jueves, 4 de agosto de 2011

No lo digan porque se oye feo

Y la sombra le seguía do quiera que fuera. Tras las huellas de Silvina, Manuelito no deja que esta se le desaparezca. Ya sea a la cocina, al mercado, a la calle, nunca se separan. Manuelito está loco pero nadie lo dice, disfrazan la verdad con palabras que duelen más que la verdad misma.

Carga un cinturón entre las manos que mordizquea para tranquilizarse cuando los fantasmas de la locura se apoderan de su mente.
Una extraña fijación ejercen sobre él los cinturones y los senos femeninos a los que se acerca sin mediar el peligro de recibir una bofetada o un golpe de la mujer que no lo conozca. Las que lo conocen, saben que no pasa de un rozón y una caricia sin malicia pero hay que tener mucha sangre fría para dejar que Manuelito acaricie los senos prohibidos sin sentir un escalofrío de terror.

Tiene treinta y tres años pero dos de edad mental. Un retraso ocasionado por el esposo -según diagnóstico médico-estando embarazada Silvina, a quien golpeó sin piedad una y otra vez hasta que se cansó. Bañada en sangre, fue hasta donde el médico quien dijo que Manuelito estaba a punto de nacer ayudado por la golpiza propinada por el esposo desalmado. Así entre golpes y lágrimas vino al mundo un niño que nunca sabría qué  papel jugaría en el destino de su familia.

Cuando Manuelito nació, Silvina sonriendo dio gracias a dios que hubiera nacido bien sin imaginar lo que la vida le estaba guardando. El tiempo le arrancaría la sonrisa convirtiéndola en una mueca de dolor que jamás se le borraría de la cara. El niño se convertiría en la sombra de su madre.

Manuelito creció como todos los niños de su edad, con los cuidados y amor que toda madre prodiga a un bebé hasta que un mal día Silvina vio que algo no andaba bien con el niño, se dio cuenta que su hijo tenía la mirada perdida en la desnudez del techo, le dio un vuelco el corazón, pasando su mano frente a los ojos inmóviles, Manuelito no pestañeó, le habló para guiar la mirada con la voz pero no hubo respuesta. Asustada corrió al médico quien le dijo que no se sabría si era ciego hasta que tuviera más edad.

No estaba ciego, su memoria estaba perdida en los límites de la locura y no podrían curarlo. El golpe que recibió Silvina al saber la noticia, mató la mitad de las  fuerzas de madre, la otra mitad las guardó para ayudar a sobrevivir a su hijo.

Aprendió a caminar cerca de los cinco años de edad. Hablar nunca ha podido, algunas veces cuando la locura lo deja, en un esfuerzo sacado de la más honda cordura pronuncia ¨Mamᨠ es cuando Silvina piensa que los milagros existen agradeciendo a dios que no se olvide de ellos.
Arrastrando los pies Manuelito anuncia su llegada, con la mirada perdida y una boca vestida con dientes chuecos que muda se queda al no saber que decir

No sabe ir al baño, hace sus necesidades sin avisar. Cuando esto sucede Silvina tiene que meterlo a bañar así sean dos o tres veces al día. La atención que necesita el niño es constante, no hay descanso nunca. Ni hablar de cuando Manuelito por instinto conoció el masaje placentero salido de un pene estéril que se prodiga cada vez que siente que la locura le da un respiro.

Siendo la sombra de su madre, Manuelito un día salió tras ella sin que esta se diera cuenta. Enferma como está, Silvina sufrió un desmayo, la gente se arremolinó a su lado sin saber si estaba ebria o se había desmayado. Manuelito pasó junto al tumulto buscando a su madre. Un vecino reconoció a Silvina y junto con otros la llevaron a su casa. Entre brumas oyó lo que había pasado. A su mente vino la cara de su hijo,  preguntando por él, nadie supo darle razón. Lo buscaron por toda la casa sin encontrarlo. Gritando y jalándose el pelo Silvina salió loca de dolor por la pérdida del hijo. No valieron los ruegos de la abuela pidiendo una poca de cordura a una madre desquiciada de dolor.

Silvina tocaba puertas, se asomaba a los zaguanes, preguntaba a la gente sin que nadie pudiera darle razón del niño extraviado. Corrió entre la gente, tropezándose y volviéndose a levantar hasta dar con él quien sentado comía una tortilla que alguien le había dado. A un lado unas monedas daban cuenta de la bondad de algunas personas que lo creyeron limosnero. Silvina descansó, había encontrado a su sombra.

Lo abrazó, le tomó la cara entre las manos, lo besaba sin parar agradeciéndole a dios haberle encontrado. Costó trabajo hacerlo levantar pero su madre en su inconsciencia al saberlo perdido se había aferrado a un cinturón que traía en la bolsa del mandil.

Manuelito se había orinado en los pantalones, el aspecto desaliñado y la cara sucia le daban un toque atemorizante, pero a Silvina lo único que le importaba era haber encontrado a su hijo, a su sombra que se le había perdido un mal día.

¨Le pido a dios que Manuelito se muera ya¨ le dijo recientemente su hermana a Silvina, ¨Si tu te mueres no sé que pasará con él¨ Terminó de decir mientras Silvina agachando la mirada no dejó que las lágrimas salieran de sus ojos. No le dijo a nadie que es lo que pide todas las noches antes que el cansancio la venza. Sabe que si ella muere nadie podrá hacerse cargo del niño, para ella sigue siéndolo aunque físicamente Manuel sea un hombre, saberlo desamparado hace que se le olvide que es pecado desear la muerte de alguien, así se lo ha dicho su madre ¨No puedes desear la muerte de nadie insensata y menos la de tu hijo¨ pero a Silvina poco le importa que sea pecado, ella es la que arrastra la sombra de la desdicha.

Sabe que Manuelito no sobreviviría sin ella que es la única que tiene la suficiente fuerza de voluntad para atenderlo. Alguna vez lo llevó a una institución para niños enfermos mentales pero no lo recibieron por no haber aprendido sus necesidades básicas, ¿Cómo se enseña a un enfermo mental a ir al baño, a comer, a sentir, a querer?
Otra vez lo dejó a las puertas de un manicomio pero al oír los gritos lastimeros saliendo de las paredes del hospital, hicieron que lo jalara de la mano para seguir la vida juntos.

Así han caminado durante treinta y tres años, uno siguiendo a la otra en un vaivén de emociones que han provocado mucho daño en el alma de Silvina que al final del día suspira pidiéndole a dios que no la desampare y la recoja junto a su hijo.

Con el dolor grabado en el alma, Silvina toma de la mano a Manuelito perdiéndose entre las sombras que les da la inconsciencia del sueño, el único que los hace evadirse de la cruel realidad.















14 comentarios:

. dijo...

vaya cruz con la que carga silvina y la sombra dicional de pedir la muerte de su hijo... muy buena y muy fuerte tu historia... a fin de cuentas solo una madre puede cargar con eso...

awww manuelito, mi segundo nombre y la persona más importante en mi vida asi me dice :') jeje

saludos!!!

Oder dijo...

Fuerte, muy fuerte tu relato Malque. Y mas fuerte Silvina y las mujeres que de verdad van por la vida cargando esa cruz. En esos casos no se que sea lo mejor, pero cada quien toma sus decisiones ante la situación.
Que buen relato...
Un abrazo Malque!

Unknown dijo...

Viví de cerca historias como esta cuando trabaje con personas discapacitadas.
Y es verdad que algunos hijos son la sombra de sus padres, una sombra que cargan para todos lados, una sombra sin esperanza.

DRACO dijo...

uf, bastante fuerte por su tristeza esta historia. un beso.

malaschambas dijo...

La vida gusta de dejar al desvalido, al pobre, en las mareas de la desgracia, mientras que a los poderosos los premia, les da mas, les abre las puertas........esa vida que se burla, que descaradamente hace y deshace, sin piedad y si con mucha saña, esa es la autentica demente, a la que no ha de tenersele miedo ni respeto siguiente, antes bien luchar contra ella, existiendo, siguiendo presentes pues, aun siendo sombras, cualquier ser vale mas que la perfecta vida llena de traicion y cobardia...........saludos.

Disco King dijo...

Tristes relatos de una sociedad igualmente triste.

Saludos!

Ros dijo...

Ay, se me estrujó el corazón con esta historia, la verdad tu texto me atrapó de inicio a fin.
=)

la MaLquEridA dijo...

Gracias a todos por comentar, es un texto triste que puede ser irreal pero es tan crudo como la vida de Manuel y Silvina a quienes tengo el placer de conocer.


Un placer.

Aline Suárez del Real dijo...

Pffff, qué fuerte porque finalmente es la realidad de muchos padres con hijos discapacitados. Me dejas sin mas palabras.

PincheSendic dijo...

Malque rida, felicidades. Es un muy buen relato, muy bien matizado y una historia de amor y desamor que se funden en el dolor que la discapacidad puede generar. Pero hace poquito conocí a una señora que cuida a su hija que no tiene cordinación motriz, de 18 años y cuyo cuerpo no rebasa la complexión de una niña de 11 años, la quiere con todo el corazón, y la procura en todo lo que puede. Además otra mujer que es la lic en trabajo social en el hospital de mi ciudad, a quien se la acaba de morir su hijo que tenía sindromé de down , me dio una forma muy distinta de ver a estas personas, porque me dijo que su hijo dejó le mundo tal y como llegó sin maldad, sin provocarle daño a nadie, sin decir mentiras.

Unknown dijo...

Tienes razón Pinchesendic, hay muchas variables en las historias de vida de personas que padecen un problema así.
No todo es malo y triste, por supuesto.

Anónimo dijo...

Lejos de lo que encierra la historia (sé que funciona perfectamente para la parte sentimental) yo sí soy muy susceptible de estos conceptos como los de "locura" y "manicomio". Claro, su carga dramática tenía que haber, pero en lo que a mí respecta, eso lo hace poco creíble a menos que nos instalaras en una historia de hace unos 50 años. Yo trabajé con retrasados mentales y de desarrollo mayores y claro que se les puede enseñar muchas cosas de cuidado básico. Una compañera era la encargada de esos menesteres y puf, vaya que le costaba trabajo, ella era muy dedicada a ellos. Claro, no todos tendrán la fortuna de encontrarse a gente así. Por lo demás, una buena metáfora de la sombra, feu agradable.
Dr. Ganzito

Siracusa dijo...

Encontré algunas inconsistencias en el manejo de los tiempos.
Por algunos proyectos de la universidad he asistido constantemente al psiquiátrico y pues la imagen que tengo de ellos es diferente a lo que leí, lo que no significa que dejen de existir casos como el que presentas.

saludos!!

Capitan TINTASANGRE dijo...

Malque

que trabajo tan intenso, triste y un ejemplo de grandeza y aceptación.

la madre que lucha. y ya no se que decir estoy conmovido..

me gusto tu texto y mucho.