domingo, 25 de marzo de 2012

UN DÚO DINÁMICO

La máscara de Caín era de tela de bandon color purpura imperial, con aplicaciones de fuego sobre un antifaz de dragón oro brillante. Su capa de tela metálica en acabados "alentejuelados", le daba una apariencia más allá de lo profesional... digamos, divina. Su hermano y pareja luchistica Abel, en cuanto a distinción y estilo tampoco quedaba rezagado. A él se le recuerda portando una bella tapa azul de Prusia con el antifaz plateado de un hipocampo (caballo marino mitológico). El resto de su vestimenta constaba de un fino chaleco de raso satinado y lustrosas botas. A pesar de ser tan diferentes en la forma de luchar, juntos se complementaban y no hubo quien los igualara arriba del cuadrilátero en cuanto a exhibición de técnica y espectáculo.

Caín, excepcional luchador a ras de lona, y Abel, un simple maromero, pero que gustaba a la gente y sabia a la perfección como echársela al bolsillo, fueron un dúo de antología (el verdadero dúo dinámico). Su calidad como mancuerna, solo fue superada años después por la pareja de oro y seda (los número uno en mi opinión). Sin embargo, en su momento ¡Química pura la de este par! Mientras uno daba cátedra de llaveo y contrallaveo, el otro no paraba de asombrar al personal con sus trepidantes vuelos y otras suicidas acrobacias ¡Lo mejor de ambos mundos! No hubo arena chica o grande donde el público al verlos, no saliera con un grato sabor de boca... lo sabré yo, que fui su manejador, y también su padre.

No solo les confeccione las mascaras y ayude a elegir el equipo, también hice lo principal, les enseñe a luchar, les enseñe a ser hombres y a cuidar siempre el uno del otro. Desde chiquillos así lo hicieron... eran los mejores hermanos y también mi orgullo. De mayores talentos Caín, el de mayor disposición y empeño en llegar a ser un gran luchador, pero Abel, con algo que la mayoría carece y solo los grandes llegan a tener: noble sentido del entretenimiento (desde el primer instante supo que estaba ahí para divertir... y divertirse). A pesar de llevar el rostro cubierto, en este último podía adivinarse siempre una gran sonrisa en todo lo que hacía... desafortunadamente, en el caso de Caín, su "careta" me impedía ver lo que había detrás.

Una noche, al terminar la estelar con triunfo para los dinámicos, Abel agradeció con flexiones a los cuatro costados desde el centro del ring. Los aplausos enmudecieron cuando Caín, tomando impulso con las cuerdas, propino una salvaje patada voladora a la espalda de su hermano menor. Ya de frente y en la confusión:

C- ¡Ora si hijo de la chingada!

A- ¿¡Pero hermano que estas...?

Abajo del encordado, mi primogénito, con una horrible furia comenzó a darle una abierta golpiza a Abel. Las miradas atemorizadas de la multitud no podían creer o reaccionar frente a lo que estaban viendo. Fue todo tan rápido e intenso, que no hubo oportunidad de llegar a tiempo para separarlos. Solo en cuestión de segundos la máscara del caballito de mar se volvió un paño sanguinoliento. Mientras peleaba por acercarme, un ruido hueco y desesperantemente repetido llego a mis oídos... era el sonido de la cabeza de Abel siendo azotada fuertemente contra el suelo. El semblante de Caín, encendido, pero también de gozo, me mostro quien era realmente mi hijo (el rostro del rencor debajo de la tapa por fin quedo al descubierto).

A- ¡Por favor...!

C- Muérete cabron

Finalmente, todo acabo con el alarido de Abel cuando Caín, usando los pulgares, le sumió los ojos. Ahí estaba mi hijo menor, el más alegre, con los sesos desparramados en una de las esquinas del cuadrilátero:

¿Qué cosa hiciste insensato?

C-¡Déjame!

Luego... huyo.

5 comentarios:

LUIS TORRES dijo...

Por más que se aprecie lo dificil que es hacer una narración en una semana de plazo, la verdad que tu narraación no cuadra bien, mal uso de las comillas, palabras no acentuadas y un final por lo mas ingenuo, flojo y predecible hace que tu historia decaiga.

La historia es contada por un testigo de la pelea, que a su vez es el papá de los luchadores, vas soltando los datos con buen tiempo, me gusta eso, pero lo desluce mas abajo al poner en dialogos la "A" para Abel y la "C" para Caín, confunde y hace perder la hilación.

La historia se lee bien, pero faltó pulir y hacerle ese tirón final que haga que un cuento nos asombre, nos haga reir o nos conmueva, cosa que no sucede en tu relato.

Saludos.

Fantasía psiquiátrica dijo...

Será que soy apasionado de la lucha libre que de alguna forma tu escrito lo ubico sin inconveniente en el tópico de la semana: el ring como testigo de la otredad del público, su línea divisoria; una descripción muy mistificada del atuendo luchísitco. El desarrollo si se ve algo trastocado por la ortografía, la acentuación. Claro una historia que sabíamos en que terminaría, pero bien pudiste pulir tu final.
Saludos Hanzo.

Ros dijo...

Coincido con Luis en que sentí medio flojo el final, faltó el condimento que deje al lector asombrado, o con ganas de más... pero la verdad me parece original el giro que le diste a la historia de Caín, las descripciones son muy buenas, enriquecen al relato. Saludos.

maldito desgraciado dijo...

Me agradó bastante el texto. Una pulida en cuanto a la puntuación no le caería mal. Una recomendación: en los diálogos faltan comas vocativas, C.¡Ora sí, hijo de la chingada!, se obvian cuando se leen, pero en la redacción sirven para desambiguar y no confundir al lector. Saludos.

Capitan TINTASANGRE dijo...

como me gustan las luchas. asi que lei tu texto con verdadero deleite, si hay errores de puntuaciòn y cosas asi pero para aprender estamos aqui.

me gusto tu linea de tiempo pero quiza falto a mi juicio mas lenguaje tecnico para que la narracion pegara al cien.