sábado, 7 de enero de 2012

BREVE ESTADÍA ENTRE LA TIERRA Y EL ASFALTO



Después de ocho horas de vuelo y un sinfín de líneas rebuscadas, toqué tierra en uno de los inviernos más crudos de la ciudad. Mi primera impresión se vio enmarcada en una oleada de aire frío y contaminación, contrastando con un tumultuoso aeropuerto lleno de pasos apresurados.

Un poco confundida recogí mi equipaje y caminé por los largos pasillos buscando alguna señal familiar. La encontré en una esquina, con la mirada desesperada y el semblante radiante. Siguiendo sus pasos pronto me vi inmiscuida en una travesía en transportes desconocidos: tuve que correr, detener la respiración, caminar con tropiezos y recorrer las profundidades del asfalto sin tener idea de lo que hacía.

El frío penetraba mi piel cayendo a pedazos sobre mi espalda. El torpe deambular hasta el apartamento de una sola habitación se convirtió en la primera osadía en aquella selva de concreto y tierra color hastío.   

No fui capaz de levantar la mirada hasta que los primeros rayos del sol aparecieron reflejando el blanco de la cordillera y  por primera vez, entre miradas nerviosas,  fui testigo del contraste simultáneo entre culturas de todos los rincones unidas en el alma de la ciudad. Parecía aquello un crisol de poesía sabor a humano, sabor a tierra, a dulce de leche, a qué sé yo.

Por unos días fui ente sin casa, sin más remedio que deambular por calles y veredas buscando mi rumbo, o buscando un pretexto para seguir de pie, con las manos vacías y la mochila al hombro…creo que encontré un  poco más que eso.

A pesar de intentar desatarme en uno que otro arranque de valentía, tengo la desgracia de ser de esas personas que reclaman lo suyo. No hice más que volver sobre mis pasos trayendo recuerdos en los labios, la sangre y la piel, recuerdos con sed y un poco de soledad, mismos que por mucho tiempo me reprocharon no poder emprender el vuelo y caminar sin prisa por las noches frías de invierno, en aquella ciudad que terminó siendo un  anhelado lecho de desvaríos.

3 comentarios:

Ros dijo...

Disfruté mucho de este relato cargado de música. Admiro tu capacidad para construír ideas en prosa poética.
Amé lo de dulce de leche, ja. Me latió eso de no decir donde estabas, pero dar pistas.
Un placer leerte, saludos. =)

Dr. Gonzo dijo...

Me gusta mucho la forma ensoñada que tienes para guiar una historia. La idea del trotamundos que no sale realmente mucho, me es bien agradable.

Monica dijo...

me gusta mucho tu manera de escribir, muy interesante
yo todas las noches, luego de pedir comida o cocinar intento escribir poesía