viernes, 9 de marzo de 2012



Cenizas
Los dedos de los pies se asomaron por encima de la manta, un aire frío recorrió mi cuerpo y entonces desperté, un sobresalto me hizo abrir los ojos, hondos, fijados en el techo esperando encontrar al fantasma que me había visitado esa noche. Pero no había nada, y tampoco había algo que descubrir, todo vino en el sueño, en ese flujo que atraviesa mi cuerpo al dormir, mar inconsciente que me recorre por las noches haciendo salir a flote las cenizas, los recuerdos que uno no sabe que tiene, ese otro que no sabemos que somos y que sin embargo, una noche, sin aviso, descubrimos. Un hombre tocaba mi frente, era el día que nací, no hay más, solamente la imagen de un dedo posándose en mi cabeza.
La gente nos engaña haciéndonos creer que tenemos una vida, sólo una y que además somos capaces de conocerla, recordarla. Los sujetos conscientes quieren hacernos creer que vivimos nuestra vida y por eso es nuestra, la podemos poseer, moldearla, modificarla, puede ser nuestra porque nuestras fotos, cartas, vestidos nos dicen que eso nos pertenece de alguna manera porque nosotros estamos ahí. Pero sabemos que eso no es así que la vida se nos escapa, que los recuerdos que identificamos los tenemos pero incompletos, que algo les falta y por eso queremos más, necesitamos cavar en las tumbas no expropiadas de nuestro camino, hacer de arqueólogos de un devenir que pasamos pero que no es propio hasta que lo inscribamos en nuestra existencia. Entonces queremos más piezas, más herencia, más pasado, queremos identificar nuestras vivencias, no para recordarlas sino para anularlas, las queremos para controlarlas y que no se nos escapen de nuestro relato al que ya hemos puesto pies y cabeza. Eso es la historia, la biografía como relato único, demarcaciones que nos obligan a obviar ciertas partes del pasado. La memoria es capaz de almacenar lo que se le ordena, sin embargo, resiste al mandato, a la ley de lo que nos queremos contar, y entonces aquél pequeño episodio que quisimos quemar, resiste, se niega a desaparecer quedando vivas las cenizas. Esas partículas que no tienen nombre y que sin ser designables son el motor de nuevos relatos, lo que hace sorpresivo e impredecible una historia compacta que narrarnos. Un día encuentras la vieja cabecera de la cama en la que dormías cuando eras  niña y observas una calcomanía pegada en ella, difusa, despintada, no sabrías decir que es y de repente, recuerdas a tú madre tejiendo un suéter para ti al lado de tú cama, mientras tú jugabas a contarle un cuento sobre los personajes pegados en la cabecera. Los recuerdos golpean suavemente o como golpes secos, nos abren otros espacios, nos dan más líneas que escribir, algunas se quedaran atoradas y resistirán a la escritura pretenciosa, para aparecer otro día en los sueños, en esa historia alternativa y desordenada de nuestras vidas.
¿De dónde vengo? fue una pregunta temprana y ansiosa, no busqué nada cuando surgió aquél cuestionamiento, mi madre era la fuente, la familia materna me daba una herencia que aceptaba sin querer encontrar nada. Hasta que crecí me obsesionó recabar, guardar todo lo que fuese de mi infancia como si ese síndrome de Diógenes respondiese a la necesidad de construir una nueva herencia, una que pudiese explicarme a mí misma, no como aquella que me había sido donada tan difusa y sin ser mía. Mi madre me regaló la ausencia de un padre, lo he recordado al despertar repentinamente de un sueño, lo matamos antes de que existiese, sin duelo previo ni funeral, hoy en un sueño una ceniza voló hasta mi casa y me hizo recordar una falta que por más que mi historia la resistiese, está ahí, representándose en otros relatos, dando pie a nuevas confrontaciones que vivir.

4 comentarios:

Julieta dijo...

Buenas remembranzas poéticas enmarcadas en la profundidad de tus letras. Necesité leerlo con detenimiento para seguir el hilo pero me gustó. En lo personal no tuve problemas con la redacción, sólo 2 ó 3 errorsitos ortográficos por ahí perdidos que no le quitan nada de esencia al relato...un placer leerte =)

Ros dijo...

Me gusta tu modo de contar, de hacer pensar al lector. Me atrapa la continuidad de tus escritos, aplaudo tu estilo.

Dr. Gonzo dijo...

Pedazo de escrito que sentí de corte ensayístico pero sobre tu memoria. Si acaso una pulidita y es material totalmente publicable.

Paco Payán dijo...

¡Bravo! ¡Bravo! me encantó tu escrito. Tiene ese toque interesante de la mano con momentos que invitan a reflexionar. Hay frases que me atraparon de golpe y sí, me dejan contento y pensando. Estas lecturas enriquecen.

Saludos