jueves, 8 de diciembre de 2011

DETALLISTA INOCUO




Sin notarlo, me encontraba ya en el interior de aquella galería de antigüedades. Siempre me ha parecido atractivo el aroma de los libros viejos, de los objetos remitidos al polvo, imagino que platico con los antiguos dueños sobre sus pertenencias valiosas y que hoy se han transformado como muchas otras cosas que pasan en la vida, en olvido. ¿Por qué todos nos convertimos en olvido? Silencio, todo retorna al silencio le dije. Al inicio me miró extrañado, con un ápice contrariado como si supiera que algo estaba por venir.

¿Qué hacer con uno mismo? pregunté ¿Cómo decirnos y con qué sentido? proseguí ¿De qué manera permanecer sin que nuestro recuerdo pierda peso y se extinga? ¿Cómo hablar y escribir sobre ella sin que se esfume en el intento? Agregué. Que lo escribas o no, que lo pienses o no es accesorio. Es irrelevante, puesto que ella lleva su parte. Basta con que hagas implosión en este espacio, en este silencio. ¿No te das cuenta? Por eso existen estas galerías, todos olvidan, todo se borra, me dijo, con esa mueca sarcástica que suele molestarme en demasía cuando intento rescatar o contarle disparates.

Le invité una taza con café, de preferencia solo, espetó, solo será pues. Pensé que una taza con café en compañía caería de maravilla para adelgazar las preocupaciones e intercambiar puntos de vista, ya que a esas horas de la tarde no lograba hilvanar algo relevante. Suspiros. Nostalgia. Pasamos por un par de sorbos a las respectivas tazas. A ver, a ver mi estimado siempre es lo mismo contigo, ya te he dicho que el común denominador actual es desechar. Todo es desechable y con respecto a las féminas está de más puntualizarlo, cuando las cosas no más no cuajan sólo nos queda partir. Pues ahí está el meollo del asunto, nos volvemos desechables como los celulares o como los avances tecnológicos que nos gritan a cada instante que ya estamos caducos y obsoletos, refunfuñé.

Lo que tú tienes es mal de amores y por lo tanto estás en proceso de cicatrización. Qué va a ser, le dije. Mira, cada detalle de su persona lo llevo tan grabado, tan lúcido en la memoria que llevaría una vida trazar cada visión, cuestión que no me desagrada. Ya sé que me vas a salir con el cuento de que ya pasaron los años y nada más no concibo olvidarla, en efecto, añadió sorbiendo el elíxir. Dime algo referente al barullo del cual hablas. Por ejemplo: extraño por las mañanas esos cinco minutitos que pedía de más para animarse a saltar de la cama, situación que prolongaba hasta una hora, mientras preparaba su desayuno (el melón con miel le gustaba mucho).


Me gusta recordar la forma en que los dedos de sus piecitos se contorsionaban cuando estaba a punto de mandar al demonio la cama, el dedito gordo del pie derecho se tornaba muy chistoso como diciendo al resto ya voy, ya voy. O por ejemplo la perspectiva de su perfil cuando miraba a través de la ventana del carro o cuando terminada la ducha, la niña hacia acto de presencia dejando a la mujer detrás invitándome a colocar cada una de las prendas con las que iba a enfrentar el mundo ese día, las tardes platicando de todo y nada acostados en la azotea de la casa, sus gustos musicales que ahora se han convertido en propios y así podría seguir y seguir. Vaya, vaya eres un verdadero atarantado, veo que reparas en muchas simplezas ¿no te parece?, cuestionó.

Mira, si hubiera una profesión que se llamara detallista inocuo créeme que no dudaría en ser uno, así tendría la posibilidad de armar todas las piezas que muchos o la gran mayoría pasan por alto, argumenté. Sí, pero mientras te pasas el tiempo armando tus piezas otro cabrón de seguro le está levantando las piernas, carcajeo. Ahí está el desmadre, todos quieren poseer y cuando el objeto deseado ha cumplido el cometido das vuelta a la página y sigues el camino tragando cuerpos, intercambiando fluidos “diferentes”, “nuevos”, para aminorar esa inseguridad capilar que no llegas a percibir, acoté.

Pues yo lo veo así viejo: no hay mejor medicina que el tiempo y nuevas experiencias. Probablemente estás en lo cierto, pero ella sigue siendo como un narcótico escondido debajo de la cama, en secreto. Es más, cambiemos la dirección del asunto, le dije. Un detallista inocuo puede volcar sus observaciones hacia la infinita gama de posibilidades que se encuentran en las esquinas ya no del amor sino de la vida. ¿Cómo va eso? Cuestionó. Pues no te das cuenta, basta con que te asomes a la calle, observa con detenimiento: arriba hay un atardecer esplendoroso e irrepetible, aquella pareja cruzando la calle se grita porque se sienten lejos, el señor del puesto de revistas en la esquina ya es parte de la historia de esta cuadra, aquí mismo conversamos entre vestigios del tiempo, hay un sinfín de detalles que pasamos por alto, nadie se fija en ello pues todos tienen prisa por llegar quién sabe a dónde. Puede ser, puede ser, sólo te digo que vayas con cuidado porque estás jugando con pedestales y llegará el día en que no te vas a levantar del madrazo y quedarás como un rompecabezas incompleto, afirmó. Entonces me aburrí, miré fijamente a mi interlocutor y seguí curioseando entre estantes esperando que nadie haya notado en la oscuridad de aquella galería que estaba conversando sobre ti muy a gusto con aquel maniquí.

8 comentarios:

Fantasía psiquiátrica dijo...

Me agradó, el final le dio mucho sentido. La conversación fue del vacío a lo amoroso, y de allí a la vida. Muy bien escrito pero lo sentía a veces precipitado. Hay muy buenos momentos, cuestionamientos: ¿Por qué todos nos convertimos en olvido? ¿Qué hacer con uno mismo? ¿Cómo decirnos y con qué sentido? ¿De qué manera permanecer sin que nuestro recuerdo pierda peso y se extinga?
Yo encuentro aquí, en éstos el sentido del tema, y muy claro.

Fantasía psiquiátrica dijo...

Bienvenido Señor. Será un placer tener más de sus escritos.

Augustine X dijo...

Si al pensar la lectura esto me empezaba a gustar, con el "¿Qué hacer con uno mismo?" no quería dejar de leerte. Hubo un momento donde he pensado que te conocía; tienes frases muy atinadas, reflexiones gordas en un texto que se lee muy bien, por ejemplo, la "desechabilidad", la memoria y los detalles. Cuando has metido el tema del detalle, el relato se empieza a volver redondo, todo círcula y entonces, todo el juego de la memoria se vuelve un juego narrativo. Un detallista inocuo no es el que lo recuerda todo si no el que con sus recuerdos se narra historias matizadas de detalles. "Pensar es olvidar diferencias", observar sin poseer, sin comer con la mirada es afirmar los detalles.
Muchas gracias por el texto.

Augustine X dijo...

Uyyy quería decir: "Si al empezar" jiji. Bueno, como dice Whoanz, esperamos más textos tuyos. Saludos

Ros dijo...

Un placer tenerle por acá los jueves.

Este tipo de lecturas, realmente me atrapan.
Fíjate que admiro tu manera de observar el mundo y plasmarlo aquí. Hay riqueza en tus frases, hay hilación. Me gusta el fondo y tu forma de decirlo.
Bravo por los recursos que utilizas.

Sólo te diré que me hicieron ruido los diálogos sin guiones, y con la repetición de tanto pregunté-proseguí-agregué.

Unknown dijo...

No sé por qué, en esa dualidad, resulta casi imposible hacerle caso a la parte más sensata.
Me gusto la forma de llevar el monólogo (lo cual no descubrí hasta finalizar de leer el texto), a mi no me parece que fueran necesarios los guiones, como si al hacer una introspección observáramos alguna forma.
Gracias por decidirte a integrar la plantilla titular.

Dr. Gonzo dijo...

Me gustó mucho el nivel de reflexión que conlleva tu escrito y es escrito de manera adecuada. No va más allá de una revisadita en la redacción y queda de perlas.

Paco Payán dijo...

Primero que nada agradezco que me hayan contemplado para darle de manera permanente al escribicionismo. Con respecto al texto,si, de hecho concuerdo con sus observaciones de las que ya he tomado nota para mejorar la calidad en las siguientes publicaciones, espero que así sea.

Chido liro a todos