, reprobaba ese tipo de actitudes. Se jactaba de ser “muy mujer” porque además de las labores de casa, sabía bordar, tejer, coser y hacer todo tipo de manualidades, además preparaba el mole “como mandan las costumbres”.

Su matrimonio y su familia eran lo que se esperaba, ella así lo había imaginado, por eso se sentía tranquila y bien.

La señora Otilia era una de sus tantas conocidas, diez años mas grande que ella. Viuda, con tres hijas y una herencia que le permitía vivir de sus rentas. Se le veía joven aunque vestía aseñorada porque - “uno de señora debe vestir como lo que es”- decía con mucho orgullo, comentario con el que Juvencia estaba completamente de acuerdo, a sus 26 años ella actuaba, vestía y hablaba como una de 40.

De entre todas sus conocidas Juvencia sentía una inclinación especial hacia la señora Otilia. Le caía bien por ser una señora honorable, de su casa, dedicada a sus hijas no como aquellas “busconas”. Su comportamiento, pues, estaba de acuerdo a los valores y costumbres que Juvencia apreciaba, además le agradaba su charla y compañía.

Un día, cosa rarísima en Juvencia, invitó a Otilia a ver su colección de carpetas bordadas con listón en tela deshilada. Aceptó gustosa y llegó a la casa de su anfitriona con su propia colección, llevó también galletas hechas por una de sus hijas a quienes había educado para retener un marido junto a ellas, idea que también compartía Juvencia.

Mientras veían las carpetas y tomaban café, a Juvencia se le fue el tiempo muy rápido; hace mucho no se relajaba tanto ni se sentía tan bien. Habían pasado del tema de las técnicas de bordado a la educación de los hijos y lo mal que estaba la sociedad actual “tan falta de valores”. Juvencia no recordaba hace cuanto no pasaba una tarde así de feliz, se sintió cómoda y pensaba en que no quería que ese momento se acabara pero tenía que terminar, era hora de preparar la cena y volver a la rutina que terminaba con el día. Otilia entendió, no se ofendió, sabía que eso era lo prudente y se ofreció a ayudarle a doblar y guardar las carpetas, al hacerlo hubo un roce entre sus manos, fue electrizante, Juvencia sintió un escalofrío recorriendo todo su cuerpo, jamás había experimentado algo similar, por una fracción de segundo sus miradas se encontraron, se sonrojó e inmediatamente volteó en otra dirección, siguieron platicando normalmente.

Esa noche Juvencia estaba inquieta, la mirada de Otilia le venían a la mente, intentaba desviar sus pensamientos, se repetía a ella misma que le estaba dando demasiada importancia, pero en el fondo no podía olvidar esos profundos ojos negros y el electrizante roce que le recorrió el cuerpo.

A la mañana siguiente se encontraron en el tianguis, se saludaron y siguieron el camino juntas acompañándose en las compras. Se reían, platicaban y terminaron acordando que al siguiente día cocinarían juntas. Así lo hicieron y la tarde siguiente fueron a comprar estambre, otro día se organizaron para comprar lo necesario y preparar juntas un pastel, después Otilia le platicó que tenía un recetario de gelatinas y pasaron por semanas haciéndolas todas. Las tardes eran divertidas, Juvencia se sentía viva, hacia el resto de sus actividades con mucho ánimo, cantaba aquí y allá; su esposo apenas y se daba cuenta de ello pero apreciaba que últimamente había mas postres y mejores guisos.

Por su parte, Otilia compraba material para hacer manualidades, pasaba por alguna mercería y pensaba en Juvencia, en lo que podría gustarle; compraba el listón mas bonito, la chaquira mas brillante e ideaba cosas que sabían le gustarían a ella. Se seguían hablando de usted, se decían: “señora Juvencia”, “señora Otilia” a pesar de que pasaban ya mucho tiempo juntas y parecía haber confianza entre ellas.

Juvencia se sabía feliz, sonreía todo el día y desde que Otilia apareció en su vida, agradecía despertar y le emocionaban las actividades que diario planeaban. Otilia sentía lo mismo, nunca se lo dijeron la una a la otra, es mas, nunca pensaban mucho en eso, sólo sentían.

Ocurrió que Juvencia un día se enfermó, una gripe muy fuerte la tumbó en la cama y Otilia decidió ayudarle a sus quehaceres y cuidarla. Cuando le llevó su caldo de pollo y la acompañó en su cama para que se la comiera, permaneció un rato platicando ahí con ella. Juvencia se quedó dormida y se recargo en el hombro de Otilia, eso le conmovió muchísimo, nunca había sentido tanta ternura, paso sus dedos por el cabello de Juvencia y terminó en su mejilla, ella se sobresaltó un poco y entreabrió lo ojos, vio la cara de Otilia y se sintió enormemente reconfortada, mas protegida que nunca, una sensación de bienestar la sorprendió, sonrió y volvió a dormir. Nunca antes había tenido un sueño tan profundo como el de esa tarde entre los brazos de Otilia.

Semanas después Juvencia se encontró a la señora Alicia, vecina de la colonia desde hace muchos años, la interceptó. Ella nunca acostumbraba tener pláticas comprometedoras con nadie pero la señora Alicia fue insistente en querer decirle lo que últimamente se rumoraba entre las vecinas, Juvencia accedió a escuchar. Alicia, tímidamente y con mucho tacto pero con un dejo de morbo, le contó que se rumoraba que Otilia era amante de Chucho, su esposo, que por eso no salía de la casa - ¿Qué otra razón tendría para estar ahí metidota? - y que era obvio que últimamente se arreglaba mucho mas, que se le veía muy feliz a él y que para todas era indignante que además de todo se burlara de Juvencia acompañándola a todos lados haciéndose pasar por su amiga.

Ella no quiso escuchar mas, le dijo a la señora Alicia que eso no era cierto pues nunca una mujer como ella lo permitiría, tenía clase y dignidad y su esposo no era capaz, se dio media vuelta y se fue no sin antes alcanzar a escuchar lo que la señora Alicia dijo: “ la misma reacción tuvo la señora Otilia”.

- Así que la señora Otilia ya había escuchado el rumor - pensó Juvencia mientras lavaba los trastes. No paró de llorar toda la tarde, sabía lo que seguía, no podía ser diferente.

Otilia llegó esa tarde a su casa como siempre, Juvencia abrió la puerta; hubo sonrisas tímidas y largos silencios hasta que Otilia al fin habló - Señora Juvencia, le traje esto – dijo con voz entrecortada, puso sobre la mesa una caja; Juvencia la abrió. Era un cuadro bordado en punto de cruz, un paisaje lleno de flores y colores, en la parte de abajo su nombre enmarcado con enredaderas y flores de Liz, sus favoritas. Juvencia admiró aquello y se le llenaron los ojos de lágrimas, Otilia solo alcanzó a decir - espero le guste - y sabían que era el final. Tomó su bolsa y dijo adiós, Juvencia la acompañó a la puerta y contempló como Otilia se alejaba. Antes de dar la vuelta a la esquina volteó, iba llorando, levantó la mano agitándola y Juvencia se sintió morir.

Pasaron muchas semanas para que Juvencia pudiera volver a sonreír, se sostenía en sus hijos y sabía que seguir su rutina y con su familia era lo mejor, pero sentía un hueco y no sabía qué hacer.

Después de un año todo volvió a la normalidad, ella siguió despertándose al sonido de la alarma y sintiéndose tranquila, pero nunca feliz, excepto cuando cerraba los ojos y venía a su mente la sonrisa y la mirada de Otilia junto con su aroma que percibía como si la tuviera ahí cerquita, entonces recordaba con enorme alegría los que habían sido los mejores días de su vida.

13 comentarios:

Unknown dijo...

Me gusto la historia de estas dos mujeres que mantuvieron sus sentimientos mutuos en un nivel idílico.

Te hago una sugerencia: no abuses de la conjunción "que", mejor trata de expresar la misma idea, con otras palabras; sirve como ejercicio y pronto veras como la usas únicamente cuando es necesario.

¿La amiga, se llama Otila u Otilia, o son los amores platónicos de Juvencia? Un trío entre mujeres ¡me agrada la idea!

la MaLquEridA dijo...

Eso si era amor, prefirieron alejarse antes que entregarse a su felicidad y en un pueblo como imaginé que vivían eso no sería posible.


Saludos.

Aline Suárez del Real dijo...

Pherro: Fue error de dedo ! es una sola, Otilia, ya lo corregí. Y del "queismo" creo que por andar cuidando mi "ieismo" y las cacofonias, ahora se me barrieron las "que". Seguiremos trabajando.

Malque: ¡amor del bueno! digo yo.

NTQVCA dijo...

Pues yo creo que fueron un par de cobardes...por lo demás me gusto el hilo de la historia.

Siracusa dijo...

Ursula me gustó mucho tu historia, me hizo sentir ternura y tristeza por estas mujeres que vivían en un mundo gris, pero que al conocerse lo colorearon un poco, lástima que la vuelta a la realidad fue más dura.

:D

Vergónides de Coock dijo...

La historia tuvo sus momentos, sobre todo al comienzo y al final; no sé por que estaba esperando que en algún momento se diera una escena de coito entre las protagonistas, pintabas esa atmósfera toda conservadora y llena de "busconas" (aunque nunca explicas qué carajo es una buscona exactamente); además tengo esa relación inmediata de lesbianismo con pornografía. Hubieron 2 frases que me llamaron mucho la atención: 1) "...por eso se sentía tranquila y bien.", suena feo, parece que "bien" no es acompañante ideal de "tranquila"; en fin 2) "Juvencia se sabía feliz.", por otro lado esta sí suena muy bien. No entiendo el porqué de cada una, simplemente sigo una corazonada. En cuanto a lo que menciona el perro Pherro, no me había percatado pero es para tomar en cuenta.

Ros dijo...

Esta historia me puso triste. Un final gris, pero, para tus personajes, necesario.
Muy atinados los nombres de las mujeres. Me gusta mucho leerte.

Dr. Gonzo dijo...

Van varias historias que cuentas que me gustan, pero creo que esta es la más fuerte, tiene una carga de nostalgia implícita que es necio querer poner atención a otros aspectos que uno pudiera apreciar. El sino de estas mujeres viene con su inocencia e incredulidad, de la mano con ese superyo que las rodea. Está fabuloso.

Pinchesendic dijo...

Lo primero que me vino a la mente después de terminar de leer fue "no mames, que buena historia".
Porque hay un romance que nunca fructificó, una relación sexual que pudo ser y nunca fue, y sobre todo porque pudo caer en ese giró de tuerca -que me hubiera impactado de haberlo dado-, como la relación de otilia con el esposo y que la amistad con juvencia fuera solo una facha, pero que bueno que sólo fue un rumor. Muchisimas felcidades por esta entrega.

Alejandro Aguilar dijo...

Creo que solo soy uno mas al decir que este relato es uno de los mejores que te e leido. Cumple perfectamente con el tema de la semana, este muy bien estructurado y sobre todo muy sutil, lo que le da un toque de "magia romantica" o tragedia, segun como se vea.

Se ve que las historias tradicionalistas son tus meros moles. Se que cada uno de nostros tiene su estilo muy personal, pero la verdad es que si me gustaria que te dieras una vuelta por los demas generos, no se, algo de suspenso, terror o que se yo, creo que seria algo diferente y segun como lo veo, te quedaria muy bien. Saludos!




Dark Angel

Aline Suárez del Real dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Aline Suárez del Real dijo...

NTQVA: ¡Si! Cobardes… pero asi tenía que terminar, los personajes mandan.

Siracusa: Gracias. Tienes razón, llenaron su vida de color =(

Vergónides: Si pensé en meter la escena erótica, pero no se dio, todo era muy tradicional y callado. Y si, en un párrafo me dio “queísmo” asi que pondré atención. Las dos frases que mencionas tienen mucha intención y relevancia y “buscona” es una mujer que anda coqueteando a diestra y siniestra par ver qué hombre cae, anda buscando marido u hombre pues.

Ros: Yo también me puse triste =(, qué bien que te gustó, puse atención en todos tus consejos (y en los de los demás) para no cometer tantos errores, y digo tantos, porque al final ya noté varias cosillas, pero bueno, seguimos trabajando.

Dr. Gonzo: ohhhh pues, te diré lo mismo que en tu comentario en mi post de la semana pasada, me rete muerdo la trenza.
Pero también he de decirte que agradezco mucho lo que dices, porque precisamente esto que dices de “El sino de estas mujeres viene con su inocencia e incredulidad, de la mano con ese superyo que las rodea” fue de donde partí para inventar la historia, eso era precisamente lo que quería escribir y demostrar y que lo hayas entendido tal cual me halaga mucho. Y por cierto , la semana pasada no posteo eh???

Pinchesendic: ¡gracias! También hubiera sido interesante que Otilia fuera bisexual y anduviera con el marido, pero para el ambiente taaaan tradicional hubiera sido sumamente extraño, al final opté por que fuera una relación lésbica, pero chaca cha chaaaaaan, le hubiera dado un buen giro eso.

Dark: Gracias, que bueno que le gustó. Fijate que asi de gusto, prefiero las cosas de fantasía, como lo que hice en el relato erótico o en campazú, mas que lo tradicional o cotidiano me gusta contar historias muy fantasiosas, pero a la hora de escribir, me es mas fácil expresar lo tradicional, ahora mi reto será plasmar igual la fantasía, ficción, pero eso que eso que dices de suspenso y terror ¡zascuas! Me tiemblan las patitas, se me haría rete difícil pero estaría bueno intentarlo, gracias por el consejo, ya me pusiste a pensar si podré hacer algo asi para el siguiente tema de la semana, lo intetaré.

Capitan TINTASANGRE dijo...

y cuantas mujeres asi no habria y mas aun en ambientes como el que describes.

de hecho y al contrario de otros compañeros, creo que alguna parte erotica hubiera arruinado tu relato, donde esa educación castrante y tradicionalista es la que prevalece por encima de todos los deseos..

me encanto tu trabajo.